
Un plagio es una infracción del derecho de autor/a sobre una obra artística, literaria o de otro tipo, que se produce mediante la copia de la misma, sin autorización del dueño o de quién posee los derechos sobre la misma, y la presentación de la copia como una obra propia. Por lo tanto, el plagio posee dos características:
La copia ilegítima de una obra, informe, pliegos, etc., protegida por derechos de autor.
La presentación de la copia como obra original propia.
Es decir, una persona comete plagio cuando copia o imita algo que no le pertenece haciéndose pasar por el autor/a de ello.
En muchos trabajos, muy frecuentemente en la Administración existen expertos/as del plagio. Y, no es que defendamos en los trabajos públicos derechos de autor o propiedad intelectual, todo es de todos, pero sí hablamos de algo que los mentecatos/as no logran comprender o no quieren, hablamos de ética profesional, y la ética se compone de un conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.
La profesionalidad se aplica a las personas que ejercen su profesión con adecuada capacidad y aplicación, los otros son meros aficionados que llegan a actuar con escaso juicio o entendimiento. Actuar, por ejemplo, como un/a aficionado/a esperando recibir el “Goya” para continuar su carrera meteórica y alcanzar por fin el “Nóbel” de la confianza política, resulta ridículo, irreal y absurdo. Sólo son plagiadores oficiales que traicionan el vínculo y la buena armonía que debe existir entre los compañeros/as que pertenecen a la misma Entidad.
Estos plagiadores/as y firmantes mediocres, algunos inclusos juristas de una institución pública, (en teoría encargados de estudiar y preparar sus dictámenes o resoluciones), se han convertido, tocados quizás por el dedo sublime del político de turno, en expertos de todo tipo de asuntos, hoy toca seguridad, mañana contratación de personal, fuegos de artificio o tal vez amueblar un mercado municipal.
La copia ilegítima de una obra, informe, pliegos, etc., protegida por derechos de autor.
La presentación de la copia como obra original propia.
Es decir, una persona comete plagio cuando copia o imita algo que no le pertenece haciéndose pasar por el autor/a de ello.
En muchos trabajos, muy frecuentemente en la Administración existen expertos/as del plagio. Y, no es que defendamos en los trabajos públicos derechos de autor o propiedad intelectual, todo es de todos, pero sí hablamos de algo que los mentecatos/as no logran comprender o no quieren, hablamos de ética profesional, y la ética se compone de un conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.
La profesionalidad se aplica a las personas que ejercen su profesión con adecuada capacidad y aplicación, los otros son meros aficionados que llegan a actuar con escaso juicio o entendimiento. Actuar, por ejemplo, como un/a aficionado/a esperando recibir el “Goya” para continuar su carrera meteórica y alcanzar por fin el “Nóbel” de la confianza política, resulta ridículo, irreal y absurdo. Sólo son plagiadores oficiales que traicionan el vínculo y la buena armonía que debe existir entre los compañeros/as que pertenecen a la misma Entidad.
Estos plagiadores/as y firmantes mediocres, algunos inclusos juristas de una institución pública, (en teoría encargados de estudiar y preparar sus dictámenes o resoluciones), se han convertido, tocados quizás por el dedo sublime del político de turno, en expertos de todo tipo de asuntos, hoy toca seguridad, mañana contratación de personal, fuegos de artificio o tal vez amueblar un mercado municipal.
A estos multifuncionales, “seres superdotados”, le recomendamos que al menos aprendan a plagiar y no copien los errores ortográficos, sintácticos o de expresión que cometieron los autores de los Pliegos Técnicos o Informes originales. Deseo inútil, ya que probablemente tan sólo saben copiar y no lleguen a comprender ni tan siquiera lo que copian.
Lo simpático, para algunos y fastidioso para otros, de todo este tema, es que estos personajes caerán pronto en el olvido. Lo triste es que están jugando con dinero público y eso sí que es relevante y peligroso.