El Padrino

Hace pocos días, viendo el telediario, me enteré de una noticia que por suerte ha tenido un final feliz. Una de esas noticias en las que la realidad supera a la ficción.

Desde el día 5 de julio de 2010, el lavacoches español Óscar Sánchez, permanecía encerrado en la cárcel romana de Rebibbia. ¿Su delito? Perder el DNI y dejar que cayera en manos de un capo de la mafia, cuyo parecido físico era muy similar al de él.

Tras un proceso digno de Kafka, fue condenado a catorce años de prisión. El 21 de Marzo de 2012, después de pasar 626 días en la cárcel, este barcelonés de 47 años fue absuelto por el Tribunal de Apelaciones de Nápoles y quedó en libertad.

Todo esto me hizo pensar en que hubiera ocurrido, sí en vez de haberlo detenido la policía, hubieran arrestado al verdadero capo y, posteriormente Oscar se hubiera encontrado con su supuesta familia de gángsters. ¿Os imagináis lo que eso significaría? Supondría convertirse en padrino, sentir aunque sea por un instante que somos Vito o Michael, un auténtico Corleone.

Actuar al margen de la ley, ser respetados por todos los del barrio, sobornar a policías y a altos cargos públicos, crear un imperio o luchar contra bandas rivales por tener el control de la calle, entre otras muchas otras cosas.

Hace 40 años, se estrenó la famosa película “El Padrino”, basada en la novela de Mario Puzo y, a la que Francis Ford Coppola le dio vida, convirtiéndola en una obra maestra y un clásico del cine mundial.

Sería fantástico sentirnos protagonistas de la película. Imaginaos en la boda de vuestra hija, dentro de un enorme despacho, sentados en una gran silla, mientras acariciáis a vuestro gato. La gente va entrando para veros, para ver al Don. Os pedirán todo tipo de favores, los cuales podréis cobrar en cualquier momento, aunque puede que ese momento nunca llegue.

Tendréis que decir algunas de las frases más míticas del mundo del cine, frases que pasarán a la posteridad. Algunas como “Vienes a mi casa el día de la boda de mi hija a pedirme que mate por dinero”, “Mantén cerca a tus amigos pero más cerca a tus enemigos”, “Cuando uno de mis amigos se crea enemigos, yo los convierto en mis enemigos y a ese le temen” y por supuesto mi preferida y seguramente la más famosa, esa que tantas veces he escuchado y he repetido “Le haré una oferta que no podrá rechazar”.

En fin, lo cierto es que después de escribir todo esto, tengo dos cosas claras: la primera es que esta noche voy a ver el Padrino y la segunda, es que sí pierdo el DNI no pienso aparecer por Italia.