Soci.— Rotonda del Padre Apeles, 17. Aquí tiene que ser.
Pani.— (Ligeramente hamletí.) ¿Y si antes de subir entramos aquí, que tiene pinta de no tener hilo musical, y nos lo pensamos otro poquito?
Soci.— (Lector de neón apagado.) Cafetería Sésamo ... Bueno.
El chaleco de la camarera: Espalda en raso de oro; la pechera, cretona sinople sembrada de almacayos o lyses partidos en sinople y or. Minifalda negra y su camisita (blanca) y su canesú. Vamos, un cromo. Pero a juego con la bonita decoración general: En las paredes, reproducciones cuatrícromas de grabados con escenas de la cacería del zorro: Jinetes con chaqueta roja y gorrilla de visera, caballos que parecen galgos y perros que parecen cocodrilos; algún brillo dorado de trompa de caza entre la floresta.
Soci.— Oye, esta moda de las camareras...
Pani.— (Le interrumpe.) ¿Por qué pondrán una rodajita de limón en el café con hielo?
Soci.— (Se continúa.) ...no sé; yo siempre he oído lo de barman, pero no he oído barwoman, que suena a superchica de cómic...
Pani.— Ahora dirán barperson, que es como funambulista o así... (Transición.) Bueno, ¡a lo nuestro! (Acerca su butaquita a la de Soci.) ¿Crees que debemos subir? ¿No será esto una encerrona, una trampa mortal y alevosa?
Soci.— (Aparta con el labio el limón para beber el café con lo que consigue derramar un poco sobre la moqueta. Se apartó a tiempo.) No sé. Tú verás...
La cromocamarera.— (Se ha acercado despacito. Agacha su cabeza hasta entre las de ellos.) Perdonen. Arriba les están esperando. Me han rogado encarecidamente que les insista en que no se demoren mucho.
Pani.— (Decidido.) Bueno, vamos allá y ya veremos. Por lo menos nos enteraremos de algo. Y el caso no se puede embrollar más, ¿no?
El colega ha estado todo el tiempo tapando con el pie la mancha de café, aunque entre el marrón oscuro de la moqueta y la escasa luz de los ridículos apliques no se notaba demasiado. Ahora, saliendo:
Soci.— (Saliendo. Como si hiciese una cita.) ¿Por qué pondrán una rodajita de limón en el café con hielo?
A la puerta de la Cafetería Sésamo , estuvieron en un tris de llevárselos por delante dos niñatos, con unas motocicletas de ésas, de las que hacen más ruido que daño; recorrían la acera haciendo el caballito.
Soci.— Si es que van como locos.
Pani.— Es verdad; últimamente, estos jóvenes van Gogh.
Pani.— (Ligeramente hamletí.) ¿Y si antes de subir entramos aquí, que tiene pinta de no tener hilo musical, y nos lo pensamos otro poquito?
Soci.— (Lector de neón apagado.) Cafetería Sésamo ... Bueno.
El chaleco de la camarera: Espalda en raso de oro; la pechera, cretona sinople sembrada de almacayos o lyses partidos en sinople y or. Minifalda negra y su camisita (blanca) y su canesú. Vamos, un cromo. Pero a juego con la bonita decoración general: En las paredes, reproducciones cuatrícromas de grabados con escenas de la cacería del zorro: Jinetes con chaqueta roja y gorrilla de visera, caballos que parecen galgos y perros que parecen cocodrilos; algún brillo dorado de trompa de caza entre la floresta.
Soci.— Oye, esta moda de las camareras...
Pani.— (Le interrumpe.) ¿Por qué pondrán una rodajita de limón en el café con hielo?
Soci.— (Se continúa.) ...no sé; yo siempre he oído lo de barman, pero no he oído barwoman, que suena a superchica de cómic...
Pani.— Ahora dirán barperson, que es como funambulista o así... (Transición.) Bueno, ¡a lo nuestro! (Acerca su butaquita a la de Soci.) ¿Crees que debemos subir? ¿No será esto una encerrona, una trampa mortal y alevosa?
Soci.— (Aparta con el labio el limón para beber el café con lo que consigue derramar un poco sobre la moqueta. Se apartó a tiempo.) No sé. Tú verás...
La cromocamarera.— (Se ha acercado despacito. Agacha su cabeza hasta entre las de ellos.) Perdonen. Arriba les están esperando. Me han rogado encarecidamente que les insista en que no se demoren mucho.
Pani.— (Decidido.) Bueno, vamos allá y ya veremos. Por lo menos nos enteraremos de algo. Y el caso no se puede embrollar más, ¿no?
El colega ha estado todo el tiempo tapando con el pie la mancha de café, aunque entre el marrón oscuro de la moqueta y la escasa luz de los ridículos apliques no se notaba demasiado. Ahora, saliendo:
Soci.— (Saliendo. Como si hiciese una cita.) ¿Por qué pondrán una rodajita de limón en el café con hielo?
A la puerta de la Cafetería Sésamo , estuvieron en un tris de llevárselos por delante dos niñatos, con unas motocicletas de ésas, de las que hacen más ruido que daño; recorrían la acera haciendo el caballito.
Soci.— Si es que van como locos.
Pani.— Es verdad; últimamente, estos jóvenes van Gogh.
De nuevo Guadiloba, nos deleita con las historias de Pani y Soci. GRACIAS
Artículo reeditado: originalmente publicado el 14 de Noviembre de 2010.
Artículo reeditado: originalmente publicado el 14 de Noviembre de 2010.
Abrete esamo, me suena el artículo y es muy bueno.
ResponderEliminarMe encanta el Soci y por supuesto el autor de esta enrebesada historia que a todos nos hace reir a pesar de que algunos no se enteren de que va
ResponderEliminarmuy buena.
Los personajes estan descritos por el lenguaje. Haría falta publicarlas no tan distanciada en el tiempo.
ResponderEliminarFalta material del bueno coño.
ResponderEliminarCda vez me divierto más con Pani y Soci. Eres un comediant.
ResponderEliminarEstos dos personajes nocturnos se me parecen a Max Estrella y Don Latino de Híspalis, viviendo el esperpento en su pureza.
ResponderEliminarBuen artículo y sobre todo, gracias por tu fiel participación. Un saludo.
el soci termina de macoquero
ResponderEliminarNo puedo con esto lo siento.
ResponderEliminar¿Cómo se crean los mapas de los navegadores GPS?
ResponderEliminarGracias a la cartografía electrónica
Hay empresas que diseñan mapas que se han especializado en “cartografía electrónica”. Ellas son las responsables de elaborar los mapas de ciudades, pueblos, carreteras y mantenerlos actualizados. Esos mapas son los que después serán cargados en los GPS. En un primer momento se importaban a soporte digital mapas del Ejército y de los ayuntamientos. En la actualidad hay sistemas enormemente sofisticados, montados en automóviles e incluso con sistemas de reconocimiento 3D, que se utilizan para recoger y mantener estos datos al día. Son dispositivos que recorren físicamente los lugares y van almacenando datos.
El marido que llega a casa y se encuentra a la mujer con la escoba en la mano y le pregunta que va a barrer o a volar?
ResponderEliminarLa descripción de la cromocamarera te ha quedado genial.
ResponderEliminarEs bueno este colaborador, con una increible imaginación y un lenguaje impresionante.
ResponderEliminarEn el piso de arriba de la rotonda del Padre Apeles, 17, al que se van a encontrar va a ser a mi Maná-Maná. ¡Que Dios les coja confesados!.
ResponderEliminarPero si es un santo!, San Manamana, cuya onomástica se celebra todos los días.
EliminarEl espaciarlo en el tiempo y con la forma tan peculiar de escribir que tiene Guadiloba hace que toda la trama se lie un poco.
ResponderEliminarLos protagonistas de la historia, Pani y Soci son los más surrealitas e indecisos que he conocido.
ResponderEliminarEmpieza con brujas, con Leonardo; luego la Maruja con las caballas; vengan papelitos con direcciones y ahora terminan en la cafetería Sésamo.
ResponderEliminarEl gazpacho que tiene montado el autor/a es de aupa, pero está entretenido.
Observo que esta saga no es del gusto de todos. Lo puedo entender. A mí me gusta mucho.
ResponderEliminarNo está mal, pero lenta.
EliminarNo tiene sentido.
EliminarLo mejor del artículo, el grabado que lo ilustra.
ResponderEliminarHay que valorar y apreciar la labor de este colaborador.
ResponderEliminarEs muy difícil componer un artículo de este tipo, dialogado, muy teatral.
Entre hablar y buscar a unos y a otros, buenas trancas cojen los colegas, siempre están metidos en bares.
ResponderEliminarMe chiflan las historias de brujas y diablos, y del surrealismo.
ResponderEliminarTodos los lunes este tostón. ¡No me entero de nada!.
ResponderEliminarDos artículos antagonistas: de la sensualidad de ayer al esperpento de hoy.
ResponderEliminarLos gustos los dejamos en blanco.
Chocho pepitin eras una cumbre enturbia por los pensamientos de la bruja. Lo de hoy no vale un duro de lata.
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