14 de enero de 2011

La Suerte con Sabor Salado

El mes pasado sucedió algo inédito: la suerte me acompañó; al margen de ser afortunado pertenecedor a la comunidad Bake.

Os cuento. Un día, desayunando, marqué tres números para el sorteo de un jamón, típico en estas fechas. Cuando se sortea (al uno por ciento de probabilidades en cada número) me entero que salió marcado uno de los que marqué.

Rápidamente pensé: “Este jamón lo voy a compartir con fulanito, menganito, sultanito…”, en fin, un grupo de amigos.

Pusimos una fecha y un marco incomparable para disfrutar de tan preciada pieza.

Cuando fui a recoger el bicharraco, metido en una bolsa, me di cuenta que la pezuña era más blanca que la sábana del “Marimantas”. Al cochino que pertenecía esa pata le enseñaron en su crianza una fotografía de una bellota. Le entró tanta fatiga que no paró de vomitar; desde entonces no quiso más bellotas.

Saliendo del bar, vacilando con el elemento, veo un reguero de sangre tras de mí. Era que me había hecho un gran arañazo con una uña revirá que tenía el mamón del jamón. Le digo al camarero: “la pobre pieza no tiene la culpa de que su ancestro perteneciese a la raza blanca, ¡pero coño, le podrían haber hecho la manicura!”

Llegó el día soñado y los siete jinetes del apocalipsis, los siete magníficos (nada tiene que ver con el género western, sino más bien con una película de Buñuel) quedamos citados en la localidad de Gibraleón.

Lo típico. El café, la copita de aguardiente y a la compra. Nos pertrechamos de cervezas, vino mosto del tiempo, tanto blanco como tinto, vermout, mucho pan, tomates y lechugas para preparar una ensalada, aceitunas machacadas y aliñadas de esta cosecha, un poco de queso y unos níscalos que había cogido uno de los componentes.

Torpe de mí, se me había olvidado poner en la pezuña el papel de aluminio; en este caso no para llenarnos las manos, sino para que no se viese el color de la misma.

Cuando saco de la bolsa el mogollón se quedaron todos mirándose unos a otros con cara de desilusión. Les dije: ¡estáis “mal acostumbrados”, criaturas!

Había que empezar a cortar la pieza. Todos buscábamos labores paralelas, pero nadie le metía mano al cuchillo jamonero, parecía que daba calambre, hasta que uno le echó cojones y desafió las leyes primarias del señor Volta. Empieza a pelarlo y cuando da con la parte magra sólo había magro, no tenía tocino.

La agonía estomacal hizo que conforme se iba cortando, las lascas desaparecían rápidamente del plato, a pesar de que el mamón del jamón estaba salado como un perro.

Al salar ese jamón necesitaron tanta sal que llevaron a la quiebra a todas las salinas de las zonas de Alicante, Cádiz y Huelva.

Los relevos para manejar el cuchillo jamonero eran continuos; parecíamos muerdejulles (insecto que muerde y corre de forma continua).

Cuando le toca el turno a uno de los comensales y por falta de práctica, como casi todos los que estábamos allí, empezó a revirar el corte de las lascas; el jamón parecía un tobogán infantil. Le dije, “Trae p acá el cuchillo que estás dejando el jamón más rebabar que un martillo de plomo. No te das cuenta que la mesa parece una carpintería, si sólo estás sacando viruta”. De esa forma empezó mi faena, dándole caña al canalla.

Venga cortar y cortar y el hueso no se veía, por muchas ganas que teníamos.

Se acabó el líquido elemento, por razones obvias; mandamos al del tobogán a que fuese al pueblo por más condumio.

Acabamos con casi todo, pero la guitarra se quedó con un 75 % de su volumen, aproximadamente.

Nos salvamos de milagro, ya que no nos percatamos que tendríamos que haber contratado una UVI móvil por si a alguno le hubiese producido una subida de tensión.

Preferíamos masticar tierra de los níscalos antes que seguir comiendo jamón.

Me dieron una buena calda dialéctica con la calidad del jamón. ¡Vamos, cómo si yo hubiese parío al cochino, no te jodes!

Lo cierto es que todo se desarrolló con buen humor. Ese día el tiempo estaba fantástico y las personas las elegidas.

Después vino el café y la copa, y los Bakes debatimos temas relacionados con el blog; contamos chistes, anécdotas, chascarrillos…, hasta que se nos hizo de noche.

Lo cierto es que cualquier excusa (en este caso el jamón blanco) puede ser buena para que un grupo de amigos se reúnan y pasen un buen rato; además es necesario para que sirva de contrapeso a los problemas que surgen día a día.

Os preguntaréis qué pasó con lo que sobró del jamón. Nadie sabe lo que pasó. No lo vimos más. Creo que el mago David Coperfield intervino en la situación e hizo desaparecer el tronco salado para evitar que pudiese existir discrepancias sobre quién se podría llevar el gran tocho. Lo más probable es que en estos momentos se los estará zampando el Engendro, que ese bicho como lo que le echen.

19 comentarios:

  1. Un buen día entre amigos y con humor, siguiendo al Maestro Bake Gibran: La risa remedio infalible.

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  2. los huevos del cerdo parecen un airbag

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  3. El cerdo esta para matanza o para echarselo de novio.

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  4. Tanta historia para decir que un jamón estaba salado. Al menos tú los puede comer, otros aceitunas.

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  5. a caballo regalado, digo cerdo, digo pata de jamon, no se le mira la cantidad de sal
    puede valer siempre para calditos

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  6. Como comensal del fantástico almuerzo y sobremesa, tengo que felicitar a Bake Beer por la simpatía y gracia con la cual ha descrito un día entre amigos. Un fuerte abrazo colega.

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  7. Y como me la maravillaria yo: ¿el jamón era salado o saulado?

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  8. Compartir, reir y estar con amigos es un placer y si además se comparte en el espacio de internet es completo y nos hace envidiar a + de una esos ratos que vosotros pasais.

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  9. Si me asombra el cochino, huevos incluidos, más me asombra lel número de seguidores y visitas. Congratulation

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  10. si tengo un porco de esaa echura primero me lo follo y luego me lo como, no quiero descendencia

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  11. Lo pasamos todos de aupa, pero una de las que salió mejor parada fué la perrita de la otra parte del vallado, que la pobre se hartó tanto que en vez de seguir comiendo lo que se le daba, lo entrraba,? sería para que se le quitara la sal¿, solo ella lo sabe.
    Divertido articulo amigo Beer.

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  12. Si os fijáis bien en la fotografía, se ve claramente que el cerdo es una cerda, pues se le ven las tetillas por consiguiente lo que aparentemente son los guevos, es el chocho, yo creo que la cerda es la Bernarda con su milagroso coño, amen.

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  13. Creo que es un cerdo ya que esta comprobado que el único animal que tiene un toto tan grande son los mandriles hembras.

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  14. Yo fuí uno de los comensales y me considero afortunado, no por los "manjares" degustados sino por la compañía de un grupo de buenos amigos.

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  15. Podría ser lA COCHINA O COCHINO UN DISFRAZ DONDE SE OCULTE UN CHITA?

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  16. El cochino tiene un cierto parecido con un.....

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  17. No te cortes con el Mani Mani de los cojones.

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