1 de abril de 2010

Orígenes (V): Popol Vuh

Este es el origen de la antigua historia (del país), aquí llamado Quiché. Aquí escribiremos y comenzaremos la historia de los tiempos pasados, el principio y origen de todo lo que fue hecho en la ciudad del Quiché por las tribus de la nación quiché.
Aquí traeremos, pues, la manifestación, el descubrimiento y la narración de todo lo que estaba oculto; la revelación de la obra por la voluntad del Creador - Tzacol - y del Formador - Bitol -, de El que Engendra - Alom -, de El que da el Ser - Qaholom -, y cuyos nombres son Un Tirador de Cerbatana al Tacuacín - Hunahpú-Vuch -, Un Tirador de Cerbatana al Coyote - Hunahpú-Utiú -, El gran Blanco Picador de Espinas - Zaqui-Nimá-Tziís -, El Dominador - Tepeu -, El Serpiente cubierta de Plumas - Gucumatz -, El Corazón de los Lagos - u Qux Cho -, El Corazón del Mar - u Qux Paló -, El Dueño del Planisferio Reverdecido - Ah Raxá Lac -, El Dueño de la Superficie Azulada - Ah Raxá Tzel.
Así es como se nombra, se canta y se celebra junto a la Abuela y al Abuelo, cuyos nombres son Xpiyacoc y Xmucané, Conservador y Protector, dos veces abuelo, dos veces abuela, tal como se dice en las antiguas historias quichés, de los que se cuenta todo lo que hicieron enseguida para la prosperidad y la civilización.
Esto lo escribimos después de que fue promulgada la palabra de Dios, y dentro del Cristianismo; lo reproducimos, por que no se ve más el Libro Nacional, en el cual se veía claramente que hemos venido del otro lado del mar, (es decir) "el relato de nuestra existencia en el país de la sombra, y cómo vimos la luz y la vida", así como es llamado.

Capítulo primero
Este es el primer libro escrito en la antigüedad, aunque su vista está oculta al que ve y piensa. Admirable es su aparición y el relato (que hace) del tiempo en el cual acabó de formarse todo (lo que es) en el cielo y sobre la tierra, la cuadratura y la cuadrangulación de sus signos, la medida de sus ángulos, su alineamiento y el establecimiento de las paralelas en el cielo y sobre la tierra, en los cuatro extremos, en los cuatro puntos cardinales, como fue dicho por El Creador y El Formador, La Madre, El Padre de la Vida, de la existencia, aquel por el cual se respira y actúa, padre y vivificador de la paz de los pueblos, de sus vasallos civilizados. Aquel cuya sabiduría ha meditado la excelencia de todo lo que hay en el cielo y en la tierra, en los lagos y en el mar.
Este es el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo estaba en calma y en silencio; todo estaba inmóvil, todo tranquilo, y vacía la inmensidad de los cielos.
Esta es, pues, la primera palabra y el primer relato. No había aún un solo hombre, un solo animal; no había pájaros, peces, cangrejos, bosques, piedras, barrancas, hondonadas, hierbas ni sotos; sólo el cielo existía.
La faz de la tierra no se manifestaba todavía; sólo el mar apacible y todo el espacio de los cielos.
No había nada que formara cuerpo; nada que se asiese a otra cosa; nada que se moviera, que produjese el más leve roce, que hiciese (el menor) ruido en el cielo.
No había nada erguido. (No había) sino las tranquilas aguas; sino el mar en calma y solo, dentro de sus límites, pues no había nada que existiera.
No había más que la inmovilidad y el silencio en las tinieblas, en la noche. Estaba también solo El Creador, El Formador, El Domador, El Serpiente cubierta de Plumas. Los que engendran, los que dan la vida, están sobre el agua como una luz creciente.
Están cubiertos de verde y azul, y he ahí por qué el nombre de ellos es Gucumatz, cuya naturaleza es de grandes sabios. He aquí cómo existe el cielo; cómo existe igualmente El Corazón del Cielo; tal es el nombre de Dios, así como se le llama. Entonces, fue cuando su palabra llegó aquí con Tepeu y Gucumatz, en las tinieblas y en la noche, y habló con Tepeu, Gucumatz.
Y ellos hablaron, y entonces se consultaron y meditaron; se comprendieron y unieron sus palabras y sus pensamientos.
Entonces se hizo el día mientras se consultaban, y al alba se manifestó el hombre, cuando ellos tenían consejo sobre la creación y crecimiento de los bosques y de los bejucos; sobre la naturaleza de la vida y de la humanidad (creadas) en las tinieblas y en la noche por aquel que es El Creador del Cielo, cuyo nombre es Hurakán.
El Relámpago es el primero - Caculhá-Huracán-; el segundo, El Surco del Relámpago - Chipi-Caculhá -; el tercero, El Rayo que Golpea - Raxá-Caculhá -, y los tres son El Corazón del Cielo.
Luego vinieron ellos con Tepeu y Gucumatz; entonces tuvieron consejo sobre la vida del hombre; como se harían las siembras, como se haría la luz; quien sería sostén y mantenedor de los dioses.
-¡Que así sea hecho! ¡Fecundaos! -(fue dicho)- Que esta agua se retire y cese de estorbar, a fin de que la tierra exista aquí; que se afirme y presente para ser sembrada, y que brille el día en el cielo y en la tierra, pues no habrá gloria, ni honor de todo lo que hemos creado y formado, hasta que no exista la criatura humana, la criatura dotada de razón.
Así hablaron mientras la tierra era creada por ellos.
Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra.
-¡Tierra! -dijeron, y al instante se formó.
Como una neblina, o como una nube se formó en su estado material, cuando semejantes a cangrejos aparecieron sobre el agua las montañas y en un momento existieron las grandes montañas.
Sólo una potencia y un poder maravillosos pudieron hacer lo que fue resuelto (sobre la existencia) de los montes y de los valles, y la creación de los bosques de ciprés y de pino (que aparecieron) en la superficie.
Y así Gucumatz se alegró: «¡Bienvenido seas (exclamó) oh, Corazón del Cielo, oh Hurakán, oh, Chipi-Caculhá, oh, Raxá-Caculhá!»
-Lo que hemos creado y formado tendrá su término -respondieron ellos.
Primero se formaron la tierra, los montes y los valles. El curso de las aguas fue dividido. Los arroyos comenzaron a serpentear entre las montañas. En ese orden existieron las aguas, cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra cuando fue formada por El Corazón del Cielo, y el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo y la tierra, todavía inertes, estaban suspendidos en medio del agua.
Tal fue su fecundación cuando ellos la formaron, mientras meditaban acerca de su composición y perfeccionamiento.

Capítulo segundo
Enseguida hicieron fecundos a los animales de la montaña, que son los guardianes de los bosques; los seres que pueblan los montes, los venados, los pájaros, los leones, los tigres, las víboras y el cantil, guardianes de los bejucos.
Luego habló El que Engendra, El que da el Ser:
-¿Es para (quedar) en silencio, para (estar) sin movimiento, como la sombra de los bosques y de los bejucos? Por ello, es bueno que haya seres que los cuiden.
Así fue como hablaron ellos, mientras provocaban la fecundación de las cosas; e inmediatamente existieron los venados y los pájaros. Entonces, pues, dieron moradas a los venados y a los pájaros.
-Tú, venado, dormirás en las riberas de los arroyos y en las barrancas. Allí permanecerás entre las malezas, en la hierba; en los bosques te multiplicarás; marcharás en cuatro pies y en cuatro pies vivirás -así como se dijo, así fue hecho.
Luego fueron también repartidas las moradas de los grandes pájaros y de los pequeños pájaros.
-Vosotros, pájaros, os alojaréis en lo alto de los bosques, en lo alto de los bejucos. Allí hallaréis vuestros nidos y allí os multiplicaréis; creceréis en las ramas de los árboles y en los bejucos.
Así fue dicho a los venados y los pájaros, mientras hacían lo que debían; y todos entraron en sus moradas o en sus nidos. Así fue como dio viviendas a los animales de la tierra El que Engendra, El que da el Ser.
Siendo, pues, creados los venados y los pájaros, les fue dicho por El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser:
-Gritad, gorjead ahora, puesto que (se os ha dado) el poder de gritar y de gorjear. Haced oír vuestro lenguaje, cada uno de acuerdo con su especie; cada uno según su género -así fue dicho a los venados, a los pájaros, a los leones, a los tigres y a las serpientes.
-Decid, pues, nuestro nombre, alabadnos, a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. Invocad, pues, a Hurakán, El Surco del Relámpago, El Rayo que Golpea, El Corazón del Cielo, El Corazón de la Tierra, El Creador, El Formador, El que Engendra, El que da el Ser. Hablad, llamadnos y saludadnos -les fue dicho.
Pero les fue imposible hablar como el hombre. No hicieron sino gritar, cacarear, graznar, sin que se manifestara forma de lenguaje, gritando cada uno de diferente manera.
Cuando el Creador y El Formador vieron que no podían hablar, dijéronse otra vez uno a otro:
-No han podido decir nuestro nombre, aunque seamos sus creadores y formadores. Ello no está bien -repitió El que Engendra, El que da el Ser.
Y así fue dicho a los animales:
-Vosotros seréis cambiados, porque os ha sido imposible hablar. Hemos cambiado, pues, de parecer: tendréis vuestro alimento y vuestro pasto, vuestros nidos y vuestros cubiles en las barrancas y en los bosques, pues nuestra gloria no será perfecta, si vosotros no nos invocáis.
-Todavía hay (seres), y los hay, sin duda, que puedan saludarnos. Los haremos capaces de obedecer. Ahora, haced vuestro deber. En cuanto a vuestra carne, será triturada entre los dientes. ¡Así sea! He ahí, pues, vuestro destino -así fue como se les habló y al mismo tiempo se les hizo saber (estas cosas) a los animales grandes y pequeños, que están sobre la superficie de la tierra.
Quisieron probar fortuna nuevamente. Quisieron hacer otra tentativa y probar de nuevo a que los adoraran. Pero no pudieron entender su lenguaje. Nada lograron y nada pudieron hacer.
Así pues, su carne fue humillada, y todos los animales que moran sobre la faz de la tierra, condenados a ser muertos y comidos.
Así fue como El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser, hicieron un nuevo intento para crear la criatura humana.
-Que se ensaye de nuevo. Ya se acerca el tiempo de las siembras. He ahí la aurora (que va a aparecer). Hagamos a los (que deben ser) nuestros sostenedores y nuestros mantenedores -dijeron.
-¿Cómo (haremos) para ser invocados y conmemorados sobre la faz de la tierra? Hemos ensayado nuestra primera obra y nuestras primeras criaturas; pero no ha sido posible ser saludados ni honrados por ellas. Probaremos, pues, hacer hombres obedientes y respetuosos, (que sean nuestros) sostenedores y nuestros mantenedores -así dijeron. Entonces crearon y formaron al hombre. De barro hicieron su carne.
Pero vieron que no estaba bien, pues no tenía consistencia. Sin movimientos, sin fuerza, el hombre era inepto y aguado. No movía la cabeza. La cara no se volvía sino a un lado. Tenía la vista velada y no podía ver hacia atrás. Fue dotado (del don) del habla, aunque no tenía inteligencia, e inmediatamente se consumió en el agua, sin poder estar erguido.
Ahora bien, El Creador y El Formador exclamaron otra vez:
-Mientras más trabaja uno en ello, más incapaz es él de caminar y multiplicarse. ¡Que se haga, pues, un ser inteligente! -dijeron.
Luego deshicieron y destruyeron una vez más su obra y su creación. Enseguida dijeron: «¿Cómo haremos para que puedan nacer (seres) que nos adoren y nos invoquen?».
Dijeron entonces, mientras se consultaban de nuevo:
-Digamos a Xpiyacoc y a Xmucané, al Tirador de Cerbatana, al Tacuacín, al Tirador de Cerbatana al Coyote, probad suerte de nuevo. Ensayad a formarlos de nuevo.
Así se dijeron entre ellos El Creador y El Formador, y hablaron entonces a Xpiyacoc y a Xmucané.
Enseguida consultaron a esos adivinos, el Abuelo del Sol, la Abuela de la Luz, como son llamados por el Creador y El Formador, y son ésos los nombres de Xpiyacoc y de Xmucané.
Y los de Hurakán hablaron con Tepeu y Gucumatz. Entonces dijeron al del Sol, al de la formación, que (son los adivinos):
-Es tiempo de ponerse de acuerdo de nuevo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, para que (sea) una vez más (nuestro) mantenedor, a fin de que seamos invocados y recordados.
-Tomad, pues, la palabra, ¡oh, Tú que engendras y pares, nuestra Abuela y nuestro Abuelo, Xpiyacoc y Xmucané; haced que la germinación se haga, que el alba ilumine, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre formado, por el hombre creado, por el hombre erguido, por el hombre moldeado. Haced que así sea.
-¡Manifestad vuestro nombre, oh, Tirador de Cerbatana al Tacuacín, oh Tirador de Cerbatana al Coyote, dos veces engendrador, dos veces procreador, Gran Jabalí, Gran Picador de Espinas, El de la Esmeralda, El Joyero, El Cincelador, El Arquitecto, El del Planisferio Verde, El de la Superficie Azulada, El Dueño de la Resina, El Jefe de Toltecat, Abuelo del Sol, Abuela del Día, porque así seréis llamados por vuestras obras y vuestras criaturas!
-Echad suertes con vuestro maíz, con vuestro tzité, para saber si se hará y resultará, que labremos y tallaremos su boca, y su rostro en madera -así fue dicho a los adivinos.
Llegó (el momento) de echar suertes y de saludar el rito del encantamiento con maíces y tzité.
-¡Suerte, criaturas! -les dijeron entonces una vieja y un viejo.
Ahora bien, ese viejo era el maestro de las suertes con tzité: Xpiyacoc se llamaba; pero la vieja era la adivina, La Formadora, cuyo nombre (era) Chirakán Xmucané.
Así, pues, ellos hablaron de esta manera cuando el sol se detenía en el meridiano:
-Es tiempo de ponerse de acuerdo. Habla; que nosotros escuchemos; que nosotros hablemos y digamos si es preciso que la madera sea labrada y esculpida por El Formador y El Creador, y si éste será el sostenedor y el mantenedor, cuando la germinación se haga y nazca el día.
-¡Oh, maíz, oh, tzité, oh, sol, criatura, uníos, ayuntaos! -así fue dicho al maíz, al tzité, al sol y a la criatura.
-Y tú, oh Corazón del Cielo, sonrójate; ¡no humilles a Tepeu ni a Gucumatz!
Luego hablaron y dijeron la verdad: «Así está bien que se hagan vuestros muñecos, labrados en madera; que hablen y razonen a su gusto sobre la tierra».
-Así sea -respondieron ellos cuando hablaron.
En el mismo instante fueron hechos de madera los muñecos. Se formaron los hombres. Los hombres razonaron y éstas son las gentes que (habitan) la superficie de la tierra.
Existieron y se multiplicaron; engendraron hijas e hijos, muñecos labrados en madera; pero no tenían corazón, ni inteligencia, ni recuerdo de su Formador, de su Creador. Llevaban una existencia inútil y vivían como animales.
No se recordaban ya del corazón del Cielo, y por ello cayeron en desgracia. No fue, pues, sino un ensayo, un intento de hacer hombres, que hablaron al principio, pero cuyo rostro se enjutó.
Sus pies y sus manos no tenían consistencia. No tenían sangre ni sustancia, ni humedad, ni grasa. Las mejillas secas era (todo lo que ofrecían) sus caras. Aridos eran sus pies y sus manos; fláccida su carne.
Por esa razón no pensaban en hacer reverencias ante El Formador y El Creador, su padre y providencia.
Ahora bien, estos fueron los primeros hombres que existieron en gran número aquí sobre la faz de la tierra.

Fuente: Adrián Recimos, Popol Vuh, F.C.E., México 1947
Para saber más:

7 comentarios:

  1. Bueno algo extenso pero interesante.

    ResponderEliminar
  2. Para mi la mejor de todas las que ha publicado.

    ResponderEliminar
  3. Parece que estabas esperando. Gracias por publicar esta historia que es desde mi punto de vista la mejor y con la que me sieto mas identificada.

    ResponderEliminar
  4. Esto es largiiiiiiiiiiiiiiiisiiiiiiiiimo. Se podría reducir o perderia sentido,

    ResponderEliminar
  5. La fecundacion es la palabra clave. La fecundación esta implicita en todos los relatos. Sexo en definitiva.

    ResponderEliminar
  6. hOY SE DEBERÍA HABER ESCRITO EL GENESIS O ALGO SOBRE SEMANA SANTA. LOS RELATOS DEBEN DE SER MAS CORTOS.

    ResponderEliminar
  7. Muy largo de leer y parte que no tienen mucho interés. La historia vale pero contada de otra forma.

    ResponderEliminar