Nos conocimos por chiripas y sentimos desde el primer momento chispitas de emoción, hubo empatía y mucho morbo del que te da satisfacción.
Fue en una cafetería, bueno yo le llamo confitería, para otros pastelería y quizás mas adecuado cafetería pastelería.
Nos vimos, yo temblé y desde el primer momento comprobé que sus prietas caderas iban solas, sí, independiente del resto de su cuerpo, no sé si por delante o por detrás pero a su aire, a su ritmo.
Nos volvimos a ver, ¡Hola! ¿cómo estás? ¡Qué coincidencia!... Y en este discurso nos mantuvimos hasta que un día, no sé, por su carácter indio latino, por su mirada extrema o por su bailantes caderas me atreví a proponerle eso que os imagináis, tomar una copa en un lugar más tranquilo para poder charlar, conocernos..., ligar.
La historia continúa con emociones contenidas, inicio de conquista, inseguridad, que no se me note mucho o qué “colorao” me parece que me pongo cuando la veo.
Primer beso, primer sufrimiento porque sus caderas me lubricaban todo el cuerpo y mis hormonas sólo pensaban, sí queridos amig@s, en poseerla o en que me poseyera ella a mí pero, por supuesto, dándome yo cuenta.
Ella se llamaba y espero que aún se llame Claudia, era de Paraguay, concretamente de Ciudad del Este en el departamento del Alto Paraná; su bamboleo siempre me recordará a la atracción de feria que todos conocemos como “el látigo”, suave a veces, raudo, veloz y fuerte en otras.
Plan perfecto, casa de unos amigos, Sierra de Grazalema entre Cádiz y Málaga y una casita todo blanca que contrastaba con las carnes de mi adorada indígena guaraní. Comida adecuada, amigos bailones y por fin una habitación con vistas a no sé que lugar ya que desde que entré mi mirada estaba puesta en sus caderas, sus ojos negros, sus labios sedosos y los pezones que quizás por efecto del baile, el aire serrano, o su juventud se encontraban mirando siempre al lugar más alto por encima de lo que mi sexo toleraba.
No recuerdo si mi nerviosismo superó al de ella, pero sí recuerdo que mi piel y la suya comenzaron a fundirse, sí recuerdo que sus labios bajaron y subieron, sí recuerdo que pronto comencé a dejar que mi inspiración se esfumara y mi pasión inundara cada poro, cada célula de su piel, incluyendo aquellas que están difuminadas en los huecos que no se ven.
Quién lo pidió, quién dirigió, no lo sé, pero ella fue la que terminó por estar sobre mí, su cintura, esa cintura que tantas veces yo había imaginado estaba por fin bailando el ritmo de la procreación. Aguanta amigo, no tengas prisas..., su cabello flotaba, yo también..., y un te quiero y un para siempre y un no lo sé. Todo perfecto, todo celestial es decir todo humano.
De pronto un maldito ring, ring, ring, sí, un teléfono, concretamente el de ella comenzó a sonar..., joder, por qué no lo has apagado, vale no le voy a echar cuenta..., ring, ring, ring, la hostia apágalo..., vale cariño alcánzalo pero sin despegarte de mi..., ring, ring, ring., es de mi casa, insisten mucho, te importa, sólo será un segundo..., vale, vale, pero no te despegues de mi.
Descuelga el teléfono, mi cuerpo sigue vibrando, me excita que hable por teléfono y yo siga funcionando, pero por primera vez desde que la conocí su cintura deja de cimbrear, su rostro cambia de rojo a un color que no sé definir pero tiene que ser cercano a la tristeza más profunda. Sus ojos son cataratas de lágrimas, su cuerpo se entumece. Presiento que algo grave ha ocurrido. Salta desnuda y de rodillas en el suelo comienza a gemir con palabras que por fin logro descifrar, mi madre ha muerto, ha muerto mi mamá.
No voy a continuar esta historia ya que como podréis imaginar no tuvo un final feliz. Prisas, avión, regreso a Paraguay. No la he vuelto a ver más.
Qué tremendas lecciones te da a veces la vida. Donde iba a existir placer, amor y quizás vida, hubo sufrimiento, tristeza, muerte y porque no decirlo un polvo que nunca se culminó. El destino fue cruel, sobre todo con Claudia, la mujer látigo, la de la caderas cimbreantes, la que nunca existió..., o quizás sí.
Este tio esta loco. Lo propongo en nombre de todas las amistades peligrosas como presidente de las españolas, paraguayas y otras nacionalidades, exceptuandos las americanas del norte que son de Obama. Que imaginación!
ResponderEliminarYo era la interfecta, no me llamo Claudia sino Claudio Alberto.
ResponderEliminarEsto tiene un poco más de erotismo. Sexo es lo que falta. Mucho SEXO.
ResponderEliminarMaravilloso. Final triste pero una imaginación prodigiosa. Tú tiene que ser una mujer por la sensibilidad.
ResponderEliminarSi esta historia es real la califico de cruel. Si es imaginación la califico de suprema y no de Móstoles. De cualquier manera me quedo estupefactision.
ResponderEliminarBuen articulo en la linea de Haddock, aunque a veces no se exactamente cuál es su línea. Relato corto y por eso ameno con final inesperado. Interesante.
ResponderEliminarCon est tipo de relato me siento la protagonista. Tiene algo de erotismo , también de morbo y sobre todo es provocador, arrollante y provocador. Me hace pasar un buen rato con bastante ardor.
ResponderEliminarEl destino fue cruel para los dos. El destino fue muy cruel.
ResponderEliminarPor eso hay que apagar los telefónos en algunas situaciones. Al menos la historia se hubiera completado adecuadamente.
ResponderEliminarNo m creo nada colga. Ni tu has stado con esa titi ni tu ha scrito la historia pringaillo
ResponderEliminarTu es un jeune homme terrible. Il me fascine et ma vie enchante.Continue d'écrire ainsi.
ResponderEliminarSon las 15:40 en Asunción (Paraguay) y en vuestro pais será aproximadamente las 19:40. La historia que vos contais de una compatriota me ha estremecido y dolido en mis carnes. Vos teneis la dulzura de hacerla más llevadera. Sigo esta libreta digital.
ResponderEliminar¡Qué gran imaginación tienes, Bake Haddock! Lo mejor es que me has dejado con la intriga de si fué cierto o no ese encuentro.
ResponderEliminarEste artículo posee más morbo que una peli porno. Debería tener capítulos.
ResponderEliminarHe leido esta historia varias veces. No se que decir. Me gusta pero no la concibo. La concibo pero no me gusta. Un lio.
ResponderEliminarMuy buen artículo con final esperado. Si la Claudia es la de la foto yo me apunto.
ResponderEliminarMe encanta la mezcla de erotismo y suspense que le has dado a este cuento. Yo y mi pareja queremos más historia de este tipo. Bueno gracias.
ResponderEliminarDeseo que vos siga escribiendo profusamente YA.
ResponderEliminarYo también. Creo que es necesario continuar esta historia. El final no puede existir si no hay reencuentro. Claudia está esperando. ¿Has intentado buscarla?
ResponderEliminarPapi me he quedado turbulenta con la historieta. Pero es cierto que ocurrio. No puedo creer que el maximo del placer se una al maximo de la vida, la muerte. Papito estas cosas no se cuentan.
ResponderEliminarVos me vuelve al contrario de todas, vos me vuelve loca y carnosa. Escribi mas pendon.
ResponderEliminarSigo siendo Claudia o ...el nombre que tu desees pero... no me dejes, solo siento tu presencia cuando estas lejos y escribes a Caludia. Yo soy Claudia... o como tu desees.
ResponderEliminarNo como compatriota de Claudia, sino como mujer he quedado pausta y pasmada por el relato. Bonita y cultural descripcion.
ResponderEliminarAccedo desde PARAGUAY y me sorprendo y congratulo de esta historia verdadera o falsa deuna chica paraguaya
ResponderEliminarSigo vuestro blog pero me es muy dificil poder leer todos las historias colgadas atrasadas
Un saludo
Historia mórbida pero algo diferente que no he encontrado en muchas lecturas. Me gustaría leer más historias como la que antecede y conocer al capullo que la ha escrito. Seguro que tiene unas dosis de interesante.
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