LOS HERMANOS DE LUTO
Advirtiendo que estaba por morir, un Anciano convocó a sus dos Hijos junto a su lecho, y expuso la situación.
-Hijos míos -les dijo-, ustedes no me ofrecieron muchas señales de respeto durante mi vida, pero darán fe de su pena por mi muerte. Aquel que más tiempo lleve luto en su sombrero en mi memoria, se quedará con toda mi fortuna. He hecho un testamento a tal efecto.
De modo que cuando el Anciano murió, los jóvenes pusieron luto en sus sombreros, y lo llevaron hasta que ellos mismos fueron viejos, cuando, comprendiendo que ninguno de los dos lo abandonaría, convinieron que el más joven dejaría de usar luto, y el mayor le daría la mitad de la fortuna. ¡Pero cuando el mayor solicitó la propiedad, se encontró con que había habido un Albacea!
De este modo, fueron adecuadamente castigadas la hipocresía y la obstinación.
EL PATRIOTA Y EL BANQUERO
Un Patriota que, siendo pobre, había accedido a un puesto en el gobierno, y lo había abandonado rico, se presentó en un Banco, donde deseaba abrir una cuenta.
-Con mucho gusto -dijo el Banquero Honesto- será un placer para nosotros hacer negocios con usted; pero primero tiene que convertirse en un hombre honesto, devolviendo todo lo que robó desde el Gobierno.
-¡Bendito cielo! -exclamó el Patriota-. Si hago eso, no me quedará nada para depositar en el Banco.
-No me parece -respondió el Banquero Honesto-. Nosotros no somos todo el pueblo americano.
-Ah, comprendo -contestó el Patriota, reflexionando-. ¿En cuánto estima la proporción que le corresponde al Banco, del dinero que el país perdió por mí?
-Un dólar -respondió el Banquero Honesto.
Y con orgullosa conciencia de servir a su país con sabiduría y propiedad, cargó esa suma en la cuenta.
EL ANARQUISTA REFORMADO
Un famoso Anarquista naufragó, y el mar lo arrojó a las playas de la isla de Gowqueechi, habitada por la antigua y poderosa tribu de los Tumtum. Fue descubierto y llevado ante el Jamgrogrum, que le preguntó cuál era su fe política.
-Le preguntamos esto a todos los extranjeros -explicó el Jamgrogrum-, con la esperanza de conocer algún día principios políticos superiores a los nuestros.
-Soy un Anarquista -respondió el recién llegado-. Sostengo que todos los gobiernos son perversos, todas las leyes opresivas. Enseño que todos los Jamgrogra deberían ser asesinados.
El monarca llamó al Primer Ministro a su lado, y tras susurrarle ciertas instrucciones, se retiró.
Al día siguiente, una vez que el Primer Ministro se presentó en palacio, y comió un puñado de lodo, como la etiqueta de la corte lo exigía, el Jamgrogrum le pidió noticias del Anarquista.
-Lo hice llevar a los baños, y fue cuidadosamente bañado.
-¿Y entonces?
-Cuando se le preguntó, de acuerdo con las instrucciones de su Majestad, si todavía era un Anarquista, respondió que ningún tratamiento, por duro y cruel que fuera, alteraría sus convicciones.
-Entonces -exclamó el Jamgrogrum, con el aire decepcionado de alguien privado del cumplimiento de una ilusión largamente anhelada- mi teoría acerca de la unidad de la suciedad y el anarquismo ha sido refutada.
-No, su Majestad -dijo el Primer Ministro-; murió diez minutos después del baño.
Divertidas y surrealistas como todas las de Bierce. Me gustan leérlas, son cortas.
ResponderEliminar"ESA COSITA"...
ResponderEliminarLuego de una visita rutinaria, el médico anuncia a una bella mujer:
- Su corazón, pulmones y presión, están en perfecto estado.
Ahora, déjeme ver esa cosita que a ustedes las mujeres las mete siempre en problemas.
La mujer comienza a desvestirse, y el doctor le dice:
- No, no, no; póngase la ropa! Sólo quería que me enseñara la lengua.
¿De dónde sacas ese repertorio tan fantástico?.
EliminarEl del luto, genial; buena moraleja.
ResponderEliminarBierce es un surrealista empedernid, muy bueno.
ResponderEliminarBonita escultura de una "Maja Dormida", nacida del "Arte Ibérico", con una sonrisa un poquito etrusca.
ResponderEliminarNo pega demasiado en estas fábulas.
Este escritor nunca fue aceptado por la sociedad norteamericana. El ejemplo es evidente.
ResponderEliminarMe ha gustado.
ResponderEliminarhe encontrado el blog por casualidad y parece interesante che
ResponderEliminarLa ironía fina caracterizaba a este escritor.
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