La Mente

Esa cosa que llevamos acuesta ocupada de todo lo nuestro y mas, que a pesar de contener millones de kilobytes, el peso real es insignificante, materia intangible que algunos la llaman alma, yo soy uno de ellos.

No todo es cuestión de guardar y retener información, ahora mismo mientras escribo, trabaja ordenando a mis dedos sujetar el lápiz y el papel que utilizo para ello, también manda que mis ojos controlen la escritura, alineación, ortografía, tirando de la memoria guardada para errar lo menos posible.

Al mismo tiempo y sin parar un segundo elabora una cohesión para lograr además terminar el artículo que usted está leyendo.

Lo antes referido, quiere hacer resaltar el gran tesoro que albergamos en nuestro cerebro, pero que no le sacamos el máximo rendimiento y en ocasiones negamos su encendido para no entrar en debates ni polémicas con recuerdos o archivos guardados en nuestra mente, que pueden llegar a crear una saturación y agobiarnos pasando a un estado de bloqueo o de cortocircuito, utilizando una jerga algo técnica, pero que en definitiva y humanamente hablando se trata de un enfado de la ostia.

Así que al escuchar música o comentarios, como el observar cualquier cosa, percibir olores o gustos, sentir el roce del aire que nos muestra su intensidad y su temperatura, hacen que la maravillosa máquina que poseemos se ponga en funcionamiento, aunque nos guste o no ella nos indica de todo, nos informa de los pro y los contra  para que la utilicemos con el fin de tener felicidad, siempre que en la memoria tengamos las respuestas correctas o experiencia necesaria.

En mi caso, he intentado exprimirla todo lo que he podido, consiguiendo lo que deseaba sin apenas creerlo porque era casi imposible.

Quizás no lo hayamos notado o soy el último que se entera de lo que acontece, pero creo que somos controlados por todos lados, alimentación, cultura, religión, comunicación, etc., pero yo he logrado vencer a una de tantas de ellas, y a raíz de ahora podré dar un descanso a la máquina, he dejado de fumar, le gané la partida al tabaco, ¡ole, ole y ole¡ , y solo gracias a la mente.