Cuando exhale su último suspiro me acercaré en la soledad y antes que la parca se apropie de su brillo, con sumo cuidado, arrancaré los ojos de su cuenca y rápido, muy veloz, los ocultaré en la caja plateada que me regaló cuando aún me amaba. Luego, cada día, a la hora donde todo lo pone tierno el atardecer, abriré el sarcófago de luz para poder seguir viviendo.
Tristeza infinita.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 08 de Agosto de 2009.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 08 de Agosto de 2009.
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