Nibbi lo vio alejarse hasta el mueble donde estaba el bar a echarse más hielo y lo siguió, intentando que pareciera que ella iba a hacer lo mismo. Observó a las chicas desde aquella distancia.
-¿Lo has hecho?
Orlando se volvió de improviso, no la había sentido. El rostro de Nibbi estaba algo alterado.
-¿Lo has puesto ya? ¿Lo está tomando?
-Sí.
La respiración de Nibbi se agitó algo más, miró de nuevo al grupo que entre risas, brindaba por el éxito de Cibercat y Eve.
-¿Quién es?...
-No estaría bien decírtelo.
La respuesta la contrarió aunque la esperaba. Suspiró, quizás demasiado fuerte, intentó que su voz sonara neutra.
-El alcohol ralentizará algo el efecto, creo que separará un poco las distintas manifestaciones…
-¿Tanto deseas saber a quien iba destinado?
Nibbi se lo preguntó a sí misma, ¿por qué? ¿Por qué saberlo?, si él se lo decía, las imágenes que su mente podría crear ya tendrían dos rostros perfectamente definidos, no podría frenarla, su mente dibujaría el cuerpo de los dos en la cama… recordando cuanto le habían explicado que se sentía… su estómago estaba caliente, y sentía ir su sangre más rápida… se echó por fin un poco de hielo más y bebió otro sorbo. Encaró los ojos de Orlando.
-Sí –para torturarme, pensó Nibbi, pero eso no te importa- sí, ¿por qué no? Yo lo preparé, me gustaría saber para quien.
Nibbi seguía fija en sus ojos marrones, sentía que la miraba de una forma extraña… estaba haciendo demasiado calor en la biblioteca, las chicas a veces se pasaban con los troncos. El se acercó un poco más.
-¿Crees que yo debería tomar también un poco? –los extremos de su boca comenzaron a sonreír- No creo que sea perjudicial… –Orlando tomó el vaso de Nibbi y bebió. Los ojos de ella se abrieron mientras le parecía que en su cabeza comenzaban a abrirse muchas compuertas… ¿Ella? ¿Era ella? Las rodillas se le doblaron ligeramente. No, no estaba preparada para lo que estaba ocurriendo. Ahora los ojos de Orlando sonreían y brillaban.
-Nunca pensé pedírtelo para otra. Toma, puedes seguir bebiendo, no me he pasado con la dosis.
Cerró los ojos y los abrió… y allí seguía él, mirándola con esa expresión que no quería interpretar, miró a la puerta y notó la mano de Orlando en la suya que sostenía el vaso, sus dedos acariciaron los de Nibbi deslizándose suavemente y le dio un beso en la frente justo al comienzo del pelo.
-Deberíamos volver con las chicas y esperar un poco. Me iré diez minutos después de ti. Esta vez… no voy a dejarte huir… no busques salidas de emergencia.
Se reunieron con las demás. Nibbi apenas podía concentrarse ya en la conversación. Pensó en el sol de Orlando tatuado en su vientre. Ella tenía ahora otro sol en el suyo, notaba como los rayos se extendían desde allí por todo su cuerpo, el calor era agradable, lo sentía ardiente pero lo justo para animar su interior, para que sus órganos se sintieran eufóricos. Estaba intentando recordar los comentarios de sus compañeras de la universidad que habían probado el filtro, ¿hablaban de euforia? Estaba segura. Alguien había escrito que sus tripas reían, sí, algo así. Era cierto, la sensación se parecía, tendría que anotar “alegría interior”, sonrió, la cabeza la notaba ligera, no mareada, estaba completamente lúcida, se notaba capaz de registrar todos los detalles de la habitación y los gestos de sus amigas, todo a la vez. Miró a Orlando, sus ojos recorrieron la piel de la cara, bajaron al cuello, creía que podía recordar con los ojos cerrados donde estaban todos sus lunares y sintió un deseo difícil de reprimir de lamérselos. El sol de su vientre se estaba intensificando.
Tenía que serenarse un poco y volver a la reunión. Respiró hondo en silencio y miró a Chantarel, estaba hablando de detalles de David Hellberg, era una parte del entrenamiento. Lo llamaban una tormenta de ideas. Básicamente era lo mismo que en la estrategia empresarial, todas iban apuntando datos de él, pormenores que habían observado en los vídeos, sin discutirlos, dejando que afloraran los recuerdos sin más, alguien apuntaba. Daba buen resultado, el estudio sobre el objetivo se volvía muy completo, como estudiar una cucaracha al microscopio, rió para sus adentros por la comparación. Necesitaba substraerse a la atracción gravitatoria que la empujaba al otro lado del círculo para poder intervenir algo y pensó en los vídeos, consiguió mantener la atención durante diez minutos y pudo decir algo coherente, las chicas hablaban sin parar y a pesar de que Nibbi se sentía irradiando luz y calor, nadie parecía darse cuenta, ni acusaron su escasa participación.
Escuchó la voz de Orlando aportando también él a la tormenta, su voz la sacó total y violentamente de la concentración, comenzaba a ser demasiado fuerte, le miró y miró al fuego, de igual forma crepitaba ella por dentro. Respiró hondo de nuevo, sentía a la parte inmaterial de su ser luchando por salir del cuerpo y abalanzarse sobre él, ser como agua para derramarse sobre su piel, como aire para penetrarlo, como un fantasma para integrarse en él y respirar su aroma. Su mente volaba, no era propio de ella pensar poéticamente, tendría que apuntar también ese efecto… sintió que debía marcharse, no podía esperar demasiado.
Hesperia
De la obra "Orlando" (Fragmento)
Estamos en el ecuador de la narración, deseando conocer el desenlace. Gracias, Hesperia.
Estamos en el ecuador de la narración, deseando conocer el desenlace. Gracias, Hesperia.
No me esperaba este final. Me ha gustado, ha estado interesante.
ResponderEliminarLaura, creo que todavía no ha terminado. Pienso que queda lo mejor.
Eliminar- Manolo ¡¡¡Que te estás rascando la cabeza con el casco puesto!!!
ResponderEliminar- ¿Qué pasa? ¿Acaso tú te bajas los pantalones cuando te pica el culo?
Genial.
EliminarEse sitio qué es, un hotel, un harén o un puticlub?
ResponderEliminarLa temperatura sube......
ResponderEliminarViagra, cámaras, chicas. ¡Ya sé!, están grabando una película porno.
ResponderEliminarPara sensualidad, la fotografía elegida.
ResponderEliminarTiene un punto barroco. Se iluminan los elementos a resaltar, como son la copa de vino y la silueta femenina.
EliminarEste tío parece un semental, pero utilizando química pierde muchos puntos.
ResponderEliminarMorbo y sensualidad, me encanta, de esta manera todo sabe diferente.
ResponderEliminarMuy bien, Hesperia.
Mi Maná-Maná sí que es sensible y sensual; con tan sólo rozar suavemente su piel, sube como el genio de la lámpara, pero con una catana en una mano y un decreto en la otra.
ResponderEliminarTiene sus momentos de relajación, como Orlando, cuando su Maína se le acerca al oído y le susurra, se trata, en términos cinéfilos, de "La mujer que susurra a los toros".
Me he liao, creo que me he equivocado de película.
Buena literatura, me gusta cómo escribe esta mujer. el tema en la línea de los últimos artículos, lógico ya que pertenece a la misma obra.
ResponderEliminarLlamadme cuando este tío se canse, que estoy faltito!!!!!
ResponderEliminarNecesito urgentemente un buen filtro.
ResponderEliminarDebe acabar con toda la nicotina que pueda. ¡Jodido tabaco!
Tengo que darle clases prácticas intensivas a Orlando, cobro barato.
ResponderEliminarSi necesitas un ayudante, cuenta conmigo. Yo, gratis.
EliminarAlgo tiene esta mujer y sus relatos que verdaderamente me embriaga.
ResponderEliminarpelota
EliminarQue calor! prefiero un cervezón!
ResponderEliminarComo sigas escribiendo estas cosas voy a tener que enfriarme, como dicen en otro comentario, con una cerveza muy fría.
ResponderEliminarLas novelas, aunque sean eróticas, por capítulos son entregas fallidas.
ResponderEliminarNo logro aordarme por dónde vamos.
Me ha gustado mucho.
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