Fiel al amor

Es cierto que hemos tenido una relación preciosa, intentar ayudarte fue un handicap para mi, no solo porque eran graves, si no que tu mirada lo pedía a gritos, como después se demostró.

También es cierto que al conseguir parte de tu equilibrio, existió un feeling entre ambos diferente del que en un principio había, que a medida que nos veíamos se hacía mas intimo, tanto así que casi llegamos a mantener una relación mas profunda y al mismo tiempo mas peligrosa.

Tu cuerpo llegó a cautivarme, tus senos, tu culito respingón, tus manos abiertas a las mejores caricias, tus piernas, tus esbeltas piernas, tu sexo y tus ardientes labios y sobretodo tus ojos, capaces de derretir al mejor postor. 

Me gustas a rabiar, eres una persona que merece ser querida y amada como tu deseas, alegrándome de que encuentres la pareja adecuada, de que restablezcas de nuevo tu vida, que la soledad de la que disfrutas sea despedida porque sientas el calor de una persona a tu lado, y de que tu mirada, esa dulce y pícara mirada vuelva a brillar para enamorar al hombre de tus sueños.

Hemos charlado muchas veces, y he sentido mucha alegría al verte feliz, al tener noticias de que todo está cambiando para mejor. Las veces que te he llamado por teléfono para saber de ti, de los problemas que te agobian, de tus hijos, de tu trabajo, y sin embargo yo notaba que me mirabas de forma diferente, no como un amigo, no como la primera vez que nos conocimos, y siento en el alma que puedas llegar a pensar que hay posibilidades, pero tuvimos que dejarlo simplemente porque estoy casado, y no deseo cambiar mi vida por otra, porque la que tengo me ofrece la seguridad y felicidad que creo necesitar.

Hasta que dijiste la frase correcta, hasta que hiciste despertar en mi la realidad palpable, la cual abrió la puerta y además de la claridad, entró la frialdad que nos hace reaccionar de forma inmediata y salir de esa deliciosa nube donde perdíamos los sentidos, haciéndonos bajar al suelo y viendo que lo ocurrido ha de seguir siendo un sueño, un maravilloso sueño del que yo no puedo ser participe, así ocurrió y así lo aceptamos, decidiendo que solo la amistad, la tuya y la mía, prevalezca para siempre.