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4 de mayo de 2014

El reflejo de Dios en la Tierra


Las primeras celebraciones del Día de las Madres se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades.
Igualmente los romanos llamaron a esta celebración La Hilaria cuando la adquirieron de los griegos y se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se hacían ofrendas.
Los primeros cristianos transformaron estas celebraciones en honor a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que se mantiene en la celebración del Día de la Madre en algunos países como Panamá.
En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también a la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras.
El moderno Día de la Madre fue creado por Julia Ward Howe en 1870, originalmente como un día de madres por la paz, que luego devino en un día para cada familia en honor a su madre y se ha convertido en una fiesta en muchos lugares del mundo.


A mi madre
Mamá, sabes que lo que siento por ti, no se puede explicar, que es más grande que el mar y que tuvo principio, pero nunca tendrá final.
Amándome, me enseñaste que valía la pena despertar cada mañana, e hiciste que la luz del sol, entrara por mi ventana.
Con tu cariño, nos enseñaste el camino hacia la felicidad y sembraste en nuestros corazones, la esperanza y el amor.
Porque tú has luchado por mí y yo lo daré todo por ti.
Porque vives en mí, en lo más profundo, en mi interior.
No hay nada que nos pueda separar, porque somos dos personas, compartiendo el mismo corazón.
Eres mi razón de vivir, mi tesoro, mi ángel, mi luz y mi guía, mi confidente y consejera, mi suerte y alegría.
Lo eres todo para mí.
Nunca te sientas sola, porque a tu lado siempre vamos a estar.
No hay ninguna adversidad, que nuestra familia unida, no pueda superar.
Te queremos mamá.

Artículo reeditado: originalmente publicado el 02 de Noviembre de 2010.

13 de junio de 2013

Un trocito de mi



La vida volvió a llegar de nuevo a donde parecía que no llegaría. Una gota de rocío amaneció de pronto entre nosotros, llenando de alegría nuestra casa, nuestros corazones, nuestras vidas, agradeciéndole a Dios que tu cuerpecito naciera de mi humilde cuerpo.

Paula es un trocito de cielo que trae aires nuevos, esperanzas, y sobre todo, el saber que se ha tenido la suerte de haber conseguido traer al mundo a algo tan majestuoso, tan maravilloso, tan lindo.

No se como descifrar lo que noto cuando me sonríes, parece que intentas hablar, y la felicidad que exteriorizas, hace que todos sonriamos al unísono, ver que conoces tu nombre y giras tu cabecita al lugar de donde proviene la voz que te llama, eres una niña preciosa.

Me encanta ver como duermes, esa paz que sientes, transmite calma y se me pasa el tiempo observando tus pequeñas muecas, tus manos, tus lunares, recorro tu pequeño cuerpo con mis ojos intentando divisar solo perfecciones en ti, las tienes todas.

Jamás podría pensar que formases parte de mi vida, y ahora que te tengo, junto a tu hermano, me hacéis la madre mas feliz del mundo, y para seguir siéndolo lucharé por que no os falte nada que necesitéis, mi amor estará en cada momento formando una orla alrededor de vosotros provocando la protección maternal.


Soy feliz como un pájaro sin jaula
Que al amanecer gorgotea su canto
Mis hijos Cristian y Paula
Hacen que un leve llanto
Sea sonrisa perenne
Alegría continuada
Una vida deseada
Por ellos y para ellos siempre.

22 de marzo de 2012

Nárul

- Cuéntame una historia. 
- ¿Qué clase de historia? 
- Pues no sé. Algo que te llene al contarlo. Tu mejor recuerdo. 
- Supe una vez, hace algunos años, de un hada muy lista y con muchas cualidades, que tenía una varita sin poderes mágicos. Pese a tal deficiencia, Xana era un hada enormemente feliz. Gracias a su personalidad traviesa y vivaracha, Xana mantenía permanentemente el dibujo de una simpática sonrisa en el rostro. Disfrutaba de un corazón indulgente y bondadoso y de una generosidad sin límites que le llevaba a remover cielo y tierra para conseguir aquello que su gente anhelaba. Amaba la música, y aleteaba a menudo por el cielo azul y estrellado del bosque tarareando canciones, porque Xana era un hada divertida y roquera, que escandalizaba a los gnomos y duendes del lugar cuando tocaba la batería en la orquesta de cigarras y grillos del monte más cercano. Tierna y sensible, Xana era además experta en consolar y animar a sus congéneres, a los que hacía sonreír mediante un simple revoloteo de alas. Tenía una mirada dulce y brillante, del color de la miel, inocente y sabia a un tiempo, que la hacía parecer bonita, aunque quizás no lo fuera tanto. Cierto que en ocasiones se mostraba algo insolente, pero la sola presencia de Xana irradiaba dicha y bienestar a toda criatura del bosque que a ella se aproximara. 
- ¿Y su varita? ¿Estaba estropeada? 
- Eso decían sus compañeras. Pero Xana intuía que no era así, que su varita estaba en perfectas condiciones, sólo que su misión era distinta a la del resto de varitas de hadas. 
- ¿Cuál era esa misión? 
- Xana encontró un día en el bosque a un niño pequeño que parecía perdido. Estaba asustado y se enterneció al verlo solo y alejado de sus padres. Quiso ayudarle, infundiéndole ánimo y valor. Pero no sabía cómo hacerlo, porque las hadas no pueden mostrarse a los humanos, aunque sean niños, o se desvanecerían en el aire; así que, en su afán de aliviarlo, blandió sobre su cabeza, en un gesto instintivo, su varita averiada. 
- ¿Y funcionó? 
- De la varita surgieron multitud de chispas de vistosos colores que descendieron en cascada sobre aquel niño, que las siguió con la mirada, asombrado. Su temor desapareció. Y por cada chispa que tocó su pequeño cuerpo, una de las numerosas cualidades del hada se imprimió en su carácter. Ese toque mágico de Xana permaneció en aquel niño para siempre. Fue entonces cuando el hada descubrió sus peculiares poderes. 
- ¿Cómo se llamaba ese niño? 
- Pues he de confesarte que aún no lo sé. Donde escuchaste recuerdo dije sueño, y me temo que estoy a punto de despertar. Mis ojos ya intuyen mi habitación y estoy segura de que la alarma está lista para obligarme a despedirte. Toda una pena porque, aunque cada noche sea distinta, me encanta contarte esta historia, pequeño desconocido. Tendremos que esperar a que mis sueños se hagan recuerdos y abrir los ojos ahora tan sólo conlleve poder arroparte con ternura al comprobar que duermes. Como cuando eras pequeño. Y utilizaré entonces tu nombre para dar título a esta historia y el espléndido marco de un texto escrito por ti para contarla a todos.

Esta Colaboración nos la hace llegar una Seguidora y Amiga, nos dice que pongamos que lo envía una madre seguidora del Blog, sin más; pero eso no sería cierto porque hay mucho, mucho más: Amor y además del más puro, intenso e incondicional, Amor de Madre. GRACIAS.