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25 de junio de 2014

El Profeta



Después de un almuerzo copioso, en una velada entre familiares y amigos, decidimos dar un largo paseo, por eso de que se hace mejor la digestión estando en movimiento, o porque si uno se acuesta la siesta no le levanta ni la grúa del puerto.
Nos adentramos en campo abierto a través de una vereda de carne donde no pasaba en años ni un mulo burrero.
Manchas de pinos, matorral y eucaliptos nos flanqueaban por babor y estribor.
Hubo un momento en el que uno de los caminantes machadescos, con el pudor correspondiente, decide echar una “meá”, adentrándose un poco entre los eucaliptos. Cuando se detiene para culminar el acto, se encuentra entre sus pies un inodoro, y además con la tapadera abierta. Como si no pasara nada, como si fuese normal, afina la puntería más que Guillermo Tell y, todo para adentro (ojo, es muy importante no mojarse los pies).
Casi todos los que allí estábamos, menos las mujeres, aprovechando la coyuntura, uno a uno, decidimos no hacer un guiño a las casualidades que nos ofrece el destino.
No nos lo podíamos creer, fue casi un milagro.
Llegamos a la conclusión que aquello era una predestinación, un mensaje del Dios del ácido úrico.
Ese porte, esa figura imberbe (no como otros) era el símbolo del nuevo profeta, el nuevo Mesías.
La  acogedora figura, orgullosa y coqueta, con apellido grabado en el lomo, se convierte en el símbolo de la nueva religión, reposando en un altar que sería la envidia del Taj Mahal.
¡No más piedras negras, no más cruces, no más figuras de príncipes ni serpientes emplumadas; UN INODORO!
La nueva fe se expandió por todas las comarcas cercanas hasta conquistar amplísimos territorios. Rutas de peregrinación se repartían en distintas direcciones.
Colas de muchos kilómetros de fieles esperaban para derramar el líquido sagrado, en vejigas a reventar, cuidando al máximo de no salir volando como un globo.
Las mujeres lo pasaban mal. Cuando no aguantaban más se ponían las manos en… ¡Ahí mismo!, entrecruzando las piernas para preservar hasta la última gota del líquido objeto de la veneración. Los hombres daban saltos como los masáis. ¡Ya no aguantamos más!
Al ver tanta gente, las grandes marcas cerveceras como Cruzcampo, Águila, Mahou, San Miguel,  Alhambra, Damm o Estrella de Galicia, entre otras, instalaron chiringuitos en las cercanías, como si el ambiente fuese de unas cruces de mayo o la final de una champions.
Cientos de chalecos reflectantes se movían como luciérnagas, controlando las filas a cambio de unas monedas.
Una tienda de souvenirs-reliquias ofrecían imágenes de inodoros a precios desorbitados.
Una clínica urológica bien equipada, aprovechando la coyuntura, no paraba de hacer ecografías, como si fuese una máquina fotocopiadora.
Todo estaba bien orquestado.
¡hay que ver lo que da de sí un urinario!
¡No aguanto más!
¡Hostias, me he meado en la cama!

10 de marzo de 2014

Rios de Felicidad


¡Increíble! Un amigo me comenta que un grupo de compañeros vamos a una excursión-visita a la fábrica que Heineken-Cruzcampo tiene en Sevilla.
En nuestro intercambio verbal dijimos: “nos vamos a hartar de cervezas". Sigilo... ¡Qué coño sigilo, si todos sabemos a qué vamos! Cuentan conmigo el primero, ¿por qué será?
Me llevo dos días preparando mi estómago para esta magia-aventura, me entusiasma, ¡estoy entusiasmado!
Temprano, autocar repleto, 90 kilómetros Llegamos a la fábrica, ¡qué peste! Entramos. Miro el reloj y pienso: “ya es la hora de darse el primer lingotazo”. Nos enrean; nos meten en una sala oscura con una gran pantalla donde nos enseñan lo que es una caña perfecta: “que si máquina de presión; que si gas carbónico; que si ácido; que si temperatura; que si el vaso tiene que ser tipo barrilito por una cuestión de gas; que si hay que tumbar el vaso...
Me preguntaba: ¿cuándo viene el alpiste?
Se hacía de rogar. Gran martirio. Ahora nos llevan a la fábrica en sí. ¡qué peste! Sistema mecánico que no para. Barriles que se limpian por pasarelas; no tenían cuerpos de modelos; no paran. Estoy aburrido y miro el reloj. Me pregunto: ¿Cuándo coño empezamos con el “costo”? La mañana se hace eterna; no aguanto más; no me lo puedo creer. ¡Esto de qué va!
Por fin llegó el momento de acabar con la eterna parafernalia. Las 12 horas y nos vemos en el paraíso: barra circular, varias camareras para servir, mesa llena de canapés donde no faltaba el gran señor del tapeo: ¡el jamón!. No tiene alas, pero voló.
Todos los comensales empezamos a pedir cervezas de todo tipo, dentro de lo que existe en la marca.
Había una luz azulona de la que nadie se percataba.
Yo solamente bebía de barril, de la rubia con su tonalidad azulada. Repetía una y otra vez. Sólo quería beber de mi rubia con color azulado; no paraba.
Un compañero me dijo: “tengo un pedazo de negra que no puedo con ella; es mucha tela para mí sólo, ¿me ayudas a compartirla?” Le dije: “Yo soy fiel a mi rubia con la tonalidad azulada.” No paré; bebí de la rubia hasta que dejé seco el barril; ni me cansaba ni quería cambiar.
Sobre las 4 de la tarde nos llevaron a un salón con mesas y asientos alargados, tipo merendero. Nos pusieron un buen almuerzo. ¿A que no sabéis qué bebió el “paisa”? ¡cerveza! No paré. No me arrepentía.
Cuando salimos de la fábrica nos llevan a un barco para hacer una ruta por el Guadalquivir. Casi todos estaban adosados, acostados, con un pedazo de tranca impresionante. Ahí está el “paisa” que se convierte en “Indiana Jones” buscando un arca, y la encontró: ¡Latas de Cruzcampo! No paré. Una tras otra. Me dejaron solo.
Fin de la jornada y vuelta a tras. Tras el aterrizaje continué con mi rubia.
Llegó la hora de dormir. Lo que conseguí con esa jornada fue que esa noche roncara como un león cavernario y que en la fábrica cervecera pusieran un cartel con mi fotografía y una orden de alejamiento de, al menos, 90 kilómetros a la redonda.

Artículo reeditado: Originalmente publicado el 26 de Abril de 2010.

25 de febrero de 2012

Ella (Reedición de Colaboraciones)


Cuando te conocí, de entre todas, te elegí a ti.
Al principio era por ser la favorita de mis amigos.
Tan rubia, con esa frescura... quién se resistía.
Siempre la reina de las fiestas, sin ti no hay alegría.
Todos se ofrecen ir a buscarte, o traerte en sus coches.
Eres motivo de muchas discusiones entre parejas, pero tú eres inocente, natural como tu misma, el que no sepa encajarte en su vida, que se aleje de ti.
A los que te conocemos, nos inspira relax, punto de encuentro, nos sinceramos ante ti, nos provocas risas, buen rollo.
Gracias a ti se han forjado grandes amistades y también se han roto, pero tú siempre has estado ahí.
Como diría Alejandro Sanz:
"Que me peina el alma y me la enreda
Va conmigo pero no se donde va
Mi rival, mi compañera
Que está tan dentro de mi vida y a la vez tan fuera
Sé que volveré a perderme y la encontraré de nuevo..."
Gracias rubia, por saciarme tantas veces la sed.
(Dedicado a la Cruz Campo, la mejor rubia del mundo).

Este artículo es de nuestra incondicional seguidora QUEEN.

27 de octubre de 2011

El billar es grande


Comienza la competición.


Como un niño cuando estrena zapatos nuevos, como el que va de pesca y sueña con su mejor captura, así nos sentimos todos aquellos que entramos en la anual competición de billar.


Imagino que cada cual dentro de sus preferencias deportivas, intenta superarse a si mismo, los practicantes del billar también sueñan con llegar a conseguir algo grande, y en mi caso lo he logrado, pero cada vez que comienza la temporada pienso en otro logro a obtener, y hasta que no lo haga no cesaré en mi empeño, o hasta que las fuerzas me abandonen.


Sin ir mas lejos me propuse ganar una prueba a nivel andaluz, tuve la suerte de disputar varias finales, y solo conseguí una, pero lo hice, ahora me propongo estar dentro de los cuatro primeros de Andalucía para llegar a representarla a nivel nacional, la temporada pasada quedé el quinto, haré lo imposible para estar dentro de los cuatros mejores.


Quizás ese gusanillo que entra en el primer partido que juegas, hace que te sientas vivo, y poco a poco vas descubriendo la templanza en ti pero en dosis muy pequeñas. También observas en tus contrincantes la presión a la que están sometidos, y a medida que transcurre la partida se crea en el ambiente ese poder mágico que tiene este deporte.


Una vez concluidas las partidas las felicitaciones a los ganadores son elogiadas por todos, compartiendo después unas cervezas para refrescarnos un poco y dar impresiones de lo acontecido anteriormente. La buena armonía debe existir siempre, una sincera hermandad hace a cualquier deporte grande como en este caso el billar.