Soledad

Sentado en el sofá, arropado junto a la mesa, dulcemente acomodado en el suave calor de una estufa.

El silencio trata de apoderarse de la estancia compitiendo con una monótona melodía urbana que parece seguir el ritmo de mi respiración, única que podría percibir en la soledad de la casa.

Simple es el cuadro que quiero dibujar y, por mucho que trate de adornarlo, el mejor resumen del momento que quiero describir sólo necesita de una palabra: tranquilidad.

Cómo añoraba sentir el libre fluir de mi imaginación, antes acallada por la muchedumbre, tan ruidosa como caótica. Ahora sólo existo yo. Mi mutilado y agónico egoísmo tendrá un respiro y podrá recrearse en sí mismo, caminando libremente por cualquier sendero que mi mente sea capaz de engendrar.

La soledad me tiende su mano. Hoy me tomaré la libertad de aprovecharme de ella, por conveniencia y por el hecho de alcanzar una pequeña venganza personal en nuestro ya familiar tira y afloja. Tomaré todo su brazo, de sus suaves manos robaré la paz que me escondía y le devolveré esa garra oculta que para nada necesito.

Me temo que he venido con ganas de disfrutar de tus caricias, pero no estoy dispuesto a soportar tu conversación. Hoy mando yo, cruel princesa de mi corazón, te guste o no.

Nárul nos remite este artículo intimista. GRACIAS.