Erase una vez una fuerza superior, suprema, que creó un espíritu sempiterno. A este espíritu le concedió un deseo: que en el momento que quisiera, desde la creación del planeta Tierra, podría convertirse en cualquier ser vivo, pero con la condición que una vez realizada la decisión, caminaría hacia el mundo de la mortalidad.
Este espíritu vio pasar las primeras etapas de formación geológica, precámbrica, palezoica (devónico, carbonífero...). Podría haberse convertido en un musgo, un helecho o un líquen, pero no fue ese el resultado.
Continúa, durante millones de años viendo etapas evolutivas geológicas, así como el conocimiento de nuevas especies animales y vegetales. Pudo incluso haber tomado la decisión de haberse convertido en el más poderoso de los animales, el Tiranosaurius Rex, pero era terco, muy terco.
Comenzó a llamarle la atención el largo proceso de un aceite, no mineral, constituido por una mezcla de hidrocarburos gaseosos, líquidos y sólidos, formados de carbono e hidrógeno (hidrocarburos fósiles).
Las grandes áreas sedimentarias, por lo general marinas, son idóneas para que los sedimentos orgánicos se depositen.
Le aprisionaba este "mundo". Seguía atentamente la acción de microorganismos sobre los restos de animales y vegetales, sometidos a altas temperaturas y presión; todo este proceso bajo ambiente anaerobio, es decir en ausencia de oxígeno.
Aumenta la presión, los estratos de sedimento se van compactando hasta formar la roca madre. El aceite que se va creando impregna rocas porosas y permeables (rocas almacenes); ahí se retiene el aceite.
Esto depósitos se encuentran estratificados verticalmente, de arriba hacia abajo, gases naturales, aceite viscoso y más profundamente agua salada.
La inquietud fue creciendo en este espíritu, hasta que al final explotó, tomando la decisión de convertirse en mortal.
Es en Nueva York, en 1839 del calendario juliano, cuando ese espíritu se instala en un ser humano. El reloj de arena da media vuelta y su contenido empieza a caer grano a grano. Ya no hay marcha atrás, el camino hacia la mortalidad ha comenzado.
Con todos los conocimientos adquiridos decide lanzarse al mundo del "aceite de piedra" (petróleo). Conocía los yacimientos sin necesidad de prospecciones. Comenzó a extraer petróleo empezando por los más superficiales, normalmente por percusión, pasando a los más profundos, generalmente por rotación.
Fundó la Standard Oil Company.
Estamos hablando de J. Davison Rokefeller. Su inquietud fue culminar, mediante aplicación directa, todos los conocimientos adquirirdos durante millones de años.
La vida de los seres humanos cambió a todos los niveles. Probablemente si hubiese adivinado el futuro, hubiese evitado grandes desastres de la Humanidad, pero claro, eso era futuro y no podía predecirlo; no podemos afirmar que hubo un error de cálculo, seguro no lo hubiese deseado.
El último grano del reloj cayó en 1937.