Muy común en estos días son las excursiones que realizan los chavales hacia Londres, París, Madrid, Roma, Barcelona, etc.; para una semana completa, al final de cualquier escalón de la etapa educativa, así sea primaria, secundaria obligatoria, módulos o bachilleratos.
Deseo, simplemente, comentaros cómo terminó una de mis etapas educativas, siendo ya mayor de edad (perdón por hablar en primera persona) en cuanto a excursión me refiero.
Mi gran aventura ilusionante consistió en pasar un día completo en la sierra de Huelva: el objetivo era visitar la Peña Arias Montano, en Alájar.
El trayecto, de más de cien kilómetros, estrecho y curvilíneo, me llevó a la desesperación. La fatiga me invadió, me fui de “pato” no se cuantas veces, parecía que estaba poseído, sólo olía a hiel.
El punto de aterrizaje fue Aracena. Visitamos las “Grutas de las Maravillas”, gran espectáculo físico creado por la filtración del agua a través de rocas calizas, creando cavernas subterráneas, con sus estalactitas, estalagmitas y lagos internos. ¡Gran paisaje kárstico!
Tomamos el autocar y nos dirigimos hacia la “peña” ¡Hora de comer! Yo llevaba un bocadillo de tortilla de patatas. Una tortilla de seis huevos metida en un pan de medio kilo, asentado del día anterior y una botella de agua, que con el calor que hacía estaba más caliente que un “ajoporro”.
Con el hambre canina que tenía y la agonía mala de meterle el diente al bocadillo, le dí un cacho de bocao que me quedé atascao. Me asfixiaba, me quedé blanco, sudando como una miasma; no tenía baqueta; apunto estuvieron de hacerme una traqueotomía. Al final el bocadillo cayó, ¡Con dos cojones! (y con hambre).
Después de comer, andando por la zona vimos una alberca llena de agua, nos miramos y ¡ni digestión ni ná, al agua! Algunos nos tiramos en punto pelota; la mayoría se lanzaron en calzoncillos, nada Calvin Klein o tipo boxer o slip, más bien se parecían a los que utilizaban los chavales en un internado inglés del siglo XIX.
El agua, cargada de verdín, entró en tal turbulencia que en pocos minutos se encajó la autoridad municipal; los gritos se oían desde píe de montaña. Nos comentó, muy enfadado, que aquello era el depósito del pueblo (Alájar). Todos fuera del agua.
El viaje de regreso no tuvo reseñas importantes. Ya vacunado, llegué, vi, vencí, en la cama, evidentemente, totalmente derrotado.
Me he quedado con la miel en los labios, esperaba mas, y sobretodo de Beer.
ResponderEliminarBueno yo lo veo como un día de excursión en la línea simpática de Bake Beer. Quizás sin el surrealismo que le impregna a sus escritos.
ResponderEliminarLa foto no es la más apropiada pues parece más una piscína china que una alberca de pueblo.
ResponderEliminarLo de la tortilla y el pan asentado está muy dramático. Me ha gustado el artículo por su simpatía y llaneza.
ResponderEliminarConozco la Sierra de Aracene y os la recomiendo, tiene paisajes maravillosos y las cuevas son de lo más bonito que yo he visto. Besos para toda la comarca que nos trataron de manera tan cordial y afectuosa.
ResponderEliminarMuy gueno lo del Clavin Klein
ResponderEliminarCuando te bañaste uhubo una epidemia en Alajar y tuvieron que traer el agu en cisterna desde la isla de Perejil.
ResponderEliminarComo para no contaminar el agua con la tribu que se ve en la fotografía. Buen relato pero tú te puedes superar.
ResponderEliminarLa peña de Arias Montano (Alájar, Huelva) se encuentra ubicada en uno de los espacios naturales más interesantes.
ResponderEliminarEste espacio protegido se sitúa en la franja más occidental de Sierra Morena, en un enclave de gran valor estratégico puesto que forma una encrucijada entre el norte de la provincia de Huelva la zona sur de Extremadura y la frontera con Portugal, y se configura como un ecosistema de gran valor desde el punto de vista ecológico, cultural, histórico y social, que aglutina a veintiocho municipios entre los que se encuentra el pueblo de Alájar (topónimo de origen árabe cuyo significado es piedra).
Y es precisamente en los alrededores de Alájar donde se enclava la Peña de Arias Montano, también conocida como Peña de Alájar o mucho antes de que fuera habitada por el humanista extremeño como Peña de Nuestra Señora de los Ángeles, debido a su consagración a esta imagen.
La Peña es una formación geológica peculiar, que se compone de un gran zócalo cortado cuya silueta observada desde su parte inferior se asemeja a una gran seta de color tierra. Desde el punto de vista geológico y geomorfológico una de las principales características del lugar es su naturaleza caliza. De este modo, puede considerarse una formación calcárea tobácea íntimamente relacionada con procesos de karstificación en los que la disolución de la roca caliza por parte del agua, agente modelador fundamental, provoca la precipitación del carbonato cálcico y da lugar a las caprichosas y bellas formas (fundamentalmente cuevas y cavernas) que puede observar el visitante de este lugar.
Pero este río de aguas subterráneas que modela el relieve ve la luz inexorablemente en un cierto punto, concretamente a la salida de una de las cuevas existentes, situada a las puertas de la explanada principal donde se sitúa la ermita. Al parecer esta surgencia, convertido hoy en fuente, fue descubierta por el propio Arias Montano en el siglo XVI y era usada por él para regar los huertos que él mismo creó.
Igualito que me viaje a Londres de fin de carrera. ¡Cómo han cambiado las cosas!
ResponderEliminarMenudas peripecias que te sacas de la manga crack.
ResponderEliminarPor cierto, ¿para cuándo completamos la trilogía? Hay una serie de fans que estan ansiosos de sentirse "importantes"
¿Qué es un ajoporro?.
ResponderEliminarBuenos productos de cerdo ibérico inundan a esa comarca tan bella.
ResponderEliminarTe bañaste con los que no escriben?
ResponderEliminarSi os fijáis bien, en uno de los flotadores está el chita; es el socorrista de la alberca, aunque no sepa nadar.
ResponderEliminarEl ajoporro es el ajo silvestre. Cuando se frota en las manos, éstas se calientan. Los chavales de la época del franquismo lo utilizaban para paliar el dolor en las manos cuando los profesores daban palmetazos con una regla de madera.
ResponderEliminarNo hubo litronas ni kalimochos, menuda excursion de pringaillos¡¡¡
ResponderEliminarPrefiero una historia real con gracia que tonterías tipo suegra o similar.
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