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23 de marzo de 2016

Semana Santa


El incienso recorre las calles, la ciudad se engalana para que la gente contribuya al disfrute de la Semana Santa. Los palcos se preparan en un recorrido con rincones emblemáticos de la ciudad, dando así mas connotación, mas importancia, mas "hecho en casa".

Cada creyente tiene sus inclinaciones con respecto a las imagen es que van a participar en el misterio, aunque hay verdaderas simbologías que a través del tiempo se han hecho sitio en los corazones de los que viven la semana santa, "la borriquita", "las tres caídas", "la reina del polvorin", "la esperanza", "la madrugá", "el prendimiento", "la fe", "el perdón", "los judíos", "la buena muerte", "el santo entierro", etc., un sinfín de túnicas de diferentes colores, que desde su capilla o iglesia recorrerán la ciudad con el fin de vivir la religiosidad popular.

Los hoteles hacen su agosto con el turismo que se recibe, los bares y restaurantes, desean que las cofradías pasen por su calle a fin de aglomerar mas clientela, los comercios de moda ofrecen distintos modelitos para que la mujer vaya mas atractiva y pueda competir con la vecina para ver quien luce mejor atuendo, je, mujeres.

En esos días estamos dispuestos a participar en el despilfarro, cenando fuera de casa, generando gastos que normalmente no hacemos, pero el momento lo pide, ¿no?

También los cofrades, descargan sus bolsillos para que la hermandad a la que pertenece no le falte el mas mínimo detalle, flores de todo tipo, arreglos en la madera del paso, pagar una buena banda de música, la comida para los costaleros, todo dentro de las capacidades de cada una de las cofradías, a mas feligreses, mas pomposidad en todos lo aspectos.

No quiero que se me interprete como "antisemanasanta", aunque por supuesto la mente es libre de pensarlo, he pasado por ahí, he estado debajo de un paso, en las trabajaderas, haciéndolo por valentía entre los amigos del barrio, pero había gente que verdaderamente lo sentía, y padeciendo dolores físicos, que eran muchos, siempre esbozaba una sonrisa cuando lo miraban, y no solo el sudor llenaba su rostro, sino sus lágrimas por la fe que tenía.

Una saeta interpretada por alguien que siente lo que dice la letra me eriza la piel, una pieza musical al unísono después de cinco horas de caminata por la ciudad, llena mi corazón y se me puede escapar una lágrima por la parte de culpa que me toca. Momentos impresionantes.

Esos momentos son los que me marcan, escuchar gritar al capataz "mecedlo valientes, que parezca que camina entre nosotros", o "llevemos a nuestra madre al cielo con su hijo", y el silencio adorna las calles escuchándose el crujir de la madera al ser levantada por los costaleros, y el ánimo que cada uno aporta para que la "levantá" sea los mas perfecta.

Rememorar la pasión de Cristo siempre será para mi complaciente, el que otros lo disfruten o la lleven a cabo a su manera no me intranquiliza, solo empobrece mi alma. Vida y muerte de Jesús, función inequívoca de dolor, de sufrimientos, de dejar entrever que somos culpables todos de aquel crimen, y aún sentimos pavor de lo que debiéramos haber intentado solucionar, en dos palabras, Semana Santa.

Artículo reeditado: Originalmente publicado el 29 de Abril del 2011.

17 de septiembre de 2012

La Sociedad Desigual


José Mª Castillo, 23-Mayo-2012


Si algo hay claro, en lo que está sucediendo ahora mismo en España, es que quienes nos gobiernan están gestionando las cosas de manera que nos llevan derechamente y con prisa hacia un modelo de sociedad cada día más desigual. Quiero decir, por tanto, que el problema más grave, que en este país tenemos planteado, no es un problema económico, sino un problema constitucional. El Gobierno del PP, que no hizo la vigente Constitución (ya que entonces no existía el PP), se está cargando la Constitución.

Y se la está cargando porque está liquidando, a marchas forzadas, uno de los principios constitucionales más básicos, el principio que quedó bien definido en el artículo 14 de nuestra Constitución: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna”. Ahora bien, un Gobierno que gestiona las cosas de manera que la educación y la sanidad cuentan cada día con menos dinero, para atender a todos los ciudadanos por igual, es un Gobierno que tiene, como proyecto, un modelo de sociedad que será irremediablemente desigual. Porque será una sociedad en la que los hijos de los ricos irán a buenos colegios y serán cuidados por los mejores médicos y en las mejores clínicas, al tiempo que los hijos de los trabajadores, de los parados y de los pobres, irán a escuelas públicas mal atendidas y peor costeadas; y tendrán que esperar en las listas de espera para que los atiendan en hospitales en los que las urgencias se van a ver cada día más abarrotadas. Todo esto, ya empieza a ser así. Los gobernantes nos dicen que todo esto es provisional. Pero lo que todos vemos es que las medidas económicas, que están tomando, nos llevan derechamente a un tipo de sociedad en el que habrá una pequeña élite de gente privilegiada y más adinerada de lo que es ahora mismo, al tiempo que el resto de la población vivirá como pueda, educará a sus hijos como pueda y remediará sus males donde pueda y cuando pueda.

Se nos dice que todo esto tiene que ser así porque no hay otra salida de la crisis. Pero, ¿de qué crisis? ¿de la crisis “económica” o de la crisis “ideológica”? No es verdad que no haya más que una salida de la crisis. Porque, si nos atenemos a lo que dicen los entendidos en economía, resulta que hay tantas salidas como economistas. Si es que de verdad hablamos de dinero, hay otras posibles maneras de repartir el dinero. Y lo saben muy bien quienes nos gobiernan. Lo que ocurre es que, hablando de dinero, de lo que realmente se habla es de “otro modelo de sociedad”. El modelo de sociedad desigual, el que hemos tenido en España durante siglos, el que se quiere recomponer e imponer. El modelo de los ricos que mandan. Y de la inmensa masa de los pobres y los trabajadores que se someten y hacen lo que les conviene a quienes manejan el capital. 

Así las cosas, ¿quién levanta la voz para protestar de lo que está pasando? Protestan los trabajadores, los estudiantes, lo indignados del 15 M… Pero, ya se sabe, los que tienen el mando en sus manos nos recuerdan enseguida que todo lo que nos pasa es culpa de Zapatero y sus gentes. O sea, se nos dice que todo se reduce a un problema económico. Y que la economía, bien gestionada, es la economía cuyo modelo ejemplar es la señora Merkel a la que hay que seguir con la mayor fidelidad posible. Pero nadie se atreve a decir que el problema es mucho más grave. Porque lo que se nos quiere imponer es una sociedad desigual, en la que los ricos estén donde estuvieron siempre. Y los pobres en su sitio, abajo y aguantándose con paciencia y resignación a la suerte que les ha tocado en la vida.

Yo esperaba que la Iglesia – a quien se le supone una autoridad moral importante – levantara su voz alertando a la gente de lo que se nos viene encima. Pero, ya lo estamos viendo: los obispos, a lo suyo: a clamar contra lo mal que están y lo peligrosos que son los homosexuales. O, en otros casos, a decirle a la gente que, si todo el mundo tiene que apretarse el cinturón, los obispos no tienen que apretarse cinturón alguno. Porque, como acaba de asegurar Mons. Rouco, si se le toca al dinero de la Iglesia, a quien realmente se le toca es al hambre de los pobres. Porque eso es lo que ha venido a decir el cardenal de Madrid cuando le ha dicho al Gobierno y a la opinión pública que tocarle al dinero de la Iglesia es dañar a Caritas o sea, a la pobre gente que pasa hambre. ¿Y no pensó en esto el Sr. Rouco cuando el papa vino a Valencia, y luego a Santiago y Barcelona, y luego a Madrid? ¿Tiene claro el Sr. Rouco la cantidad de millones que todo eso ha costado. ¿Por qué no se gastó todo ese dinero en dar de comer a los que se ven en necesidad extrema desde antes de que el papa viniera a Valencia? Por favor, señor cardenal, no le haga Vd más daño a la Iglesia. Es verdad que daño, le hacemos todos. Vamos a reconocerlo con humildad. Pero hay quienes, por el cargo que ocupan, tienen en todo esto mayor responsabilidad. 

Un Colaborador Anónimo, nos ha dejado este artículo de José Mª Castillo, teólogo de la liberación y ex-jesuita español. GRACIAS.

22 de septiembre de 2011

Moriré de pie

El miedo es como una cadena que nos impide caminar

Como una camisa de fuerza que no nos deja movernos

Como una cárcel invisible que nos priva del placer de la libertad

Por miedo nos quedamos sin contemplar los fantásticos paisajes que hay más allá de la frontera del temor

Por miedo nos negamos a caminar, a cambiar, a descubrir nuevos caminos y nuevos horizontes

Por miedo nos conformamos con la mediocridad y con la rutina

Por miedo no nos atrevemos a ser nosotros, nosotros mismos, y nos negamos y nos contradecimos

Por miedo dejamos de hacer lo que nos gustaría

Y hacemos cosas que aborrecemos

Por miedo nos dejamos oprimir y avasallar

Por miedo preferimos ignorar las verdades y nos refugiamos en las mentiras

El miedo del hombre inventó todos los cuentos –que decía León Felipe-

¡Ay!… a veces… a veces tengo miedo de caer en la tentación de convertirme en un hombre que vaga sin sentido

A veces creo haber perdido la sana locura y el aguante de tiempos atrás

Pero no es así, conmigo no podréis… y eso que tengo miedo

Tengo miedo porque nada ha cambiado y nada hemos aprendido

Temo realmente por mí y por mi especie porque la veo peligrar y al borde de un extinción anunciada

Realmente estoy dispuesto a morir convencido de mis ideas

Porque soy un loco libre

Moriré de pie antes que arrodillado por culpa de una sociedad que me dice a la hora que debo desayunar, con quién acostarme y cuántas veces al día debo de hacer el amor

Mi libertad me la quedo yo

Moriré de pie convencido de mis ideas

El loco de la colina.


Epaminondas Talero, Seguidor asiduo, nos remite este valiente artículo. Gracias

14 de junio de 2011

Las señales de la Fe (Reedición)


Hola, hoy estoy feliz, me duele la cabeza, no he dormido bien, quizás del viaje de ayer desde un pueblo malagueño, donde mi equipo de billar ganó al de esa localidad, además el día esta gris, lluvioso y a mi parecer frío, pero estoy contento, quizás sea el mas tonto de la reunión, o penséis que soy masoquista, pero no, me encuentro feliz porque a esas supuestas adversidades les presento a sus opuestos, siempre lo hago y me funciona, es como estar muy, muy jodido, y pensar lo contrario o en algo que llene de tal manera que no hay lugar para pensar en lo primero.
Bueno no quiero aburriros con mi psicología casera, pero es que la verdad venía a cuento.
Casi todos los que me conocen saben que siempre he sido una persona deportista, y con respecto a la Fe, siempre ha sido muy reacio, no quiero crear polémicas, pero aquella experiencia me sirvió para saber y creer.

Debido a unos problemillas, tuve el arrojo de hacerme una promesa, o darme un severo castigo, me dispuse a realizar el camino rociero andando y sin hablar. Los que no lo conozcan, y para que se hagan una idea, son aproximadamente unos cincuenta km. por caminos varios, los hay asfaltados, de tierra y de arenas y además con otra dificultad añadida, sin hablar.

Desde mi domicilio hasta la carreta del Simpecado pude tardar unos cincuenta minutos, y cuando hice contacto con ella, intenté no despegarme de la misma hasta llegar a la puerta de la ermita de Rocío, y ahí, un poco fatigado, empezó mi promesa o mi castigo.

Hasta que no se llegó al lugar denominado como "la suelta", (unos veinte km. mas o menos), no se hizo la primera parada, los pies, dentro de unas botas de montaña, estaban cocidos, y la entrepierna igual, así que cuando situaron la carreta en un buen lugar, me senté junto a esta reposando mi espalda sobre una de sus ruedas. En esos momentos se acercaban a mi varias personas que se preocupaban por mi estado físico y alimenticio ¿como estas hijo?, ¿que quieres comer? , como podía le indicaba que solo quería agua, pero por la experiencia que han vivido tanta veces, me trajeron frutas, y varias botellines de agua, y a pesar de mi estado, no sentía dolor, no se, estaba confuso, pero sin dolor.

La caravana se puso en marcha a la hora después, y como tuve la suerte de colocarme junto a la carreta, me enganché a ella desde el primer instante. Las arenas hacían mella en mi, el polvo que levantaba las grandes ruedas del simpecado eran asfixiantes, el calor insoportable, la escasez de agua hacía mas dura la caminata, y poco a poco me iba dando cuenta que mis preocupaciones eran vanas comparado con las de los que junto a mi caminaban hasta la ermita.

Por mi idiosincrasia rechazaba automáticamente lo que se alejara de una norma, ley, o disciplina, ahí fue donde aparecieron tres individuos, los tres exconvictos y recién salidos de prisión, los tres bebían y fumaban sin parar a costa de los caballistas, las carretas, los tractores, y todo lo que se movía en aquellas arenas, menos a los que íbamos a pie detrás del simpecado como ellos, y lo que pedían, (que no se cortaban ni un pelo) curiosamente lo repartían entre los que estábamos junto a ellos, !!!SE ME PARTIERON LOS ESQUEMAS!!! me sentí como una cucaracha, todos los prejuicios se me atragantaban y aunque no quería hablar, no pude y necesitado por la sed de agua y el ofrecimiento de ellos, le di las gracias, no quedo ahí la cosa, "¿quieres un cigarrito? ¿como lleva los pies?, ¿necesitas algo?, quillo pídelo que nosotros te lo traemos", la demostración fue brutal, y yo daba gracias a la vida por ese mensaje.

En el extenso recorrido, nadie hablaba de los problemas de nadie, pero si se volcaban y ayudaban sin ninguna condición, se debería aprender esas cosas en los colegios, y no llegar a tener dificultades o problemas para que cada uno echemos una mano a quien la necesite, no tiene porque haber ninguna delegación de nadie que se haga cargo de eso porque creo que somos suficientes.

Para terminar, contaros que mi cuerpo estaba roto cuando llegamos al Rocío, ya no podía andar, y menos correr, que en aquellos momentos solicitaba el carretero, ya que había que cuidar un orden para llegar hasta la ermita entre tantas y tantas hermandades que se agolpaban en esa pequeña aldea de la localidad de Almonte que se llama El Rocío. Mis piernas no respondían, y entonces aparecieron esos expresidiarios y apoyado en sus hombros, pude culminar mi andanza, mi promesa, o mi castigo.

Cuando vi la imagen de la virgen, fue como si hubiera ganado la prueba, pero el abrazo, y el llanto que compartí con ellos fue mi gran premio, descubrí la Fe y me despojé de todo prejuicio que implicara la intranquilidad a mi alma.

1 de abril de 2010

Orígenes (V): Popol Vuh

Este es el origen de la antigua historia (del país), aquí llamado Quiché. Aquí escribiremos y comenzaremos la historia de los tiempos pasados, el principio y origen de todo lo que fue hecho en la ciudad del Quiché por las tribus de la nación quiché.
Aquí traeremos, pues, la manifestación, el descubrimiento y la narración de todo lo que estaba oculto; la revelación de la obra por la voluntad del Creador - Tzacol - y del Formador - Bitol -, de El que Engendra - Alom -, de El que da el Ser - Qaholom -, y cuyos nombres son Un Tirador de Cerbatana al Tacuacín - Hunahpú-Vuch -, Un Tirador de Cerbatana al Coyote - Hunahpú-Utiú -, El gran Blanco Picador de Espinas - Zaqui-Nimá-Tziís -, El Dominador - Tepeu -, El Serpiente cubierta de Plumas - Gucumatz -, El Corazón de los Lagos - u Qux Cho -, El Corazón del Mar - u Qux Paló -, El Dueño del Planisferio Reverdecido - Ah Raxá Lac -, El Dueño de la Superficie Azulada - Ah Raxá Tzel.
Así es como se nombra, se canta y se celebra junto a la Abuela y al Abuelo, cuyos nombres son Xpiyacoc y Xmucané, Conservador y Protector, dos veces abuelo, dos veces abuela, tal como se dice en las antiguas historias quichés, de los que se cuenta todo lo que hicieron enseguida para la prosperidad y la civilización.
Esto lo escribimos después de que fue promulgada la palabra de Dios, y dentro del Cristianismo; lo reproducimos, por que no se ve más el Libro Nacional, en el cual se veía claramente que hemos venido del otro lado del mar, (es decir) "el relato de nuestra existencia en el país de la sombra, y cómo vimos la luz y la vida", así como es llamado.

Capítulo primero
Este es el primer libro escrito en la antigüedad, aunque su vista está oculta al que ve y piensa. Admirable es su aparición y el relato (que hace) del tiempo en el cual acabó de formarse todo (lo que es) en el cielo y sobre la tierra, la cuadratura y la cuadrangulación de sus signos, la medida de sus ángulos, su alineamiento y el establecimiento de las paralelas en el cielo y sobre la tierra, en los cuatro extremos, en los cuatro puntos cardinales, como fue dicho por El Creador y El Formador, La Madre, El Padre de la Vida, de la existencia, aquel por el cual se respira y actúa, padre y vivificador de la paz de los pueblos, de sus vasallos civilizados. Aquel cuya sabiduría ha meditado la excelencia de todo lo que hay en el cielo y en la tierra, en los lagos y en el mar.
Este es el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo estaba en calma y en silencio; todo estaba inmóvil, todo tranquilo, y vacía la inmensidad de los cielos.
Esta es, pues, la primera palabra y el primer relato. No había aún un solo hombre, un solo animal; no había pájaros, peces, cangrejos, bosques, piedras, barrancas, hondonadas, hierbas ni sotos; sólo el cielo existía.
La faz de la tierra no se manifestaba todavía; sólo el mar apacible y todo el espacio de los cielos.
No había nada que formara cuerpo; nada que se asiese a otra cosa; nada que se moviera, que produjese el más leve roce, que hiciese (el menor) ruido en el cielo.
No había nada erguido. (No había) sino las tranquilas aguas; sino el mar en calma y solo, dentro de sus límites, pues no había nada que existiera.
No había más que la inmovilidad y el silencio en las tinieblas, en la noche. Estaba también solo El Creador, El Formador, El Domador, El Serpiente cubierta de Plumas. Los que engendran, los que dan la vida, están sobre el agua como una luz creciente.
Están cubiertos de verde y azul, y he ahí por qué el nombre de ellos es Gucumatz, cuya naturaleza es de grandes sabios. He aquí cómo existe el cielo; cómo existe igualmente El Corazón del Cielo; tal es el nombre de Dios, así como se le llama. Entonces, fue cuando su palabra llegó aquí con Tepeu y Gucumatz, en las tinieblas y en la noche, y habló con Tepeu, Gucumatz.
Y ellos hablaron, y entonces se consultaron y meditaron; se comprendieron y unieron sus palabras y sus pensamientos.
Entonces se hizo el día mientras se consultaban, y al alba se manifestó el hombre, cuando ellos tenían consejo sobre la creación y crecimiento de los bosques y de los bejucos; sobre la naturaleza de la vida y de la humanidad (creadas) en las tinieblas y en la noche por aquel que es El Creador del Cielo, cuyo nombre es Hurakán.
El Relámpago es el primero - Caculhá-Huracán-; el segundo, El Surco del Relámpago - Chipi-Caculhá -; el tercero, El Rayo que Golpea - Raxá-Caculhá -, y los tres son El Corazón del Cielo.
Luego vinieron ellos con Tepeu y Gucumatz; entonces tuvieron consejo sobre la vida del hombre; como se harían las siembras, como se haría la luz; quien sería sostén y mantenedor de los dioses.
-¡Que así sea hecho! ¡Fecundaos! -(fue dicho)- Que esta agua se retire y cese de estorbar, a fin de que la tierra exista aquí; que se afirme y presente para ser sembrada, y que brille el día en el cielo y en la tierra, pues no habrá gloria, ni honor de todo lo que hemos creado y formado, hasta que no exista la criatura humana, la criatura dotada de razón.
Así hablaron mientras la tierra era creada por ellos.
Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra.
-¡Tierra! -dijeron, y al instante se formó.
Como una neblina, o como una nube se formó en su estado material, cuando semejantes a cangrejos aparecieron sobre el agua las montañas y en un momento existieron las grandes montañas.
Sólo una potencia y un poder maravillosos pudieron hacer lo que fue resuelto (sobre la existencia) de los montes y de los valles, y la creación de los bosques de ciprés y de pino (que aparecieron) en la superficie.
Y así Gucumatz se alegró: «¡Bienvenido seas (exclamó) oh, Corazón del Cielo, oh Hurakán, oh, Chipi-Caculhá, oh, Raxá-Caculhá!»
-Lo que hemos creado y formado tendrá su término -respondieron ellos.
Primero se formaron la tierra, los montes y los valles. El curso de las aguas fue dividido. Los arroyos comenzaron a serpentear entre las montañas. En ese orden existieron las aguas, cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra cuando fue formada por El Corazón del Cielo, y el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo y la tierra, todavía inertes, estaban suspendidos en medio del agua.
Tal fue su fecundación cuando ellos la formaron, mientras meditaban acerca de su composición y perfeccionamiento.

Capítulo segundo
Enseguida hicieron fecundos a los animales de la montaña, que son los guardianes de los bosques; los seres que pueblan los montes, los venados, los pájaros, los leones, los tigres, las víboras y el cantil, guardianes de los bejucos.
Luego habló El que Engendra, El que da el Ser:
-¿Es para (quedar) en silencio, para (estar) sin movimiento, como la sombra de los bosques y de los bejucos? Por ello, es bueno que haya seres que los cuiden.
Así fue como hablaron ellos, mientras provocaban la fecundación de las cosas; e inmediatamente existieron los venados y los pájaros. Entonces, pues, dieron moradas a los venados y a los pájaros.
-Tú, venado, dormirás en las riberas de los arroyos y en las barrancas. Allí permanecerás entre las malezas, en la hierba; en los bosques te multiplicarás; marcharás en cuatro pies y en cuatro pies vivirás -así como se dijo, así fue hecho.
Luego fueron también repartidas las moradas de los grandes pájaros y de los pequeños pájaros.
-Vosotros, pájaros, os alojaréis en lo alto de los bosques, en lo alto de los bejucos. Allí hallaréis vuestros nidos y allí os multiplicaréis; creceréis en las ramas de los árboles y en los bejucos.
Así fue dicho a los venados y los pájaros, mientras hacían lo que debían; y todos entraron en sus moradas o en sus nidos. Así fue como dio viviendas a los animales de la tierra El que Engendra, El que da el Ser.
Siendo, pues, creados los venados y los pájaros, les fue dicho por El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser:
-Gritad, gorjead ahora, puesto que (se os ha dado) el poder de gritar y de gorjear. Haced oír vuestro lenguaje, cada uno de acuerdo con su especie; cada uno según su género -así fue dicho a los venados, a los pájaros, a los leones, a los tigres y a las serpientes.
-Decid, pues, nuestro nombre, alabadnos, a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. Invocad, pues, a Hurakán, El Surco del Relámpago, El Rayo que Golpea, El Corazón del Cielo, El Corazón de la Tierra, El Creador, El Formador, El que Engendra, El que da el Ser. Hablad, llamadnos y saludadnos -les fue dicho.
Pero les fue imposible hablar como el hombre. No hicieron sino gritar, cacarear, graznar, sin que se manifestara forma de lenguaje, gritando cada uno de diferente manera.
Cuando el Creador y El Formador vieron que no podían hablar, dijéronse otra vez uno a otro:
-No han podido decir nuestro nombre, aunque seamos sus creadores y formadores. Ello no está bien -repitió El que Engendra, El que da el Ser.
Y así fue dicho a los animales:
-Vosotros seréis cambiados, porque os ha sido imposible hablar. Hemos cambiado, pues, de parecer: tendréis vuestro alimento y vuestro pasto, vuestros nidos y vuestros cubiles en las barrancas y en los bosques, pues nuestra gloria no será perfecta, si vosotros no nos invocáis.
-Todavía hay (seres), y los hay, sin duda, que puedan saludarnos. Los haremos capaces de obedecer. Ahora, haced vuestro deber. En cuanto a vuestra carne, será triturada entre los dientes. ¡Así sea! He ahí, pues, vuestro destino -así fue como se les habló y al mismo tiempo se les hizo saber (estas cosas) a los animales grandes y pequeños, que están sobre la superficie de la tierra.
Quisieron probar fortuna nuevamente. Quisieron hacer otra tentativa y probar de nuevo a que los adoraran. Pero no pudieron entender su lenguaje. Nada lograron y nada pudieron hacer.
Así pues, su carne fue humillada, y todos los animales que moran sobre la faz de la tierra, condenados a ser muertos y comidos.
Así fue como El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser, hicieron un nuevo intento para crear la criatura humana.
-Que se ensaye de nuevo. Ya se acerca el tiempo de las siembras. He ahí la aurora (que va a aparecer). Hagamos a los (que deben ser) nuestros sostenedores y nuestros mantenedores -dijeron.
-¿Cómo (haremos) para ser invocados y conmemorados sobre la faz de la tierra? Hemos ensayado nuestra primera obra y nuestras primeras criaturas; pero no ha sido posible ser saludados ni honrados por ellas. Probaremos, pues, hacer hombres obedientes y respetuosos, (que sean nuestros) sostenedores y nuestros mantenedores -así dijeron. Entonces crearon y formaron al hombre. De barro hicieron su carne.
Pero vieron que no estaba bien, pues no tenía consistencia. Sin movimientos, sin fuerza, el hombre era inepto y aguado. No movía la cabeza. La cara no se volvía sino a un lado. Tenía la vista velada y no podía ver hacia atrás. Fue dotado (del don) del habla, aunque no tenía inteligencia, e inmediatamente se consumió en el agua, sin poder estar erguido.
Ahora bien, El Creador y El Formador exclamaron otra vez:
-Mientras más trabaja uno en ello, más incapaz es él de caminar y multiplicarse. ¡Que se haga, pues, un ser inteligente! -dijeron.
Luego deshicieron y destruyeron una vez más su obra y su creación. Enseguida dijeron: «¿Cómo haremos para que puedan nacer (seres) que nos adoren y nos invoquen?».
Dijeron entonces, mientras se consultaban de nuevo:
-Digamos a Xpiyacoc y a Xmucané, al Tirador de Cerbatana, al Tacuacín, al Tirador de Cerbatana al Coyote, probad suerte de nuevo. Ensayad a formarlos de nuevo.
Así se dijeron entre ellos El Creador y El Formador, y hablaron entonces a Xpiyacoc y a Xmucané.
Enseguida consultaron a esos adivinos, el Abuelo del Sol, la Abuela de la Luz, como son llamados por el Creador y El Formador, y son ésos los nombres de Xpiyacoc y de Xmucané.
Y los de Hurakán hablaron con Tepeu y Gucumatz. Entonces dijeron al del Sol, al de la formación, que (son los adivinos):
-Es tiempo de ponerse de acuerdo de nuevo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, para que (sea) una vez más (nuestro) mantenedor, a fin de que seamos invocados y recordados.
-Tomad, pues, la palabra, ¡oh, Tú que engendras y pares, nuestra Abuela y nuestro Abuelo, Xpiyacoc y Xmucané; haced que la germinación se haga, que el alba ilumine, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre formado, por el hombre creado, por el hombre erguido, por el hombre moldeado. Haced que así sea.
-¡Manifestad vuestro nombre, oh, Tirador de Cerbatana al Tacuacín, oh Tirador de Cerbatana al Coyote, dos veces engendrador, dos veces procreador, Gran Jabalí, Gran Picador de Espinas, El de la Esmeralda, El Joyero, El Cincelador, El Arquitecto, El del Planisferio Verde, El de la Superficie Azulada, El Dueño de la Resina, El Jefe de Toltecat, Abuelo del Sol, Abuela del Día, porque así seréis llamados por vuestras obras y vuestras criaturas!
-Echad suertes con vuestro maíz, con vuestro tzité, para saber si se hará y resultará, que labremos y tallaremos su boca, y su rostro en madera -así fue dicho a los adivinos.
Llegó (el momento) de echar suertes y de saludar el rito del encantamiento con maíces y tzité.
-¡Suerte, criaturas! -les dijeron entonces una vieja y un viejo.
Ahora bien, ese viejo era el maestro de las suertes con tzité: Xpiyacoc se llamaba; pero la vieja era la adivina, La Formadora, cuyo nombre (era) Chirakán Xmucané.
Así, pues, ellos hablaron de esta manera cuando el sol se detenía en el meridiano:
-Es tiempo de ponerse de acuerdo. Habla; que nosotros escuchemos; que nosotros hablemos y digamos si es preciso que la madera sea labrada y esculpida por El Formador y El Creador, y si éste será el sostenedor y el mantenedor, cuando la germinación se haga y nazca el día.
-¡Oh, maíz, oh, tzité, oh, sol, criatura, uníos, ayuntaos! -así fue dicho al maíz, al tzité, al sol y a la criatura.
-Y tú, oh Corazón del Cielo, sonrójate; ¡no humilles a Tepeu ni a Gucumatz!
Luego hablaron y dijeron la verdad: «Así está bien que se hagan vuestros muñecos, labrados en madera; que hablen y razonen a su gusto sobre la tierra».
-Así sea -respondieron ellos cuando hablaron.
En el mismo instante fueron hechos de madera los muñecos. Se formaron los hombres. Los hombres razonaron y éstas son las gentes que (habitan) la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron; engendraron hijas e hijos, muñecos labrados en madera; pero no tenían corazón, ni inteligencia, ni recuerdo de su Formador, de su Creador. Llevaban una existencia inútil y vivían como animales.
No se recordaban ya del corazón del Cielo, y por ello cayeron en desgracia. No fue, pues, sino un ensayo, un intento de hacer hombres, que hablaron al principio, pero cuyo rostro se enjutó.
Sus pies y sus manos no tenían consistencia. No tenían sangre ni sustancia, ni humedad, ni grasa. Las mejillas secas era (todo lo que ofrecían) sus caras. Aridos eran sus pies y sus manos; fláccida su carne.
Por esa razón no pensaban en hacer reverencias ante El Formador y El Creador, su padre y providencia.
Ahora bien, estos fueron los primeros hombres que existieron en gran número aquí sobre la faz de la tierra.

Fuente: Adrián Recimos, Popol Vuh, F.C.E., México 1947
Para saber más:

30 de marzo de 2010

Orígenes (III): Génesis

Capítulo 1
La creación
1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
1:3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
1:4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
1:5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
1:6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.
1:7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así.
1:8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
1:9 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.
1:10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.
1:11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.
1:12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.
1:13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
1:14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años,
1:15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así.
1:16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
1:17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra,
1:18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno.
1:19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
1:20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
1:21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
1:22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
1:23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
1:24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
1:25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
1:29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
1:30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.


Capítulo 2
2:1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.
2:2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Texto extraido de la Biblia, LIBRO PRIMERO DE MOISÉS, GÉNESIS, Capitulo s1 y 2

Orígenes (II): Historias del Kojiki. (古事記)

El inicio del Mundo
Antes que los cielos y la tierra existiesen, todo era Caos, sin límites inimaginables y sin aspecto o formas definidas. Eones, seguidos de eones y a partir de este infinito con masa transparente, de liviano peso y sin forma, se alzó el cielo. Se le denominó la "Llanura del Alto Cielo - Takamagahara", en la cual se materializó una deidad denominada Ame no Minaka-Nushi no Mikoto (La Venerable Deidad del Centro del Cielo). Posteriormente el cielo dio a luz a una deidad llamada Takami-Musubi-no-Mikoto (La Venerable Divina Alta Fuerza Activa de la Procreación), seguida de una tercera denominada Kammi-Musubi-no-Mikoto (Divina Fuerza Activa de la Procreación). Estas tres deidades se denominaron las Divinidades de la Creación.
Durante un tiempo lo que era pesado y opaco en el vacio se fue gradualmente precipitándose dando lugar a la tierra, tomándose una incomensurable cantidad de tiempo para que se condensase lo suficiente y formase suelo sólido. En estas etápas primigénias, durante millones y millones de años, la tierra tenía más parecido a una balsa flotante de aceite, como las medusas sobre la superficie del agua. De pronto, como el surgimiento de una caña, un par de inmortales nacieron de su seno. Éstos fueron, la deidad Umashi-Ashi-Kahibi-Hikoji-no-Mikoto (La deidad Principe/Anciana del Agradable Brote de Caña) y la deidad Ame-no-Tokotachi-no-Mikoto (La deidad de la Existencia Eternamente Celestial).
Muchos dioses nacieron en sucesión, por lo que aumentaron en número, pero el mundo al permanecer en un estado caótico, no había nada para ellos. Entonces, todas las deidades celestiales clamaron a dos seres divinos, Izanagi e Izanami, y se les ordenó descender al lugar nebuloso, para que ayudandose mutuamente lo consolidasen en tierra firme. "Pondremos a vuestra disposición", dijeron, "éste precioso tesoro, con el que trazareis la tierra, la creación que os hemos encomendado". Diciendo ésto, les emtregaron una lanza llamada Ama-no-Nukobo, embebida con gemas preciosas. La divina pareja recibieron respetuosa y ceremonialmente el arma sagrada y se alejaron de la presencia de resto de deidades préstos a realizar su venerable encargo.
Se dirigieron inmediatamente al Puente Flotante del Cielo, que yace entre el cielo y la tierra, permaneciendo por un momento observando lo que yacía debajo. Vieron un mundo no condensado, como un mar de niebla que flotaba por el aire, exhalando un olor indescriptible pero fragante. Se quedaron, al principio, pensativos para decidir cómo y dónde comenzar, al cabo de un rato Izanagi sugirió a su compañero que podrían probar el efecto de verter y remover salmuera con su lanza. Así dicho ésto, bajó el varal enjoyado y sintieron que tocaron algo. Después de la elaboración, examinó el resultado y observó que la grandes gotas que caían de la lanza se coagulaban inmediatamente en una isla, la cual es hoy día conocida como la Isla de Onokoro.
Felices por el resultado las dos deidades descendieron inmediatamente por el puente flotante para llegar a la isla milagrosamente creada. En esta isla vivirán a partir de entonces convirtiéndola en la base para la subsecuente tarea de creación de un país. Entonces deseando ser desposados erigieron en el centro de la isla un pilar, el Venerable Pilar Celestial, construyendo a su alrededor un gran palacio que se llamó el Salón de las Ocho Brazas.
Entonces la deidad masculina hacia la izquierda y la femenina a la derecha fueron uno al encuentro del otro girando en direcciones opuestas alrededor del pilar. Cuando se volvieron a encontrar al otro lado del pilar, Izanami la deidad femenina, hablando primero, exclamó: "¡Qué deleitoso es encontrarse con un joven tan hermoso!, a lo cual Izanagi, la deidad masculina respondió: "¡Cuán deleitoso es haber caído en brazos de tan adorable doncella!". Después de haber dicho ésto, la deidad masculina dijo que no era correcto que una mujer se anticipase a un hombre en un saludo. Sin embargo, mantuvieron relaciones conyugales, siendo instruidos por dos aguzanieves que volaron al encuentro.
La diosa dio a su divino consorte un hijo, pero el bebé era débil y sin huesos como una sanguijuela. Disgustado con ello, él lo abandonó en las aguas en un barco hecho de juncos. Su segundo descendiente fue tan decepcionante como el primero. La dos deidades, decepcionadas por su fracaso y llenos de dudas, ascendieron al cielo para consultar al resto de deidades las causas de su infortunio. El resto de deidades realizaron una ceremonia de adivinación y les dijeron: "Es fallo de la mujer. Al rodear el pilar fue incorrecto e impropio que la mujer hablase antes que el hombre. Ésta es la razón".
Las dos deidades vieron la verdad en ésta sugerencia divina, y prepararon sus mente para corregir el error. Así al volver de nuevo a tierra, realizaron otra vez la ceremonia del pilar. Ésta vez Izanagi habló primero diciendo: "¡Cuán deleitoso es encontrarse con tan bella doncella!", ¡Qué feliz soy", respondiendo Izanami, "que me haya encontrado con tan apuesto joven!" Éste proceso fue más apropiado y concorde a las leyes de la naturaleza. Después de ello, todos los hijos nacidos de ellos no tuvieron nada que no fuese deseado.
Primero nació la Isla de Awaji, después, Shikoku, entonces, la Isla de Oki, seguida de Kyushu; después de ello, la Isla Tsushima estuvo por venir, y finalmente Honshu, la isla principal de Japón. El nombre de Oyashi-ma-kuni (el País de las Ocho Grandes Islas) fue dado a las mismas. Después de ello, las dos deidades llegaron a ser los padres de numerosas islas menores destinadas a rodear a las más grandes.

Texto extraído del Kojiki o Crónicas Antiguas de Japón, compiladas por O No Yasumaro en el año 712 D.C. Traducción libre del texto de Yaichiro Isobe (http://www.wsu.edu/~wldciv/world_civ_reader/world_civ_reader_1/kojiki.html).
Para saber más:
http://es.wikipedia.org/wiki/Kojiki
http://www.terra.es/personal3/japonologia/docs/ZJ-mito0.htm

29 de marzo de 2010

Orígenes (I): Ainunllindallë



AINULINDALË

"En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa. Y les habló y les propuso temas de música, y cantaron ante él y él se sintió complacido. Pero por mucho tiempo cada uno de ellos cantó solo, o junto con unos pocos, mientras el resto escuchaba; porque cada uno sólo entendía aquella parte de la mente de Ilúvatar de la que provenía él mismo, y eran muy lentos en comprender el canto de sus hermanos. Pero cada vez que escuchaban, alcanzaban una comprensión más profunda, y crecían en unisonancia y armonía.
Y sucedió que Ilúvatar convocó a todos los Ainur, y les comunicó un tema poderoso, descubriendo para ellos cosas todavía más grandes y más maravillosas que las reveladas hasta entonces; y la gloria del principio y el esplendor del final asombraron a los Ainur, de modo que se inclinaron ante Ilúvatar y guardaron silencio.
Entonces les dijo Ilúvatar: –Del tema que os he comunicado, quiero ahora que hagáis, juntos y en armonía, una Gran Música. Y como os he inflamado con la Llama Imperecedera, mostraréis vuestros poderes en el adorno de este tema mismo, cada cual con sus propios pensamientos y recursos, si así le place. Pero yo me sentaré y escucharé, y será de mi agrado que por medio de vosotros una gran belleza despierte en canción.
Entonces las voces de los Ainur, como de arpas y laúdes, pífinos y trompetas, violas y órganos, y como de coros incontables que cantan con palabras, empezaron a convertir el tema de Ilúvatar en una gran música, y un sonido se elevó de innumerables melodías alternadas, entretejidas en una armonía que iba más allá del oído hasta las profundidades y las alturas, rebosando los espacios de la morada de Ilúvatar y al fin la música y el eco de la música desbordaron volcándose en el Vacío, y ya no hubo vacío. Nunca desde entonces hicieron los Ainur una música como ésta aunque se ha dicho que los coros de los Ainur y los Hijos de Ilúvatar harán ante él una música todavía más grande, después del fin de los días. Entonces los temas de Ilúvatar se tocarán correctamente y tendrán Ser en el momento en que aparezcan, pues todos entenderán entonces plenamente la intención del Único para cada una de las partes, y conocerán la comprensión de los demás, e Ilúvatar pondrá en los pensamientos de ellos el fuego secreto.
Pero ahora Ilúvatar escuchaba sentado, y durante un largo rato le pareció bien, pues no había fallas en la música. Pero a medida que el tema prosperaba nació un deseo en el corazón de Melkor: entretejer asuntos de su propia imaginación que no se acordaban con el tema de Ilúvatar, porque intentaba así acrecentar el poder y la gloria de la parte que le había sido asignada. A Melkor, entre los Ainur, le habían sido dados los más grandes dones de poder y conocimiento, y tenía parte en todos los dones de sus hermanos. Con frecuencia había ido solo a los sitios vacíos en busca de la Llama Imperecedera porque grande era el deseo que ardía en él de dar Ser a cosas propias, y le parecía que Ilúvatar no se ocupaba del Vacío, cuya desnudez lo impacientaba. No encontró el Fuego, porque el Fuego está con Ilúvatar. Pero hallándose solo había empezado a tener pensamientos propios, distintos de los de sus hermanos.
Melkor entretejió algunos de estos pensamientos en la música, e inmediatamente una discordancia se alzó en torno, y muchos de los que estaban cerca se desalentaron, se les confundió el pensamiento, y la música vaciló; pero algunos empezaron a concertar su música con la de Melkor más que con el pensamiento que habían tenido en un principio. Entonces la discordancia de Melkor se extendió todavía más, y las melodías escuchadas antes naufragaron en un mar de sonido turbulento Pero Ilúvatar continuaba sentado y escuchaba, hasta que pareció que alrededor del trono había estallado una furiosa tormenta, como de aguas oscuras que batallaran entre sí con una cólera infinita que nunca sería apaciguada.
Entonces Ilúvatar se puso de pie y los Ainur vieron que sonreía; y levantó la mano izquierda y un nuevo tema nació en medio de la tormenta, parecido y sin embargo distinto al anterior, y que cobró fuerzas y tenia una nueva belleza. Pero la discordancia de Melkor se elevó rugiendo y luchó con él, y una vez mas hubo una guerra de sonidos más violenta que antes, hasta que muchos de los Ainur se desanimaron y no cantaron más, y Melkor predominó. Otra vez se incorporó entonces Ilúvatar, y los Ainur vieron que estaba serio; e Ilúvatar levantó la mano derecha, y he aquí que un tercer tema brotó de la confusión, y era distinto de los otros. Porque pareció al principio dulce y suave, un mero murmullo de sonidos leves en delicadas melodías; pero no pudo ser apagado y adquirió poder y profundidad. Y pareció por último que dos músicas se desenvolvían a un tiempo ante el asiento de Ilúvatar, por completo discordantes. La una era profunda, vasta y hermosa, pero lenta y mezclada con un dolor sin medida que era la fuente principal de su belleza. La música de Melkor había alcanzado ahora una unidad propia; pero era estridente, vana e infinitamente repetida y poco armónica, pues sonaba como un clamor de múltiples trompetas que bramaran unas pocas notas, todas al unísono. E intentó ahogar a la otra música con una voz violenta, pero pareció que la música de Ilúvatar se apoderaba de algún modo de las notas más triunfantes y las entretejía en su propia solemne estructura.
En medio de esta batalla que sacudía las estancias de Ilúvatar y estremecía unos silencios hasta entonces inmutables, Ilúvatar se puso de pie por tercera vez, y era terrible mirarlo a la cara. Levantó entonces ambas manos y en un acorde más profundo que el Abismo, más alto que el Firmamento, penetrante como la luz de los ojos de Ilúvatar, la Música cesó.
Entonces Ilúvatar habló, y dijo: –Poderosos son los Ainur, y entre ellos el más poderoso es Melkor; pero sepan él y todos los Ainur que yo soy Ilúvatar; os mostraré las cosas que habéis cantado y así veréis qué habéis hecho. Y tú, Melkor, verás que ningún tema puede tocarse que
no tenga en mi su fuente más profunda, y que nadie puede alterar la música a mi pesar. Porque aquel que lo intente probará que es sólo mi instrumento para la creación de cosas más maravillosas todavía, que él no ha imaginado.
Entonces los Ainur tuvieron miedo aunque aún no habían comprendido qué les decía Ilúvatar; y llenóse Melkor de vergüenza, de la que nació un rencor secreto. Pero Ilúvatar se irguió resplandeciente, y se alejó de las hermosas regiones que había hecho para los Ainur, y los Ainur lo siguieron.
Pero cuando llegaron al Vacío, Ilúvatar les dijo: –¡Contemplad vuestra música! –Y les mostró una escena, dándoles vista donde antes había habido sólo oído; y los Ainur vieron un nuevo Mundo hecho visible para ellos, y era un globo en el Vacío, y en él se sostenía, aunque no pertenecía al Vacío. Y mientras lo miraban y se admiraban, este mundo empezó a desplegar su historia y les pareció que vivía y crecía. Y cuando los Ainur hubieron mirado un rato en silencio, volvió a hablar Ilúvatar: –¡Contemplad vuestra música! Este es vuestro canto y cada uno de vosotros encontrará en él, entre lo que os he propuesto, todas las cosas que en apariencia habéis inventado o añadido. Y tú, Melkor, descubrirás los pensamientos secretos de tu propia mente y entenderás que son sólo una parte del todo y tributarios de su gloria.
Y muchas otras cosas dijo Ilúvatar a los Ainur en aquella ocasión, y por causa del recuerdo de sus palabras y por el conocimiento que cada uno tenía de la música que él mismo había compuesto, los Ainur saben mucho de lo que era, lo que es y lo que será, y pocas cosas no ven. Sin embargo, algunas cosas hay que no pueden ver, ni a solas ni aun consultándose entre ellos, porque a nadie más que a sí mismo ha revelado Ilúvatar todo lo que tiene él en reserva y en cada edad aparecen cosas nuevas e imprevistas, pues no proceden del pasado. Y así fue que mientras esta visión del Mundo se desplegaba ante ellos, los Ainur vieron que contenía cosas que no habían pensado antes. Y vieron con asombro la llegada de los Hijos de Ilúvatar y las estancias preparadas para ellos, y advirtieron que ellos mismos durante la labor de la música habían estado ocupados en la preparación de esta morada, pero ignorando que tuviese algún otro propósito que su propia belleza. Porque sólo él había concebido a los Hijos de Ilúvatar; que llegaron con el tercer tema, y no estaban en aquel que Ilúvatar había propuesto en un principio y ninguno de los Ainur había intervenido en esta creación. Por tanto, mientras más los contemplaban más los amaban, pues eran criaturas distintas de ellos mismos, extrañas y libres, en las que veían reflejada de nuevo la mente de Ilúvatar, y conocieron aun entonces algo más de la sabiduría de Ilúvatar que de otro modo habría permanecido oculta aun para los Ainur.
Ahora bien, los Hijos de Ilúvatar son Elfos y Hombres, los Primeros Nacidos y los Seguidores..."
Fragmento sobre la creación del mundo.
Silmarillion, Ainunllindallë, J.R.R. Tolkien