Siempre consideré que los
relatos de nuestra infancia tenían su puntito de morbo: No sólo ya que la
abuela de Caperucita (cómeme) tuviese inclinaciones zoofílicas; ni que el Dr.
Lemuel Gulliver, al comienzo de sus viajes, allí pancá los liliputienses,
pudiese albergar veleidades de bondage
pasivo.
Por no hablar de las versiones
cinematográficas de Schneewittchen und
die sieben Zwerge (los siete enanitos, en fin, tú ya sabes…); ni siquiera
de Pinocchio.
También tenía mis dudas sobre si
las ajustadísimas calzas de Robin Hood...
Pero lo que más me llamaba la atención
eran las palabras de aquella inocente criaturita: "¡El Rey está
desnudo!":
Su Majestad la miró con una sonrisa
benevolente:
¡Por supuesto! A él nunca le habían
engañado esos sedicentes pañeros que, magia mediante, pretendían hacerle un
traje nuevo al Emperador.
Él siempre había tenido deseos
exhibicionistas y ahora, por fin, gracias a semejantes imbéciles, podía ir a
caballo por las calles, como una Lady Godiva a pleno sol y con las ventanas de
sus súbditos escandalosamente abiertas.
©
Producciones Guadiloba S.M.L.
Nueva aportación de nuestro amigo Guadiloba, gracias por tus reflexiones sobre los relatos de nuestra infancia.
Corto pero inciso. Bravo.
ResponderEliminarEs un placer tenerte de nuevo en este variado blog.
ResponderEliminarEres fiel en este blog y todas tus aportaciones nos deleitan.
EliminarMagnífico artículo, Guadiloba.
ResponderEliminarEste colaborador con su arte natural, surrealista y originalidad.
ResponderEliminarOtra forma de ver la "infantilidad" de los cuentos clásicos.
ResponderEliminarEl lobo se cepilló primero a la abuelita y después a Caperucita, ¿o fue al revés?, ¿o hubo un trío?.
ResponderEliminarHa faltado el cuento "La adoración del corrupto místico", donde se describe la gran escena de todos los sindicalistas liberaos comiéndole el centollo a mi Maná-Maná.
ResponderEliminarYa lo tiene carcomido igual que la pelandrusca de la Maina.
EliminarNo puedo creer que los sindicalistas actúen así.
EliminarYo conozco a un cojo palangana que es peor que el manamá y la maina.
EliminarGenial, Guadiloba, como siempre.
ResponderEliminarErase una vez, una bella princesa que no quería más cuentos.
ResponderEliminarLos cuentos de hadas deberían tener finales felices más realistas como:
ResponderEliminar"Y entre los dos pudieron pagar un crédito hipotecario."
FIN.
La vida te enseña que los principes azules terninan convirtiendose en rana .... por muy Richard Gere que sean jejeje
ResponderEliminarDesearía que mi vida y la de la gente común sea como la de un cuento de hadas, y la de los políticos, mafiosos y mas gente de mal fuera como la de los malos del cuento que al final ellos reciben su merecido y los demás vivamos felices para siempre.
ResponderEliminarDespierta del sueño!
EliminarEste Guadiloba es la hostia!!!!
ResponderEliminarMe ha gustado.
ResponderEliminarExcelente artículo, este tío es un mago de la literatura.
ResponderEliminarLo corto y bueno, mil veces bueno.
ResponderEliminarMagistral demostración con historias infantiles.
¡El Rey está desnudo!. Y salió por medio de la selva montado en un elefante, a lo Tarzán, con escopeta al hombro y cadera de marfil.
ResponderEliminarLos cuentos infantiles me chiflan, pero con inocencia.
ResponderEliminarY con unos penosos datos de las cifra del paro llega la euforia. Verlo para creerlo. Y no se cansan de mentir.
ResponderEliminarQuiero que me cuentes el cuento de la buena pipa.
ResponderEliminarprimero cojeme la pipa
EliminarEres Maruja, la que está con Robin?????
Eliminar¿Que pasó entre los enanitos y Blancanieves?
ResponderEliminarSoy muy torpe y no me entero.