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11 de abril de 2010

La Tripulación del Argos


De los Argonautas -como se llama a los compañeros de Jasón- se han recopilado muchas listas diferentes en diversas épocas, pero los autores más fiables dan los siguientes nombres:

Acasto, hijo del rey Pelias
Actor, hijo del focio Deyón
Admeto, príncipe de Feras
Anfiarao, el adivino argivo
Anceo el Grande de Tegea, hijo de Posidón
Anceo el Pequeño, lélege de Samos
Argo el tespio, constructor del Argo
Ascálafo de Orcómeno, hijo de Ares
Asterio, hijo de Cometes, pelopio
Atalanta de Calidón, la virgen cazadora (*)
Augías, hijo del rey Forbante de Elide
Butes de Atenas, el apicultor
Ceneo el lapita, quien en otro tiempo había sido mujer
Calais, el hijo alado de Bóreas
Canto, el eubeo
Cástor, el luchador espartano, uno de los Dioscuros
Cefeo, hijo del arcadio Aleo
Corono el lapita, de Girtón, en Tesalia
Equión, hijo de Hermes, el heraldo
Ergino de Mileto
Estáfilo, hermano de Fano
Eufemo de Ténaro, el nadador
Euríalo, hijo de Mecisteo, uno de los Epígonos
Euridamente el dólope, del lago Xynias
Falero, el arquero ateniense
Fano, el hijo cretense de Dioniso
Heracles de Tirinto, el hombre más fuerte que existió, ahora dios
Hilas el dríope, escudero de Heracles
Idas, hijo de Afareo de Mesene
Idmón el argivo, hijo de Apolo
Ificlo, hijo del etolio Testio
Ífito, hermano del rey Euristeo de Micenas
Jasón, el capitán de la expedición
Laertes, hijo de Acrisio el argivo
Linceo, el vigía, hermano de Idas
Melampo de Pilos, hijo de Posidón
Meleagro de Calidón
Mopso el lapita
Nauplio el argivo, hijo de Posidón, célebre navegante
Oileo de Lócride, padre de Áyax
Orfeo, el poeta tracio
Palemón, hijo de Hefesto, etolio
Peante, hijo de Táumaco el magnesio
Peleo el mirmidón
Peneleo, hijo de Hipálcimo, el beocio
Periclímeno de Pilos, el hijo de Posidón que cambiaba de forma
Polifemo, hijo de Élato el arcadio
Pólux, el pugilista espartano, uno de los Dioscuros
Tifis, el piloto beocio de Sifas
Zetes, hermano de Calais.

Nunca, ni antes ni después, se ha reunido una tripulación tan valiente. Llama la atención la inclusión de una mujer en esta lista, Atalanta de Calidón (La Virgen Cazadora) y como reconocimiento, intentaremos conocerla mejor:

La diestra arquera Atalanta

Las leyendas griegas hablan de varias guerreras y heorínas pero, en general, son personajes secundarios.
Atalanta de Arcadia, una de las mejores cazadoras, atletas y arqueras de toda Grecia, es una notable excepción. Era hija de Zeus y Climene, quien la abandonó tempranamente y fue amamantada por una osa.
Cuando se reunió la tripulación del Argos se había convertido en una fuerte cazadora de ojos rasgados y pies ligeros tan diestra en la lucha como en el manejo del arco.
Tras la salida desde Pasagas, Tesalia (el Volos moderno), los tripulantes del Argos arribaron a las costas de Tracia, donde se encontraron con el adivino ciego Fineo, castigado con el acoso de una banda de arpías, a las que los Argonautas se enfrentaron asistidos por el arco infalible de Atalanta. Fineo les explicó el modo de atravesar las rocas que entrechocan (Simplégades) del Bósforo.
El Argos superó el obstáculo y en el mar Negro divisaron la isla de Ares, donde las aves del lago Estinfalos se habían establecido tras su batalla con Hércules. Aunque sus filas estaban mermadas, las mortíferas flechas ardientes que disparaban seguían siendo una amenaza formidable.
Cuando la bandada de pájaros se cernió sobre la nave, Atalanta lanzó catorce flechas y catorce pájaros cayeron del cielo. La bandada se dispersó, perseguida por Cetes y Calais. Aquel fue el día más glorioso de Atalanta, que apenas vuelve aparecer en el relato de las aventuras de los Argonautas.
Años después tomó parte en la famosa cacería del jabalí de Calidón enviado por Artemis para atormentar a los campesinos. Acudieron a la gran cacería los más diestros de Grecia, con gran número de hombres y perros. El jabalí de dimensiones gigantescas similar al del monte Erimantos al que Hércules se enfrentó en el cuarto trabajo, fue alcanzado por primera vez por Atalanta, que obtuvo su piel como trofeo.

Y para terminar, si alguno os habéis quedado con ganas de más y como hay quien prefiere las imágenes, hay tenéis un enlace para ver la película de Jasón y Los Argonautas

http://www.megavideo.com/?v=FGSPO9DT

10 de abril de 2010

Jasón y Los Argonautas (6): La Vuelta a Iolco


Las hazañas de Jasón no habían terminado. Había llegado el momento en que Jasón debía reclamar al rey Pelías su legítimo derecho al trono.

Pelías, que mientras faltó Jasón había asesinado a todos los parientes de éste, se negó a cederle el trono. Así Jasón decidió refugiarse una vez más en los mágicos poderes y en la habilidad de su mujer. Medea logró introducirse en el palacio y engañó a las hijas de Pelías para que participasen en el asesinato de su padre, persuadió a sus hijas, las Pelíadas, para que rejuvenecieran a su padre con encantamientos cuyo secreto les confió. Pero la receta que les dio no era verdadera, y las Pelíadas sólo lograron matar a su padre, en lugar de devolverle la juventud perdida.

A partir de este punto, son muchas las variantes que existen. Una de ellas narra que Jasón y Medea reinaron en Yolco y años más tarde concibieron un vástago, confiándole su educación al Centauro Quirón. Otra variante dice que se marcharon a vivir en Corinto, dejando el trono de Yolco a Acasto, el único hijo varón de Pelías.

A mi me ha gustado más el final que paso a relataros:
A consecuencia del crimen de Pelías, Jasón y Medea hubieron de refugiarse en Corinto, donde vivieron diez años.

Al cabo de ese tiempo, Jasón se cansó de Medea y se prometió con Creusa, la hija del rey Creón. Medea envió entonces a la muchacha un traje nupcial que le infundió un fuego violento en las venas; todo el palacio real ardió, con Creusa y Creón.

Mientras, Medea mataba a los dos hijos que había tenido de Jasón y se escapaba en un carro alado.

Jasón, tras todas esta aventuras, volvió a Iolcos y recobró su reino de Acasto, el hijo de Pelias, que había sucedido a su padre.

Medea llevó algún tiempo una vida errante. Se quedó algún tiempo en Atenas, cerca de Egeo, pero hubo de abandonar el país. Halló refugio en Asia, en el país de los medas, que le debe su nombre, y luego volvió junto a su padre, a quien le hizo recobrar el reino, que, mientras tanto, le había quitado Perses, el propio hermano de Aetes.

Una tradición decía que Medea nunca había muerto, sino que había sido transportada viva a los Infiernos para ser allí esposa de Aquiles. Menuda era Medea...

9 de abril de 2010

Jasón y Los Argonautas (5): El regreso


Durante ese tiempo, el Argos penetraba por las bocas del Danubio (el Istros) y subía por el río. Por ese camino, llegaron al Adriático, que entonces unía, se dice, el Ponto con el Mar Adriático, (la geografía de esta leyenda es bastante incierta).
Zeus, en ese momento, levantó contra ellos una violenta tempestad. La proa del navío se puso a hablar y reveló que los Argonautas llevaban la pena del asesinato de Apsirto y que tenían que ir a hacerse purificar por Circe.

El Argos subió por el Po (Eridano), llegó al Ródano, junto a las tierras donde moraban los Ligures y los Celtas, se adentró de nuevo en el Mediterráneo. Volvió a bajar hasta junto a Circe, en la isla de Aeaea. Circe purificó a Medea, pero se negó a recibir a Jasón. Y el navío volvió a zarpar.

Guiado por la propia Tetis, por orden de Hera, atravesó sin obstáculo el mar de las Sirenas y cruzó cerca de la isla de las Sirenas. Desde muy lejos se oía el canto embrujador de las Sirenas, esos pájaros maléficos, uno de sus compañeros, Butes, prefirió a las Sirenas y saltó al mar. Afrodita le salvó y le estableció en la región de Lilibeo (Marsala). En ese momento, Orfeo, músico de Tracia, con su melodiosa lira y su carismática voz, se puso a cantar de tan bello modo, que ninguno de los Argonautas se animó a corresponder a la llamada de las Sirenas. Las nostálgicas melodías de Orfeo les hablaban del hogar, de los seres queridos que les esperaban en la patria y sembró en sus corazones el deseo del retorno.

Continuando su ruta, y atravesando el estrecho de Caribdis sin daño, el Argos abordó Corcira, la isla de los feacios. Allí los argonautas encontraron una tropa de colquidianos lanzados en su persecución por Aetes. El rey del país, Alcinoo, rehusó entregar a Jasón y Medea, porque se probó que eran marido y mujer, y ya no dependían de Aetes.

Apenas el Argos abandonó Corcira, una violenta tempestad le lanzó a las Sirtes. Llevando la nave sobre las espaldas, a través de las arenas, llegaron al lago Tritonis, cuyo dios, Tritón, les enseñó el medio de volver al mar.

Cuando, en su camino, quisieron abordar Creta, tropezaron con un gigante llamado Talos, un "robot", obra de Hefesto, que guardaba la isla por cuenta de Minos. Desde lejos lanzaba rocas enormes contra los barcos que se acercaban. Y, tres veces al día, daba la vuelta a la isla. Ese Talos era invulnerable, pero en el tobillo, bajo una piel muy espesa latía una vena de la que dependía su vida. Medea le hizo enfurecerse con visiones engañosas, hasta que consiguió que se desgarrara el tobillo en una roca, con lo que murió.

Los Argonautas pudieron desembarcar, pasar una noche en la orilla y zarpar al día siguiente. Pero, en el mar de Creta, de repente quedaron envueltos por una espesa nube. A ruegos de Jasón, Apolo les envió un chorro de fuego que les enseñó, muy cerca de ellos, un islote donde pudieron fondear. Dieron a ese islote el nombre de Anafi (la Revelación).

Luego, siguiendo la Eubea, el navío llegó a Iolcos, al cabo solamente de cuatro meses de viaje, llevando el Vellocino de oro. Jasón, después, fue a consagrar la nave, en Corinto, como exvoto a Poseidón.

27 de marzo de 2010

Jasón y Los Argonautas (4): En las tierras de Cólquide: Medea

Una vez en Colcos, Jasón expuso al rey Aetes el motivo de su llegada. El rey no rehusó a entregarle el Vellocino de oro, pero puso algunas condiciones: Jasón debía, ante todo, imponer el yugo a dos toros de cascos de bronce, regalo de Hefesto, que exhalaban fuego por las narices. Luego, con ayuda de ese tiro, debía arar un campo y sembrar los dientes de un dragón -el dragón de Tebas-.

Nunca habría podido Jasón cumplir esas condiciones si no le hubiera ayudado la hija de Aetes, Medea, la hechicera, que había sentido por él una viva pasión . Ante todo le hizo prometer que la tomaría por mujer y la llevaría a Grecia con él, y luego, como era maga (igual que Circe, de quien era sobrina), entregó a Jasón un bálsamo con el que debía untarse el cuerpo y su escudo antes de que se enfrentara a los toros.

Este bálsamo lo haría invulnerable por un día, al fuego y al hierro. Le advirtió además que los dientes del dragón apenas sembrados se convertirían en soldados armados listos para acabar con él. Le aconsejó que lanzara una piedra sin ser visto y de este modo por un malentendido sin saber nadie quién había lanzado la piedra al otro, se matarían entre ellos.
Jasón, debidamente prevenido, logró domar los toros, arar el campo, y, cuando hubo sembrado los dientes del dragón, se apresuró a esconderse, pues de la tierra arada surgía una cosecha de hombres armados, con intenciones hostiles. Jasón, desde su escondite, lanzó en medio de ellos una piedra. Los guerreros se acusaron recíprocamente de haberla lanzado y se mataron entre sí.

Entonces Jasón, contando siempre con el apoyo de Medea, durmió al dragón guardián, y después de apoderarse, sin ser visto, del vellocino de oro, se dieron a la fuga a toda prisa.
Apenas el rey Eetes descubrió la fuga de Jasón y Medea y el hurto del vellocino de oro, se lanzó a la persecución del Argo. Medea, para retrasarlo, dio muerte a Apsirto, su hermano, que viajaba con ella, y empezó a tirar al mar, uno a uno sus miembros. El infeliz Eetes, perdió un tiempo precioso tratando de recoger las partes del cuerpo de su amado hijo, y de este modo los fugitivos lograron alejarse definitivamente.

26 de marzo de 2010

Jasón y Los Argonautas (3): El viaje de Ida


Tras haber realizado un sacrificio en honor de Apolo, los Argonautas embarcaron en la costa de Págasas, y se pusieron en marcha con favorables presagios.

La primera escala fue la isla de Lemnos, donde no había más que mujeres, pues estas habían matado a todos los hombres, que les habían sido infieles a consecuencia de una maldición lanzada por Afrodita. Las Lemnianas fueron amables con los navegantes, y éstos les dieron hijos, fundadores de una raza nueva.

Al pasar por Samotracia, los Argonautas se hicieron iniciar en los misterios de los Cabiros, que se celebraban en la isla. Luego, penetrando en el Helesponto, fueron recibidos favorablemente por los doliones y su rey Cícico, en el país de Cícica. Se hicieron a la vela, pero el viento giró durante la noche, y, antes del alba, estaban de nuevo con los doliones, que no les reconocieron, les tomaron por piratas pelasgos y combatieron con ellos. En el curso del combate, el rey Cícico fue muerto. Cuando se levantó el día, se reconocieron, quedaron desolados, y Jasón fundó unos juegos fúnebres en honor de Cícico.. Los hombres de los dos frentes, arrepentidos, honraron a los caídos.

En las costas de Mísia, donde llegaron los Argonautas, las ninfas se apoderaron de Hilas, el querido amigo de Heracles. Heracles y Polifemo fueron en su ayuda y el viaje siguió sin ellos. El Argos llegó entonces entre los bebricios, cuyo rey era Amico, que obligaba a los viajeros a luchar contra él en pugilato. Fue Pólux quien recogió el desafío y mató al rey, o, según otros, le hizo prometer que se conduciría mejor en lo sucesivo.

Al día siguiente, la tempestad arrojó al Argos a la costa de Tracia, en el país de Fineo. Este era un adivino ciego, hijo de Poseidón, y los dioses le habían afligido con una maldición singular, cada vez que quería comer, las Arpías, demonios alados, se precipitaban sobre él, arrebatando los platos y manchando el resto. Calais y Cetes, que eran alados, como hijos de un dios del Viento, se precipitaron en persecución de las Arpías, las alcanzaron y les hicieron prometer, por el Estigio, no importunar más a Fineo. Éste, agradecido, les reveló el porvenir a los Argonautas; les aconsejó desconfiar de las Rocas Cianeas (las Rocas Azules), llamadas también Simplegadas (las Rocas que se chocan). Eran escollos que guardaban la entrada al Ponto Euxino, y, cuando una nave quería pasar, se precipitaba uno contra otro, para cerrar el paso.

Fineo dijo a los Argonautas que, antes de franquearlos, hicieran una experiencia: enviar por delante una paloma, que volara a través del paso; si ella lo lograba, la nave podría seguirla: si no, inútil obstinarse.

Los Argonautas siguieron ese consejo. La paloma logró volar entre las dos rocas, que no le atraparon más que una pluma de la cola. Cuando los escollos se separaron, el Argos se lanzó a toda velocidad; franqueó el paso y no dejó en la aventura más que una tabla de popa. A partir de ese momento, las Rocas Cianeas quedaron inmóviles y el camino del Ponto Euxino estuvo definitivamente abierto.

Tras una escala en el país de los mariandines, donde el adivino Idmón (que había previsto su muerte desde el comienzo) fue muerto en una cacería por un jabalí, el Argos superó la desembocadura del Termodonte y llegó a la Cólquida. El piloto Tifis había muerto poco antes. Le reemplazó en el gobernalle héroe Ancéo.

Después de muchas peripecias, Argo y su tripulación llegaron a las tierras del rey Eetes.

25 de marzo de 2010

Jasón y Los Argonautas (2): Argo


Esa nave se construyó pronto, en el puerto de Pagase, en Tesalia, con madera cortada en el Pelión, pero la pieza de proa era un trozo de encina procedente de Dodona (el bosque donde Zeus daba sus oráculos): proporcionado por Atenea, ese trozo de encina tenía el don de la palabra y podía profetizar.

Mientras se dotaba la nave, el centauro Quirón aconsejó a Jasón que enviara heraldos por toda Grecia para invitar a los jóvenes más valientes y valerosos de aquellos tiempos a participar en este largo viaje, así que envió heraldos a todas las cortes de Grecia pidiendo voluntarios dispuestos a embarcarse con él.

Y así sucedió, los compañeros no tardaron en afluir. Jasón retuvo a unos cincuenta. Las listas que dan los autores son diversas: no obstante, algunos se encuentran siempre, la tripulación de Argo, los llamados Argonautas eran todos héroes e incluso hijos de dioses. Entre ellos estaban Tifis, el timonero de Argo, instruido por Atenea, Orfeo, el músico, que había de marcar el compás a los remeros, los adivinos Idmón y Mopso, los hijos de Bóeras, el Viento del Norte, Calais, Cetes, y luego Cástor y Pólux, y sus dos primos, Idas y Linceo. Hilas, Idas, Cástor y Plideuces, Periclímeno, hijo de Neleo, y Peleo, hermano de Telamón y muchos otros, que constituían la flor de la hombría y el heroísmo juntos.

Heracles, es nombrado a veces, pero el destino le prohibía ir a la Cólquida, y un episodio del viaje explicaba cómo se había detenido por el camino para buscar al joven Hilas, a quien amaba, y al que las ninfas de un manantial habían arrebatado cuando sacaba agua.

Un buen amigo, profesor de Griego y entusiasta de la Cultura Clásica Griega y por lo tanto de la mitología, dice que, en la antigua Grecia, haber participado en el viaje del Argo acompañando a Jasón, esto es, ser Argonauta, era, como en el siglo XX haber estado en el Mayo del 68 en París, “a cualquiera que le preguntas ha estado, ya que el haberlo hecho, se entiende como una de las cosas con más valor para reafirmar a las personas”.

Este Artículo es el segundo de una serie que he dividido en 6 entregas y es el preludio de mi próximo viaje a Grecia, esta Semana Santa, los dos siguientes Artículos, el Viaje de Ida y Medea, los publicaré antes de mi marcha el próximo Sábado y los 2 últimos, El Regreso y la Vuelta a Iolco, a mi regreso de aquellos lares.

Además hay un último Artículo, done se relaciona a toda la tripulación del Argo y se incide en la única mujer que participó en esa expedición y una sorpresa para los que prefieran ver cine.

24 de marzo de 2010

Jasón y los Argonautas (1): Jasón



Después de la muerte del rey eolio Creteo, Pelias, hijo de Tiro y de Poseidón, que era ya anciano, se apoderó del trono de Iolco, que pertenecía a su hermanastro Esón, el heredero legítimo, éste era hijo de Creteo y de Tiro (la que fue amada por Poseidón).

Poco después un oráculo advirtió a Pelias, que lo mataría un descendiente de Eolo, por lo que dio muerte a todos los eolios prominentes a los que se atrevió a atrapar, con excepción de Esón, a quien perdonó la vida por respeto a su madre Tiro, aunque lo tuvo preso en el palacio obligándole a renunciar a su herencia.

Esón se había casado con Polimela, conocida también como Anfínome, Perimede, Alcímede, Polimede, Polifema, Escarfa o Arne, quien le dio un hijo llamado Diomedes. Pelias habría matado al niño sin piedad, pero Polimela llamó a sus parientas para que lloraran por él como si hubiera nacido muerto, y luego lo sacó a escondidas de la ciudad y lo llevó al monte Pelión, donde el centauro Quirón lo crió, como había hecho antes, o como hizo después, con Asclepio, Aquiles, Eneas y otros héroes famosos. El sabio Quirón lo instruyó en las letras y en las artes de su época.

Llegado a edad adulta, Jasón dejó el Pelión y se presentó en Iolcos, cubierto por una piel de leopardo, con una lanza en cada mano y el pie izquierdo sin sandalia. Pelias estaba en la costa; con un grupo de príncipes aliados para hacer un sacrificio solemne a Poseidón, su mirada recayó en un joven magnesio alto, de pelo largo, vestido con una túnica de cuero muy ajustada y una piel de leopardo. Iba armado con dos lanzas de ancha hoja y llevaba solamente una sandalia. Había perdido la otra sandalia en el fangoso río Anauro -al que algunos llaman erróneamente Eveno o Enipeo- a causa de la argucia de una vieja que, apostada en la otra orilla del río, suplicaba a los transeúntes que la cruzaran. Nadie se compadecía de ella, hasta que aquel joven desconocido se ofreció cortésmente a llevarla en su ancha espalda. Pero mientras cruzaba el río empezó a tambalearse por el peso, pues la vieja era nada menos que la diosa Hera disfrazada.

Al ver a ese hombre, Pelias tuvo miedo, pues un oráculo le había aconsejado "desconfiar del hombre que no tuviera más que una sandalia". Pelias había ofendido a Hera al no hacerle los sacrificios de costumbre y estaba decidida a castigarle por su negligencia. Así pues, cuando Pelias preguntó rudamente al desconocido: « ¿Quién eres y cómo se llama tu padre?», el otro contestó que Quirón, su padre adoptivo, le llamaba Jasón aunque anteriormente le llamaban Diomedes, hijo de Esón. Pelias le miró con desagrado y volvió a preguntar de repente: « ¿Qué harías si un oráculo te anunciase que uno de tus conciudadanos está destinado a matarte?». «Lo enviaría a Cólquide en busca del vellocino del carnero de oro -contestó Jasón, sin saber que Hera había puesto esas palabras en su boca-. Te ruego que me digas con quién tengo el honor de conversar.»

Cuando Pelias le reveló su identidad, Jasón no se inmutó. Audazmente reclamó el trono que le había usurpado Pelias, aunque no los rebaños y vacadas que lo habían acompañado, y como le apoyaron firmemente su tío Feres, rey de Feras, y Amitaón, rey de Pilos, quienes habían ido a tomar parte en el sacrificio. Pelias no se atrevió a negarle sus derechos de nacimiento. «Pero antes -insistió- te exijo que libres a nuestro querido país de una maldición.» Jasón se enteró entonces de que a Pelias le acosaba el ánima de Frixo, que había huido de Orcómeno una generación antes montado en el lomo de un carnero divino para evitar que lo sacrificaran. Se refugió en Cólquide, donde, al morir, se le negó el entierro adecuado; y según el Oráculo de Delfos, el territorio de Iolco, donde se habían establecido muchos de los parientes minias de Jasón, nunca prosperaría si su ánima no era conducida a su patria en una nave, junto con el vellón del carnero de oro.

Ese vellocino, como se sabía, se hallaba en un bosque consagrado a Ares. El vellón colgaba de un árbol, en Colcos, y el rey Aetes, hijo del Sol y de la Oceánida Perseida, lo había confiado la custodia día y noche a un dragón maligno que nunca dormía.

Pelias declaró que una vez que se realizase esa hazaña piadosa renunciaría de buena gana al reino, que empezaba a convenirse en una carga pesada para un hombre de edad tan avanzada como él.

Pelias, al enviar tan lejos a Jasón, estaba convencido de que no volvería. Jasón aceptó la misión y empezó por pedir consejo a Argos, hijo de Frixo y Argos, por indicación de Atenea, construyó el primer gran navío de cincuenta remos., el Argos (Argos=rápido). , capaz de llevar a Cólquida, es decir, al fondo del Ponto Euxino, a Jasón y a los compañeros que él eligiera. La embarcación resultó espléndida como ninguna otra de la época.