Las apariencias engañan (Reedición)

Vivimos en un mundo donde las apariencias lo son todo. El físico y la imagen están por encima de otras cosas más importantes, cosas que a simple vista no se ven. Valoramos a las personas por lo que vemos y no por lo que son, criticando y juzgando sin saber lo que hay en el interior.
Caemos una y otra vez en el mismo error, pese a que la historia nos enseño que no nos podemos fiar de las apariencias. Mahatma Gandhi parecía débil y era fortísimo, Einstein parecía loco y puede que haya sido el ser más racional que haya existido, la Madre Teresa de Calcuta parecía una insignificante monjita y que obra tan descomunal realizó.
Ante esta situación solo hay dos opciones, ser o aparentar ser. Cada uno que elija la que quiera, pero por favor, elijan bien.
Con respecto a este tema me gustaría contaros la historia de un caso acontecido en Inglaterra alrededor del año 1800.
Una mujer estaba siendo juzgada por asesinar a su marido. En el juicio, la mujer declaró que lo había hecho por miedo a que su marido la matara, miedo que surgió a raíz de un libro que encontró en el despacho de su esposo. En dicho libro de describía con todo lujo de detalles 12 maneras diferentes de asesinar a su mujer, todas ellas con sus respectivas ilustraciones.
Ante las pruebas acontecidas el jurado decidió que la mujer lo había hecho en defensa propia y decidieron dejarla en libertad.
Tras ello, la mujer consiguió rehacer su vida, se volvió a casar y tuvo varios hijos.
Posteriormente, una vez fallecida la mujer, se procedió a leer el testamento. Junto a él, encontraron una nota, una confesión. En ella confesaba que el hombre con el que se casó por segunda vez había sido anteriormente su ferviente amante. Juntos planearon el asesinato de su marido y juntos diseñaron la piedra angular de su plan, el libro que les libraría de la prisión. Al borde de la muerte se arrepintió, intentado obtener la salvación por un hecho que en vida nunca pagó.