Otra vez el “clásico”, y con mas morbo que nunca, todas las cabezas pensantes y las que no lo son, intentan tener previsto y resuelto sus quehaceres para cuando sea la hora “H”, estar solo pendiente del gran choque entre los equipos de fútbol de sus vidas.
Sin duda, los medios de comunicación utilizados a gran escala para ese menester, aportan casi el 100% de la abducción al evento deportivo. Desde que se supo la fecha del “partidazo”, día a día tratan de desviar a atención de los problemas que envuelven al pueblo.
Por mi parte, contribuí a tenerlo todo preparado antes de las siete de la tarde, y automáticamente a la media hora después, estaba sentado delante de una gran pantalla de televisión sin perder detalles antes del comienzo.
Me tocó compartir la velada con dos acérrimos seguidores del equipo catalán, temiendo la carga que me darían si su barça ganase, pero no fue así y me libré de la “paliza”.
Uno de los dos en la actualidad está parado con treinta años, soltero, y cobrando el subsidio laboral, no le falta un par de paquetes de cigarrillos, y orgulloso muestra el nuevo teléfono que se ha comprado. El otro, está casado, con dos hijos, treinta y tantos, y su situación laboral pende de un hilo, pero en su casa no falta de nada, absolutamente de nada.
Días antes, nos llamamos telefónicamente, y convenimos en quedar para ver el partido y a la hora indicada estábamos juntos charlando de los posibles resultados del partido que acaparaba la atención mundial.
El que estaba parado, comentó que estaba haciendo un cursillo (a cargo del estado), y así cambiar de ser un electricista a ser un contable, por si acaso lo llaman para una cosa u otra, quejándose de la subida de la gasolina y del tabaco, a la vez que soltaba una bocanada de humo.
El casado estaba mosqueado, se rumoreaba en los pasillos de la empresa, que habría regulación, y sobretodo para aquellos que llevaban menos tiempo, quejándose de que es el tercero por la cola en antigüedad porque solo lleva tres años y con la cantidad de vagos que hay, piensa que es firme candidato al ERE que supuestamente plantea la misma, y todo ello sin dejar de cortar un plato de jamón cinco jotas, y una botella de tercio de una afamada cerveza por cabeza, sonriendo mientras servía y al unísono decían, “como está la cosa tio, menos mal que nuestro barça gana esta noche".