Orlando
deslizó su boca hacia la oreja izquierda de Green le sopló un poco y después se
la lamió.
-Un
día estaba enferma con fiebre, quería levantarme porque tenía un examen y
discutía con mi madre, entonces ella escuchó su puerta y salió. Les oí hablando
en el pasillo. De pronto apareció en mi dormitorio mirándome con interés, mi
madre se disculpaba y él le quitaba importancia, decía que tener un médico de
vecino tenía que tener sus ventajas, mi madre fue a la cocina a seguir lo que
estaba haciendo y Jorge se quedó reconociéndome sentado en la cama a mi lado.
Me tocó los ganglios, sus manos eran suaves y secas, cogió el termómetro y me
lo metió en la boca, le miraba aún sin reaccionar, me dejaba hacer, sentía
mucha vergüenza al pensar que mi madre le había pedido que viniera a verme y a
la vez estaba delirando entre la fiebre y la felicidad. Me abrió unos cuantos
botones del pijama y cogió el fonendo de su maletín, me lo puso en el pecho. Yo
no era capaz de respirar más despacio y tuvo que estar un buen rato moviéndolo
para escucharme la respiración. Al menos pensó que me lo provocaba la fiebre.
-¿Tenías
un pijama como éste?
-Supongo
que algo parecido.
-Ven,
dame las manos. -¿Qué…
-Voy
a llevarte al mismo sitio.
Orlando
la llevó la cama, la abrió y sentó a Green, la colocó bien y le subió las
sábanas un poco. Se sentó a su lado.
-Creo
que estarías así. Sigue, Jorge te estaba auscultando.
-Miré
su cara como si quisiera grabarla, esculpirla dentro de mi cabeza y no olvidar
nunca esos minutos, terminó de escucharme y me miró, no entendió la mirada de
fascinación que yo tenía.
-“No
es nada grave.” me dijo “Pero tu madre tiene razón, no puedes ir al instituto,
le pegarías la gripe a la mitad, aunque es probable que estuvieran encantados
de poder faltar.” me miró con una gran sonrisa “Además te libras de ese examen
por hoy. Te haré un justificante.
”Orlando
volvió a bajar la voz.
-¿Cuántos
botones te desabrochó?
-No
sé.
-Piensa…
¿te tocó la piel con los dedos mientras lo hacía?
-
…fue al cuello, noté… sí me rozó el cuello y me abrió uno, dos, tres… creo que
un cuarto…
Orlando
empezó a abrirle botones mientras ella
notaba el mismo azoramiento que diez años atrás.
-Yo
no creo –seguía susurrando- que fuera necesario el fonendo, creo que él quería
mirarte y tocarte. Creo que Jorge se moría por hacer esto…
Acercó
su boca a la ancha uve que habían dejado los botones abiertos y besó justo
donde comenzaba a llenarse uno de sus pechos, escuchó como se le escapaba un
gemido. Continuó deslizando su boca y dejando pequeños besos en el generoso
escote.
-Respira… respira… otra vez…, no escucho nada. He
venido a ver cómo estás y no veo que tu respiración se agite demasiado...
Tendré que seguir abriéndote el pijama... Para ser una adolescente, tienes unos
pechos preciosos... Tendré que venir con el fonendo todos los días para saber
que te recuperas… ¿Ves mi cara sobre ti?
Green
estaba segura que su respiración era exactamente la de aquel momento.
-Sí.
-¿Ves
cuanto te deseo? Te sonrío para que confíes en mí. Quiero comportarme con
naturalidad pero no puedo apartar los ojos, no quiero hacerlo. ¿Ves en mis ojos
cuánto te deseo?
-Sí
Se
inclinó sobre ella y la besó, empezó siendo un beso dulce pero en seguida se
volvió voraz, violento, insaciable. Los brazos de Green lo aferraron y lo
estrechó contra ella mientras bebía de su boca el tiempo que había pasado,
después sus manos fueron al pelo, a la cara, le recorrió el rostro con los
dedos y le besó las mejillas, los párpados, la comisura de sus labios, el
cuello. Jorge seguía sonriendo mientras ella le besaba, cogió una de sus manos
blancas y la puso sobre su cara pero ya él volvía de nuevo a inclinarse sobre
ella, notó su cuerpo, su calor, el fonendo había desaparecido, miró hacia la
puerta de su cuarto, tenía el cerrojo echado, su madre había desaparecido en la
nada. Se entregó a Jorge. De pronto él estaba desnudo, tocaba la piel suave de
sus hombros, de su espalda, empezó a notar su peso. No quería pensar en si
estaba bien, Jorge había decidido, ella sólo podía hacer lo que él quisiera,
ella era de Jorge. Después en otro momento, él se abrió paso a través de su
cuerpo, había recuperado la virginidad durante unos instantes para perderla por
él, para él. Le estrechó de nuevo, quería que Jorge la invadiera, que llegara a
cada extremo de su cuerpo, que supiera que ella le pertenecía.
Siguió haciéndole el amor hasta que ella tuvo un orgasmo, entonces estalló en
sollozos.
Orlando
paró.
-Ya,
ya… ya está… tranquila… ya…
Se
quedó a su lado y la arropó entre sus brazos, le quitó la cinta de los ojos.
-Has
sido muy valiente.
Ella
dejó la cabeza hundida en su pecho. Orlando escuchó como sus sollozos poco a
poco iban perdiendo fuerza y la acunó como una niña. Cuando pararon las lágrimas
de correr por su pecho se dio cuenta de que Green se había dormido, la miró con
dulzura y pensó que también a él le estaba invadiendo el mismo sopor apacible.
Encontró el mando que oscurecía los cristales, dejó la habitación a oscuras y
se removió hasta encontrarse cómodo pegado al cuerpo de ella. Respiró
profundamente y se dejó vencer por el sueño."
Hesperia
De la obra Orlando (Fragmento)
Con esta entrega, Hesperia concluye su artículo, mostrándonos los placeres de la purificación mental y corporal, la catarsis. GRACIAS.
Buen método para que se cure un resfriado: Que te echen un buen polvo.
ResponderEliminarCuando tenga la gripe se lo voy a proponer a mi médica.
EliminarEl robot más rápido
ResponderEliminarSegún los expertos, el guepardo es el animal de cuatro patas más veloz, ya que es capaz de alcanzar entre 95 y 115 kilómetros por hora de velocidad punta.
Ahora, investigadores del Instituto de Robótica del MIT, en Cambridge EEUU, han creado una versión robótica de este animal que ya alcanza cerca de los 60 kilómetros por hora, pero con mayor eficiencia energética que su modelo real. Tiene el mismo tamaño y peso, pero ha sido dotado con dos motores eléctricos muy ligeros instalados en sus hombros capaces de ajustar su potencia a la rigidez de las patas del robot y su tasa de amortiguación, según encuentre más o menos resistencia en el terreno o el entorno. Para mejorar esta eficiencia, se han usado tiras de Kevlar como tendones en sus patas.
Dos amïgas conversando:
ResponderEliminar-¿Sabes que María se ha desecho de 80 kilos de grasa inútil?
-¿Ah, sí? ¿Y cómo lo ha hecho?
-Se ha divorciado.
La pobrecita con tanta catarsis quedó reventaíta. Normal que se quedara dormida.
ResponderEliminar¿Y toda la obra de Orlando es así?.
ResponderEliminarMorbo y sensualidad en esta gran exposición literaria.
ResponderEliminarMe pone cachonda.
Quíén se atreve a comerle la caballa a mi Maná-Maná?. Que sea pronto porque le va a caducar, sí, a esa calva guarra, loca, loca y looocaaaa.
ResponderEliminarEse estribillo me suena a una canción.
EliminarDualidad, doble personalidad, conjunción mental, Orlando-Jorge. El resultado ya se ha visto.
ResponderEliminarHesperia, necesito hacer una catarsis contigo!.
La amiga verde (Green) entre dos aguas, entre el placer y el esfuerzo y purificación mental.
ResponderEliminarEstá muy bien contada y escrita esta historia, te felicito, Hesperia.
Esto me pone a mil por horaaaas!!!!!!!
ResponderEliminarNo pienso leer más este tipo de historias. Cuando que quiera poner caliente prefiero comer unos caracoles y una ración de choquitos fritos.
ResponderEliminarMe encanta que me soplen la oreja. Me pone a cien.
ResponderEliminar¡Qué importante es la fantasía para un buen sexo!
ResponderEliminarA las mujeres les gusta que les den cariño después de hacer el amor; la relación sexual no termina con la eyaculación.
ResponderEliminarCúmulo de erotismo, desbordante en pasión. Hesperia, lo has "bordao".
ResponderEliminarTu desbordante sexualidad me atrae me une a tus deseos.
ResponderEliminar¡De sexo no se habla, se practica!
ResponderEliminarLeí que mentir era malo y dejé de mentir, leí que odiar era malo y dejé de odiar, leí que el sexo era malo y dejé de leer!
ResponderEliminarMuy bueno Ja, ja, ja... Más sexo y menos tonterías.
EliminarMe apasiona la lectura erótica. Hesperia, eres una artista en esta rama.
ResponderEliminarA mi el sexo me gusta como el café. Bien caliente, bien fuerte... y sobre la mesa de la cocina.
ResponderEliminarHesperia, enhorabuena¡¡¡¡ Francamente muy buenas tus narraciones y con gusto, sin perder por ello ni un ápice de erotismo, sensualidad y pasión.
ResponderEliminarLa tensión sexual de tus textos es muy atrayente.
ResponderEliminarMenudo polvo que le echó. Se quedó tranquilita la niña...
ResponderEliminarCreo que te deberías dedicar a escribir novelas eróticas. Eres una artista.
ResponderEliminar¡Buenísima la historia, qué manera de escribir!
ResponderEliminar¡¡¡5 estrellas !!!
Lo dicho Hesperita, si quieres catarsis, catarsis, pero después echamos un polvete.
ResponderEliminarEl relato está bien hilado y en todo momento mantiene el erotísmo y la tensión sexual. Buen artículo Hesperia.
ResponderEliminarPues, sí. Me has puesto a tono, Hesperia.
ResponderEliminarSencillamente, genial. Me has sorprendido muy gratamente, Hesperia. Me quedo esperando próximas entregas.
ResponderEliminarMe ha gustado.
ResponderEliminarA mi también, pero me gustaría mas una catarsis de esas.
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