I
De un balcón cae una maceta. Los cálculos de su trayectoria de descenso apuntan hacia un señor encorbatado que camina en su dirección a la velocidad adecuada. El fatal encuentro entre ambos cuerpos parece inexorable y todo sugiere el desdichado desenlace. Durante el momento inmediato anterior a la supuesta colisión, algunos viandantes, conscientes del probable devenir de los acontecimientos, harán gestos, mitad de resignación, mitad de desagrado, en espera de lo previsible; otros aprovecharán para iniciar alguna suerte de aviso al viandante o para procurar un último intento de eliminación del impacto o de minoración de sus efectos. El tiempo de reacción será breve. Todo transcurrirá muy rápidamente, en milésimas de segundo. O quizás las trayectorias no coincidan finalmente. Lo único indiscutible es que sólo un instante bastará para ver cambiado nuestro destino.
II
Ocupada en sus quehaceres domésticos, Marta trajina en la casa. Afortunadamente queda ya muy poco para finalizar sus tareas. Se mueve deprisa: hace un día inmejorable y emplearlo trasteando, piensa, es un auténtico despilfarro. Sale al balcón. Por todos lados rezuma primavera. La temperatura exterior es tan fresca y agradable y la brisa que circula por la calle tan suave y fragante que necesariamente han de influir de manera positiva en el ánimo de quienes por ella transitan. Marta presiente que el día promete. Cinco minutos más, el tiempo indispensable para regar esas frondosas hortensias, tan bonitas que quedaron ayer al trasplantarlas a un tiesto mayor, y saldrá con Ana a pasear y tomar una cerveza. Al girar, golpea involuntariamente una de las macetas, que sobrepasa el pretil de protección y cae al vacío. Se asoma al exterior y con gran preocupación corre hacia las escaleras.
Pedro acaba de salir de casa. Baja por el ascensor del bloque y se asoma a la calle. Hace un día precioso, de un azul intenso y nítido, tan fresco y perfumado, tan luminoso y florido, que invita a la vida. Inspira profundamente y se recoloca la corbata cambiando de mano el portafolios. Enfila la avenida en dirección a la oficina, en la Plaza Mayor, sintiéndose optimista y con energías. Al detener la mirada en el intenso azul del cielo, siente que su exultante ánimo responde a la llegada de la primavera que instala el buen talante en el alma y logra que la sonrisa aflore a los labios aun sin pretenderlo. O quizás sea simplemente que tiene buenos presagios. Recuerda de pronto que debe comprar el papel para sus dibujos. Al pasar por la papelería, tras doblar la esquina, se detendrá unos minutos.
III
Al salir Pedro de la papelería para tomar la acera, se produce el impacto. Una vez más interactúan las indescifrables fuerzas del Universo, y espacio y tiempo confluyen de modo mágico, permitiendo que el destino actúe implacablemente. Un instante antes, o uno después, y el suceso jamás habría tenido lugar. Ha sido necesario ese momento único, decisivo, irremediable, para cambiar el previsible curso de los acontecimientos.
El papel de dibujo recién comprado se desparrama por el suelo.
Marta sufre un mareo momentáneo.
Y el día continúa. Persiste la naturaleza en la plenitud de su belleza. El impecable e intenso azul del cielo, la suavidad y la fragancia de la brisa, la magnificencia de las flores, incluso el devenir de los transeúntes, los ruidos del tráfico o el sonido de las hojas de los árboles, en su movimiento a merced del viento, responden, de una manera misteriosamente armoniosa, a esa melodía oculta del palpitar de la vida.
IV
El tropiezo entre Pedro y Marta ha sido brusco, por eso Pedro se apresura a tender la mano a Marta, ayudándola a recuperar el equilibrio. Ella se excusa de manera atropellada y dobla la esquina aceleradamente, sin detenerse. El tiesto, en su caída, no ha producido daños, a excepción del natural sobresalto entre quienes circulaban próximos al punto de impacto, peligrosamente cercano a un señor encorbatado que se muestra algo nervioso tras el inesperado suceso. Más tranquilos todos después de la alarma inicial y, tras las disculpas de rigor, Marta vuelve sobre sus pasos y ayuda a Pedro a recoger los papeles que perdió durante el incidente. Sus miradas coinciden entonces durante un breve instante. Aunque es la primera vez que lo ve, ella siente que conoce a Pedro desde siempre. Su proximidad le resulta agradable y su voz, en este singular trance, suave y confortadora. Caminando pausadamente, se alejan del lugar. Pedro, que ha quedado doblemente impactado, en el hombro y en el alma, se ofrece a acompañarla durante parte del trayecto. Bromean enseguida y la química fluye entre ellos. Su conversación se vuelve animada. Su sino, común.
V
Dichoso tropiezo, destino implacable: siempre ineludible, siempre inevitable, único.
De nuevo Sibila nos regala un relato, con su brillante narrativa, imaginación y originalidad. GRACIAS.
Sobran las palabras... y faltan los aplausos. Plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas. (Ovación de gala, algunos silbidos espontáneos y el público, enervado, puesto en pie). Me quito nuevamente la boina ante usted, querida Sibila.
ResponderEliminarYo no tenho boina pero me apunto a los aplausos y silbidos festivos. Un relato muy elegante.
ResponderEliminarEso de creer o no en el destino es complicado.
ResponderEliminar(APRENDAN AMIGOS...
ResponderEliminarESTO ES GALANTERÍA ......)
Una pareja de ancianos que cumplían 65 años de matrimonio, deciden ir a un restaurante para celebrar este evento.
Ya cuando están en el restaurante son atendidos por un mozo a quien cuentan el motivo de su celebración
El mozo los ubica en un lugar romántico para que disfrutaran de la cena.
El viejito, le dice a ella:
-Mi reina ¿dónde quieres sentarte?
-Aquí dice la anciana
Luego el anciano le dice:
-Mi princesa ¿quieres un aperitivo para comenzar?
La anciana responde
- Me gustaría un vinito
El anciano pregunta
-Mi ángel ¿qué te gustaría servirte en la comida?
Ella pide la carta y hace su pedido
El mozo no podía creer lo que oía
Durante la comida el anciano vuelve a preguntar:
-Mi ángel ¿qué vino quieres para acompañar tu cena?
Pero ahí la anciana le dice, primero iré al baño, necesito ir urgente
El le responde
-Ve mi vida yo aquí te espero
La anciana se va y el mozo sorprendido le pregunta al anciano
- ¿Cómo después de tanto tiempo llama Ud. a su Sra con esa palabras tan lindas:
mi reina, mi ángel ,mi princesa,
?Ud. me tiene admirado
El anciano lo mira y responde:
ES QUE NO ME ACUERDO COMO COÑO SE LLAMA ....
Una historia interesante y la forma de exponerla SDibila es magistral.
ResponderEliminarQue arte tienes gitana. Sigue en pie lo del Sibilito. Besos.
ResponderEliminarMe ha encantado. Nunca sabemos qué nos deparará el destino. Bonito final
ResponderEliminarEl destino es terriblemente implacable y pone a cada quien (tarde o temprano) donde debe estar... Así que calma y deja que las cosas pasen!
ResponderEliminarEl que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, Sibila.
Un artículo muy bien estructurado. La historia que nos cuenta es muy bella.
ResponderEliminarSibila, me encanta como el destino pone personas tan increibles como ¡TÚ! en mi camino.
ResponderEliminarNo dejas de sorprenderme.
Yo espero que el destino se pueda camabiar. Si no fuera así y todo estuviera decidido de antemano, nuestra existencia no tendría mucho sentido.
ResponderEliminarYo lo del destino no lo tengo tan claro, a veces otras personas marcan el destino de las menos favorecidas.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con la autora, el destino es implacable. Me ha gustado mucho tu artículo.
ResponderEliminarQuisiera que tú fueras mía pero el maldito destino nos separa.
ResponderEliminarA veces el destino es demasiado cruel.
ResponderEliminarCuando uno está en condición tiene amigos a granel, pero si el destino es cruel y hacia un abismo nos tira vemos que todo es mentira...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Sibila
A veces no hay próxima vez, no hay segundas oportunidades. A veces es ahora o nunca.
ResponderEliminarSi son tan agradables como el del final del relato, bienvenidos sean todos los destinos.
ResponderEliminarLas mujeres se enamoran de lo que oyen, los hombres de lo que ven. Por eso las mujeres se maquillan y los hombres mienten.
ResponderEliminarNo creo en la suerte ni en la predestinación, porque de existir debería haberme tocado una porción; y no.
ResponderEliminar¡Qué arte tienes, Sibila! Me encantan tus escritos
ResponderEliminarno escribe nada mal
ResponderEliminarTus historias son como el terciopelo azul y la granada roja. Tus ojos me los imagino con la profundidad del abismo ártico.
ResponderEliminarA ver si les suena de algo esta situación...
ResponderEliminarBUENO - BUENÍÍÍÍSIMO !!!!
Un señor que va en coche y se percata de que está perdido, maniobra y pregunta a alguien en la calle:
- ¡Disculpe!, ¿podría usted ayudarme? He quedado a las 14:00h. con un amigo, llevo media hora de retraso y no sé dónde me encuentro!
- Claro que sí -le contesta- se encuentra usted en un coche, a unos 7 Km . del centro de la ciudad, entre 40 y 42 grados de latitud norte y 58 y 60 de longitud oeste.
Es usted ingeniero, ¿verdad? -dice el del coche
Sí señor, lo soy. ¿Cómo lo ha adivinado?
Muy sencillo, porque todo lo que me ha dicho es "técnicamente correcto", pero "prácticamente inútil": continúo perdido, llegaré tarde, y no sé qué hacer con su información.
Usted es POLÍTICO, ¿verdad? -pregunta el de la calle..
- En efecto -responde orgulloso el del coche- ¿cómo lo ha sabido?
- Porque no sabe dónde está, ni hacia dónde se dirige, ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, está usted exactamente en la misma situación que estaba antes de preguntarme, pero ahora, por alguna extraña razón, parece que la culpa es mía.
Muy bueno el chiste de los políticos. Genial. Sibila, tu relato también.
ResponderEliminarSibila, qué suerte que el destino me haya concedido conocerte, eres la mejor. Me encata como escribes.
ResponderEliminarArtículos como el tuyo y el de todos los que colaboran por su diversidad y algunos especialmente bellos como el que hoy has escrito hacen que esté enchufada al espíritu del blog.
ResponderEliminarPuede que en la vida haya sucesos inevitables, pero, aún así, el destino se lo marca uno mismo con su actitud diaria
ResponderEliminarGuapa!!!
ResponderEliminar