Según la definición de la “RAE” es: “Situación en la que el poder de un político, un régimen, un sistema, etc., se prolonga indefinidamente, sin indicios de cambio o renovación.”; según la misma fuente y en su segunda acepción, DICTADURA es “Tiempo que dura.”; por último, DEMOCRACIA es “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.”
Tras leer estas definiciones, observar como en los países con democracias consolidadas los cargos de poder tienen un límite de reelecciones, de observar igualmente como en las democracias (léase repúblicas) bananeras se hace lo posible y lo imposible para evitar el límite de reelecciones con el objetivo de llegar a DICTADURAS DEMOCRÁTICAS, yo me planteo:
Sí los trabajadores somos el principal activo tanto de las empresas como de los sindicatos y por ende de sus delegados y a la vez nuestros representantes,
¿Cómo es posible que nuestro Delegado Sindical y a la vez el que debe representar y hacer valer nuestros derechos, sea el mismo o los mismos que hace más de 20 años?,
Juan, el evangelista, José el (bueno, de su profesión no me acuerdo ya que hace muchos años dejó de ejercerla), Manuel el buen compañero, Nicolás el predicador, José Luis el eterno, Eugenio (descanse en paz), María Magdalena, ¡uy!, perdon, ella no es de esta historia; ¿o tal vez sí?
¿Cómo es posible que esos “compañeros” que ya estaban cuando nosotros llegamos, o que lo hicieron al mismo tiempo o poco después aún sigan liberados para según ellos y según los principios sindicales que los habrían de regir, defender nuestros derechos?.
No lo entiendo, pasan de sindicado a sindicato, como de oca a oca se tratase. No sé si alguna vez habrán ocupado su puesto de trabajo; supongo que sí. Pero, creo, que lo que ocurre es que en todas las empresas se ha creado un nuevo puesto de carácter indefinido y que no es otro que el de liberado/delegado/representante sindical de carácter vitalicio y personal y se ha favorecido la promoción y profesionalización del mismo con el apoyo de los trabajadores en esta gran DICTADURA DEMOCRÁTICA.
Entrar en este juego no es fácil, salir imposible o casi, ya que algunos, muy pocos sí lo han hecho, aunque ello les haya supuesto todo un futuro de denigraciones y vagar eternamente o hasta su jubilación por las innumerables moradas del averno.
Tras leer estas definiciones, observar como en los países con democracias consolidadas los cargos de poder tienen un límite de reelecciones, de observar igualmente como en las democracias (léase repúblicas) bananeras se hace lo posible y lo imposible para evitar el límite de reelecciones con el objetivo de llegar a DICTADURAS DEMOCRÁTICAS, yo me planteo:
Sí los trabajadores somos el principal activo tanto de las empresas como de los sindicatos y por ende de sus delegados y a la vez nuestros representantes,
¿Cómo es posible que nuestro Delegado Sindical y a la vez el que debe representar y hacer valer nuestros derechos, sea el mismo o los mismos que hace más de 20 años?,
Juan, el evangelista, José el (bueno, de su profesión no me acuerdo ya que hace muchos años dejó de ejercerla), Manuel el buen compañero, Nicolás el predicador, José Luis el eterno, Eugenio (descanse en paz), María Magdalena, ¡uy!, perdon, ella no es de esta historia; ¿o tal vez sí?
¿Cómo es posible que esos “compañeros” que ya estaban cuando nosotros llegamos, o que lo hicieron al mismo tiempo o poco después aún sigan liberados para según ellos y según los principios sindicales que los habrían de regir, defender nuestros derechos?.
No lo entiendo, pasan de sindicado a sindicato, como de oca a oca se tratase. No sé si alguna vez habrán ocupado su puesto de trabajo; supongo que sí. Pero, creo, que lo que ocurre es que en todas las empresas se ha creado un nuevo puesto de carácter indefinido y que no es otro que el de liberado/delegado/representante sindical de carácter vitalicio y personal y se ha favorecido la promoción y profesionalización del mismo con el apoyo de los trabajadores en esta gran DICTADURA DEMOCRÁTICA.
Entrar en este juego no es fácil, salir imposible o casi, ya que algunos, muy pocos sí lo han hecho, aunque ello les haya supuesto todo un futuro de denigraciones y vagar eternamente o hasta su jubilación por las innumerables moradas del averno.
Artículo remitido por, nuestro ya asíduo colaborador, Robin Hood