En la mesa del despacho (acero lirondo y mondo, sin incrustaciones de lapislázuli ni nada), para matar el tiempo, despacha un solitario: Baraja española. Va poniendo -¡qué más quisiera!- las cartas sobre la mesa (acero sin incrustaciones de lapislázuli).
El caballo.— (Sobre el siete del mismo palo.) Éste ya no te sale…
Pani.— (Nervioso.) ¡Calla!
Desde el ventanal, se asoma al novilunio. Por el barrio mal iluminado pasa el eterno camión de la basura. La del segundo paseando al perro. Indiscernibles el perro y ella: Entre Ofelia y Polonio. Están regando los jardines.
Pani.— (Canturreando.) ¡Y éste sin veníiir...!
Soci.— (Entrando.) Ya estoy aquí; no te amohínes, mujer. (Nervioso.) ¿No habrás empezado sin mí?
Pani.— ¡Cómo comprendes...? Tengo todo en la cocinilla, porque no sé si eso habrá que calentarlo...
Soci.— (Previsor.) Yo me he traído un mortero por si acaso. (Lo saca del morral que le bandolera. Culto.) Lo he visto en un grabado antiguo. Por cierto, mi sobrino, el de la Puri, dice que si lo de ACKLOR no habría que empezar a deletrearlo y saldría «a-ce-ka-lor». Total, una quedada más de ese Leonar...
Pani.— (Nervioso.) ¡Calla! Ahora eso da igual; nosotros, a lo nuestro.
Pasan a la cocinilla, más conocida como el caos generalizado o ¡Chúpate ésa, Teresa! En el fogón inerte se apilan cazos y cazuelas de familia dispareja y tamaño equivalente. El grifo del fregadero goteando arritmias. El resto, del mismo tenor.
El tenor.— (Se le nota de lejos que canta de oído.) Polvo de alacranes,
agua de marisma,
El caballo.— (Sobre el siete del mismo palo.) Éste ya no te sale…
Pani.— (Nervioso.) ¡Calla!
Desde el ventanal, se asoma al novilunio. Por el barrio mal iluminado pasa el eterno camión de la basura. La del segundo paseando al perro. Indiscernibles el perro y ella: Entre Ofelia y Polonio. Están regando los jardines.
Pani.— (Canturreando.) ¡Y éste sin veníiir...!
Soci.— (Entrando.) Ya estoy aquí; no te amohínes, mujer. (Nervioso.) ¿No habrás empezado sin mí?
Pani.— ¡Cómo comprendes...? Tengo todo en la cocinilla, porque no sé si eso habrá que calentarlo...
Soci.— (Previsor.) Yo me he traído un mortero por si acaso. (Lo saca del morral que le bandolera. Culto.) Lo he visto en un grabado antiguo. Por cierto, mi sobrino, el de la Puri, dice que si lo de ACKLOR no habría que empezar a deletrearlo y saldría «a-ce-ka-lor». Total, una quedada más de ese Leonar...
Pani.— (Nervioso.) ¡Calla! Ahora eso da igual; nosotros, a lo nuestro.
Pasan a la cocinilla, más conocida como el caos generalizado o ¡Chúpate ésa, Teresa! En el fogón inerte se apilan cazos y cazuelas de familia dispareja y tamaño equivalente. El grifo del fregadero goteando arritmias. El resto, del mismo tenor.
El tenor.— (Se le nota de lejos que canta de oído.) Polvo de alacranes,
agua de marisma,
cola de lagarto,
flor de Benarés.
Mezclándolo todo
En noche sin luna,
mezclándolo todo
lo conseguiréis.
Pani.— (Nervioso. Mira el caos sin encontrar sitio que le plazca.) Mejor en el despacho. Trae el mortero.
Despejan la mesa (acero sin lapislázuli), centran el mortero, vuelcan ingredientes, majan y remajan, se quitan la mano, vuelven a majar. Ya cruje la mesa (acero sin), rugen como fieras, las manos en alto, caen desde arriba, como si mazasen mijo en Camerún. Lo requetemajan puestos de rodillas en lo alto la mesa (yo creo que no es ni de acero): Son todo fruición.
Soci.— (Prudente.) Yo creo que ya vale, ¿no?
Pani.— (Sudoroso.) Vale. ¡Uf!
Soci.— (Aprensivo.) Y ahora, ¿habrá que beberse este purelito?
Pani.— (Despistado por la agotadora faena.) ¿Cómo?
Soci.— Que si ahora nos tendremos que tomar el puredizo.
Pani.— No creo. El texto sólo dice «Mezclándolo todo»...
Soci.— Sí; pero lo dice dos veces...
Majan y remajan y estalla el mortero: luz tan cegadora que los echa atrás. Estupefactitos, como en un arrobo (¡Chúpate ésa, Teresa!), descuajeringados escuchan la luz:
La luz.— (Con una voz antigua, mucho más antigua que Umberto Eco.) Desiderata sunt accomplis... (Moderniza la voz, pero aún sigue siendo mucho más antigua que Umberto Tozzi.) O como quiera que se diga, hijos, que yo de estas lenguas difuntas... A lo más que yo llegaba en mis tiempos era al participio absoluto, que también son ganas de paripé participativo, siendo tan absoluto…, pero lo que es de esos aoristos y supinos...
Pani.— (Clásicamente cortante.) Vale, vale...
Soci.— (Dubitante dubidú.) ¿Y... ya está?
La luz.— (Algo más modernita. Parece que fuese a más velocidad.) ¡Toma. Pues claro!
Pani.— Entonces apaga y vámonos.
Matan la luz y, con ese crimen sobre sus espaldas, salen a la calle. En los jardines de la plazuela de enfrente, un fematero acaba su labor ─cruzado mágico naranja o al menos reflectante─. Las últimas gotas de la manguera de riego y limpieza las emplea en saciar la sed: Es lo primero.
Soci.— ¿Dónde vamos tan corriendo?
Pani.— No sé; a pensar. Ya sabes que yo, si no ando, mal acabo.
Soci.— Vale, pues pensemos. (Piensa. Insiste.) Puestos a pensar, a lo mejor tenía razón mi sobrino.
Pani.— Ya. Pero eso no nos saca de nada. Además, el caso ya tiene que ir sobre ruedas, si es cierto el pacto. Y debe de serlo porque lo que hemos visto...
Maruja.— Clama al cielo.
El cielo.— (Sordo.) ¡Que me dejes...
Maruja.— ¡Caballas, caballas, cabaaallas!
Pani.— (Aprieta el paso.) No hay que hacer nada. Bastará con savoir faire, savoir passer...
Soci.— (Le sigue.) Sí, y chercher la femme; pero algo habrá que hacer entremientras. Y a mí se me ha ocurrido que como mi sobrino va mucho por un pah que se llama El Infierno...
Pani.— Jo; otra vez LOS TRES HERMANOS.
Soci.— (Apocadito.) Tú verás...
Pani.— (Se ilumina. Se para.) ¿Está muy lejos? (Mira la duda y el quinto pino en los ojos de Soci.) Cogemos el coche. Tú conduces.
Pani.— (Nervioso. Mira el caos sin encontrar sitio que le plazca.) Mejor en el despacho. Trae el mortero.
Despejan la mesa (acero sin lapislázuli), centran el mortero, vuelcan ingredientes, majan y remajan, se quitan la mano, vuelven a majar. Ya cruje la mesa (acero sin), rugen como fieras, las manos en alto, caen desde arriba, como si mazasen mijo en Camerún. Lo requetemajan puestos de rodillas en lo alto la mesa (yo creo que no es ni de acero): Son todo fruición.
Soci.— (Prudente.) Yo creo que ya vale, ¿no?
Pani.— (Sudoroso.) Vale. ¡Uf!
Soci.— (Aprensivo.) Y ahora, ¿habrá que beberse este purelito?
Pani.— (Despistado por la agotadora faena.) ¿Cómo?
Soci.— Que si ahora nos tendremos que tomar el puredizo.
Pani.— No creo. El texto sólo dice «Mezclándolo todo»...
Soci.— Sí; pero lo dice dos veces...
Majan y remajan y estalla el mortero: luz tan cegadora que los echa atrás. Estupefactitos, como en un arrobo (¡Chúpate ésa, Teresa!), descuajeringados escuchan la luz:
La luz.— (Con una voz antigua, mucho más antigua que Umberto Eco.) Desiderata sunt accomplis... (Moderniza la voz, pero aún sigue siendo mucho más antigua que Umberto Tozzi.) O como quiera que se diga, hijos, que yo de estas lenguas difuntas... A lo más que yo llegaba en mis tiempos era al participio absoluto, que también son ganas de paripé participativo, siendo tan absoluto…, pero lo que es de esos aoristos y supinos...
Pani.— (Clásicamente cortante.) Vale, vale...
Soci.— (Dubitante dubidú.) ¿Y... ya está?
La luz.— (Algo más modernita. Parece que fuese a más velocidad.) ¡Toma. Pues claro!
Pani.— Entonces apaga y vámonos.
Matan la luz y, con ese crimen sobre sus espaldas, salen a la calle. En los jardines de la plazuela de enfrente, un fematero acaba su labor ─cruzado mágico naranja o al menos reflectante─. Las últimas gotas de la manguera de riego y limpieza las emplea en saciar la sed: Es lo primero.
Soci.— ¿Dónde vamos tan corriendo?
Pani.— No sé; a pensar. Ya sabes que yo, si no ando, mal acabo.
Soci.— Vale, pues pensemos. (Piensa. Insiste.) Puestos a pensar, a lo mejor tenía razón mi sobrino.
Pani.— Ya. Pero eso no nos saca de nada. Además, el caso ya tiene que ir sobre ruedas, si es cierto el pacto. Y debe de serlo porque lo que hemos visto...
Maruja.— Clama al cielo.
El cielo.— (Sordo.) ¡Que me dejes...
Maruja.— ¡Caballas, caballas, cabaaallas!
Pani.— (Aprieta el paso.) No hay que hacer nada. Bastará con savoir faire, savoir passer...
Soci.— (Le sigue.) Sí, y chercher la femme; pero algo habrá que hacer entremientras. Y a mí se me ha ocurrido que como mi sobrino va mucho por un pah que se llama El Infierno...
Pani.— Jo; otra vez LOS TRES HERMANOS.
Soci.— (Apocadito.) Tú verás...
Pani.— (Se ilumina. Se para.) ¿Está muy lejos? (Mira la duda y el quinto pino en los ojos de Soci.) Cogemos el coche. Tú conduces.
CONTINUARÁ…
©Producciones Guadiloba S.M.L.
Esperamos la siguiente entrega de esta peculiar historia, no tardes Guadiloba. GRACIAS por tu nueva y brillante colaboración
Artículo reeditado: originalmente publicado el 20 de Septiembre de 2010.
Artículo reeditado: originalmente publicado el 20 de Septiembre de 2010.
Efectivamente, peculiar historia que resulta difícil de entender.
ResponderEliminarEl Soci tiene guasa, es de un crápula total.
ResponderEliminarcreo que he visto aun chita al lado de la bruja, dios nos guarde.
ResponderEliminarHola blog te veo muy parado donde escriben los pecaminosos que nos ponen bien...
ResponderEliminarNo logro entender la historia.
ResponderEliminarBuenas.... creo que algunos están en el borde de la luna y otros se queman demasiado al sol.
ResponderEliminarLa historia tiene su "guasa" y vuelvo a repetir que construir un dialogo como lo hace este colaborador no es nada fácil. Cultura y arte derrocha la historia. A continuar.
ResponderEliminarMagistral interpretación de todos los componentes de esta "charanga" con acento extraño pero interesante.
ResponderEliminarno entiendo na
ResponderEliminarArtículo inquietante al jugar con las brujas marujas.
ResponderEliminarEste colaborador es uno de los mejores del blog, al menos es lo que pienso.
ResponderEliminarDe nuevo la matraca.
ResponderEliminarEsto es matraca de la buena. La literatura es ejemplar, demasié.
Eliminar¿Fue Joe Kittinger el primer astronauta?
ResponderEliminarNo, porque no voló a la altura mínima
Realmente, se dice después de que Discovery Channel titulase un documental sobre la vida de Kittinger The first man in space. Kittinger hizo algunas cosas notables, como subir en globo a más de 25 kilómetros de altura. Sin embargo, se considera que hay que superar los 80 kilómetros sobre el suelo para llamarse “astronauta”.
De hecho, la Asociación Astronáutica Internacional te concede o no las “Alas de Astronauta”, una insignia que crearon los primeros cosmonautas estadounidenses.
En cualquier caso, el primer vuelo tripulado por un humano por encima de las 50 millas (u 80 kilómetros) lo realizó, como todos sabemos, Yuri Gagarin, aunque los amantes de las leyendas urbanas quieran introducir este tipo de elucubraciones o cambiar la historia.
Llega un lepero a una empresa a pedir trabajo y entonces le llevan a una sala para hacerle algunas preguntas y evaluar sus conocimientos. El examinador comienza:
ResponderEliminar- Explíqueme brevemente qué son los rayos catódicos.
El lepero piensa por unos segundos y contesta:
- Los rayos catódicos son Isabel y Fernando.
El examinador queda estupefacto y le pregunta:
- Entonces, si Isabel y Fernando son los "rayos catódicos", ¿quiénes son los reyes católicos?
El lepero contesta rápidamente:
- Pues Melchor, Gaspar y Baltasar.
El examinador para rematar le hace una última pregunta:
- Y si Melchor, Gaspar y Baltasar son los "reyes católicos", ¿quiénes son los reyes magos?
El lepero, extrañado por la pregunta le dice:
- ¿No sabe usted quiénes son los reyes magos?
El examinador niega con la cabeza. Entonces el lepero se le acerca y le dice al oído en voz baja:
- Los reyes magos son los padres...
Veo en estas historias muchos asociados. Parece el congreso de pillos que tenemos en la gloriosa Madrid que fue reina de la Inquisiciòn.
ResponderEliminarEste colaborador es genial, me deja sin palabras.
ResponderEliminarTodo transcurre muy pausadamente.
ResponderEliminarEl nivel cultural del artículo es enorme.
¡Qué difícil es mantener un diálogo con tanta calidad lingüística!. Flipo, tío/a.
ResponderEliminarReligión CATÓLICA, asignatura obligatoria y marcando la nota media.
ResponderEliminar¡Viva la Democracia, viva la Constitución y viva la Monarquía; vivan las tres vivas!.
Lo pongáis como lo pongáis esto no hay quien lo entienda.
ResponderEliminarEstos artículos por capítulos son imposibles de componer.
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