Dulces manos, Blancas alas

Son tus manos lo que más recuerdo. Tan bonitas, tan cuidadas. De largos y delgados dedos y uñas tenuemente pintadas.

Manos sencillas y elegantes, como lo eras tú, manos suaves y templadas, desprovistas de aderezos, sinceras, desnudas, claras, sin más adornos que tu piel sedosa y tu anillo de casada.

Siempre fui independiente, libre, despegada. Tú misma lo decías y hasta me lo censurabas.

Y cuando el vuelo se hizo mío, como tantas veces reclamé, indignada, y perdí tu guía y me abandonó tu calma, se esfumó mi entereza, me inundó la rabia, y fui tristeza, desazón y ansia.

Creí morir sin esas manos que en otro tiempo me levantaban; que me aliviaron, tiernas, enjugando mis amargas lágrimas; que me protegían, fuertes, para que nada me golpeara; que me asían, cariñosas, cuando ibas al cole para traerme a casa.

Y aunque me dejaste sola, aún siento la caricia de esas manos cálidas. Como si siguieras conmigo, como si de alas se tratara.

Alas blancas y grandiosas, de algodón y seda clara, que despiden amor a chorros cuando me rozan la cara.

También cuando me reprendes, cariñosamente enfadada.

Y maldigo tu abandono.

Y aborrezco tu marcha.

Y es tan feroz mi desamparo que  a veces sueño que me reclamas.

Por eso vendo sin dudar mi alma a todo aquel que quiera comprarla. Para volar contigo siempre. Lejos, alto, velozmente. Pero eternamente aferrada a tus dulces alas blancas.

Nuestra Amiga y Seguidora Mar, nos remite por e-mail esta aportación, intimismo, poesía, quizás el canto a la perdida de una madre...GRACIAS por tan tierna y sincera colaboración.