Ocurre muy pocas veces pero, de cuando en cuando, se cruzan en nuestras vidas algunas personas que tienen un don especial. No hablo de facultades paranormales, me refiero a esa personas que por su carácter, forma de ser y vivir, hacen que todo sea diferente y ponen del revés todo aquello que pensábamos, por muy claro y arraigado que pudiéramos tenerlo.
Eso fue lo que le pasó a él, hace ya mucho tiempo, vivía en el último piso de un edificio de 10 plantas, en el cinturón obrero de una gran ciudad, compartía el piso con 2 compañeros de trabajo; era joven, no llegaba a los 30, responsable y educado, algo introvertido, pero no tímido, imagino que sería su defensa ante la reciente ruptura de su matrimonio, ya sabéis… esa coraza que se pone para evitar sufrimientos y que hace que no se quiera adquirir compromisos…
Un día la conoció, como suelen ocurrir estas cosas, por casualidad. Era joven, muy joven y además lo parecía, acababa de cumplir 18 años, era desenfadada, natural, extrovertida, atrevida y vital, fresca como una flor recién abierta.
Su relación duró casi un año, hasta que él se fue de la ciudad por su trabajo. Durante este tiempo, ella le transformó, entró en su vida como un elefante en una cacharrería, vivieron y sintieron intensamente.
El sexo fue, como todo lo que ella hacía, volcánico, explosivo, sin límites ni tabús y, en contra de lo que pudiera pensarse, ella fue la que le enseñó a disfrutar con toda libertad y normalidad. Él visitó todos y cada uno de los rincones de su cuerpo juvenil, sus pechos pequeños pero bien formados, con las aureolas rosadas que apenas resaltaban de su blanca piel, sus suaves caderas, su pubis casi adolescente y sus largas y bien torneadas piernas. Hacían el amor apasionadamente, a ella no le importaba que el miembro viril, encontrara diferentes refugios, todos ellos cálidos y húmedos, tampoco rechazaba ningún tipo de fluido, siempre decía: “Tengo buena boca, como de todo”.
Pero no fue el sexo lo que más le impresionó de ella, lo que más recuerda, es su gusto por el morbo y las situaciones extremas, situaciones que van más allá de hacer el amor en el portal cuando la acompañaba a su casa, o en la consulta del médico, donde ella trabajó algún tiempo, mejor dicho en todas las habitaciones, sofás y butacas de la consulta, o en una habitación, dentro de un saco de dormir, donde estaban durmiendo otras 10 personas; me refiero a provocar situaciones extremas, aunque no exista el sexo.
El siempre recuerda aquella tarde que salieron de su piso, se montaron en el ascensor, planta 10ª, en la 9ª se paró y entró un matrimonio de mediana edad y con pinta bastante “conservadora”, se saludaron: “Buenas tardes” y el ascensor prosiguió su lento descenso. Todos permanecían en silencio, mirando al techo o hacia un lado, hasta que en el 6º piso, ella, que iba vestida muy juvenil, puso la cabeza dulcemente en su hombro y le dijo con voz muy suave y clara: “Cariño, hoy he estado en el ginecólogo y me ha dicho que estoy embarazada, ¿Cuándo le vas a decir lo nuestro a tu mujer?”. No pudo evitar mirar de reojo a la pareja de mediana edad, que le miraban como si fuera un sátiro, en los 5 pisos de bajada que restaban, no fue capaz de volver a mirarlos, pero sintió, clavados en su nuca, los ojos de reproche. Cuando llegaron a la planta baja, la pareja de mediana edad salió precipitadamente, no se despidieron, pero le pareció oír: “Vicioso, como puede hacerlo eso, es solo una niña”.
Han pasado más de 20 años, hace mucho que no sabe nada de ella, lo último que supo es que se había casado y tenía 2 niñas, pero aún hoy, alguna vez la recuerda, entonces se le ilumina el rostro y sonrie, respira profundamente, como si sintiera un soplo de aire fresco.
Eso fue lo que le pasó a él, hace ya mucho tiempo, vivía en el último piso de un edificio de 10 plantas, en el cinturón obrero de una gran ciudad, compartía el piso con 2 compañeros de trabajo; era joven, no llegaba a los 30, responsable y educado, algo introvertido, pero no tímido, imagino que sería su defensa ante la reciente ruptura de su matrimonio, ya sabéis… esa coraza que se pone para evitar sufrimientos y que hace que no se quiera adquirir compromisos…
Un día la conoció, como suelen ocurrir estas cosas, por casualidad. Era joven, muy joven y además lo parecía, acababa de cumplir 18 años, era desenfadada, natural, extrovertida, atrevida y vital, fresca como una flor recién abierta.
Su relación duró casi un año, hasta que él se fue de la ciudad por su trabajo. Durante este tiempo, ella le transformó, entró en su vida como un elefante en una cacharrería, vivieron y sintieron intensamente.
El sexo fue, como todo lo que ella hacía, volcánico, explosivo, sin límites ni tabús y, en contra de lo que pudiera pensarse, ella fue la que le enseñó a disfrutar con toda libertad y normalidad. Él visitó todos y cada uno de los rincones de su cuerpo juvenil, sus pechos pequeños pero bien formados, con las aureolas rosadas que apenas resaltaban de su blanca piel, sus suaves caderas, su pubis casi adolescente y sus largas y bien torneadas piernas. Hacían el amor apasionadamente, a ella no le importaba que el miembro viril, encontrara diferentes refugios, todos ellos cálidos y húmedos, tampoco rechazaba ningún tipo de fluido, siempre decía: “Tengo buena boca, como de todo”.
Pero no fue el sexo lo que más le impresionó de ella, lo que más recuerda, es su gusto por el morbo y las situaciones extremas, situaciones que van más allá de hacer el amor en el portal cuando la acompañaba a su casa, o en la consulta del médico, donde ella trabajó algún tiempo, mejor dicho en todas las habitaciones, sofás y butacas de la consulta, o en una habitación, dentro de un saco de dormir, donde estaban durmiendo otras 10 personas; me refiero a provocar situaciones extremas, aunque no exista el sexo.
El siempre recuerda aquella tarde que salieron de su piso, se montaron en el ascensor, planta 10ª, en la 9ª se paró y entró un matrimonio de mediana edad y con pinta bastante “conservadora”, se saludaron: “Buenas tardes” y el ascensor prosiguió su lento descenso. Todos permanecían en silencio, mirando al techo o hacia un lado, hasta que en el 6º piso, ella, que iba vestida muy juvenil, puso la cabeza dulcemente en su hombro y le dijo con voz muy suave y clara: “Cariño, hoy he estado en el ginecólogo y me ha dicho que estoy embarazada, ¿Cuándo le vas a decir lo nuestro a tu mujer?”. No pudo evitar mirar de reojo a la pareja de mediana edad, que le miraban como si fuera un sátiro, en los 5 pisos de bajada que restaban, no fue capaz de volver a mirarlos, pero sintió, clavados en su nuca, los ojos de reproche. Cuando llegaron a la planta baja, la pareja de mediana edad salió precipitadamente, no se despidieron, pero le pareció oír: “Vicioso, como puede hacerlo eso, es solo una niña”.
Han pasado más de 20 años, hace mucho que no sabe nada de ella, lo último que supo es que se había casado y tenía 2 niñas, pero aún hoy, alguna vez la recuerda, entonces se le ilumina el rostro y sonrie, respira profundamente, como si sintiera un soplo de aire fresco.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 19 de Mayo de 2010.
Historia muy bonita. Amor adolescente y pasión inrefrenable. Esto sólo es posible aquí en la emisora de los bakes.
ResponderEliminarEl artículo es original y demuestra que a veces el morbo es igual de importante que el sexo. Muy bien escrito.
ResponderEliminarConocía tu afición por lo mitológico pero no esta faceta intimista y sensual.
ResponderEliminarMe ha encantado, tu saber que siempre ha sido mi preferido. Besitos.
Me ha gustado mucho, respira, tomemos un poco de aire fresco.
ResponderEliminarLo has "bordao", Teleco. Gran redacción y mucho morbo. Precioso
ResponderEliminarUna historia para no olvidar. Mis mejores deseos para que la repitas. Besos
ResponderEliminarDeduzco que después del comentario y las caras de los acompañantes echasteis un polvo de campeonato. O no?
ResponderEliminarAldo desde Guatemala te felicita por tu aceptable y explicativo artículo. Recuerdos a mi amigo Lalo que reside en Madrid.
ResponderEliminarSi la chica estaba como la de la foto me lo explico todo. Buen talento Teleco de los Bakes.
ResponderEliminarEscribo este comentario en éste artículo ya que es simpático y no tiene recovecos. Lo cierto es que el foro del Sr. Luki es un foro de cacatúas unos que si otros que no y por último hasta aparece la protagonista. Me quedo con el resto de artículos sin tanto protagonismo y sin malos rollos. Un beso afectuoso para todos y especialmente para el Teleco.
ResponderEliminarEn esta historia se demuestra el te cogí y te pillé por ambas partes, y si además existe pasión, morbo, amor, desenfreno... es para nunca ser olvidado.
ResponderEliminarGenial forma de explicar la situación.
Las chicas jóvenes son inmaduras, yo me hubiese quedado con la señora mayor.
ResponderEliminarAmigo Teleco la historia super, super original. Te ha faltado decir que después del incidente echaríais un polvo magnifico, O No.
ResponderEliminarMe has dejado gratamente sorprendida. Como admiradora secreta, o al menos no sabes tú quién soy, no me esperaba esto de ti mi amor. Te veía como más santuron pero me hago cargo y con un poco de pimienta me gustas más.
ResponderEliminarEl artículo no sólo es original sino que además lo has sabido contar, joder rima y todo. Besos con lametazos culeros.
The map is not correct
ResponderEliminarAlgunos recuerdos son para olvidadlos; otros como tú expresa magníficamente son brisas de aire fresca que reaniman y dulcifican la monotonía cotidiana.
ResponderEliminarEu quero você dentro de mim. Você sente como você pode mover uma mulher brasileira.
ResponderEliminarTu experiencia fue interesante y aunque no lo parezca este tipo de situaciones te marcan en positivo para tus vivencias posteriores.
ResponderEliminarEste tipo de historia te marcan, esbonito recordarlo y compartirlo.
ResponderEliminarUhff tuvo que ser todo una experiencia.
ResponderEliminarSeguro que para ti supuso un poco de aire fresco, pero leyendo a mi me entra unos calores que ahi, ahi.....
ResponderEliminarUn soplo de aire fresco es lo que necesitamos después de que mi Maná-Maná haya contaminado el ambiente durante muchos años. Ha dejado un aire podrido, cargado de polución.
ResponderEliminarSu forma de actuar, con su eslogan "ordeno y mando" (decretazos), su desfachatez, prepotencia y sinvergonzonería ha sembrado el miedo y por ende, la falta de libertad. Ha creado un ambiente que se tardaría más en recuperar que Hiroshima tras la bomba atómica.
Que se marche antes de que sea demasiado tarde.
Éste no es Teleco, lo han cambiado.
ResponderEliminarGenial historia; genial forma de representarla.
Esas experiencias son positivas, siempre serán recordadas, aunque alguna que otra vez con cierta añoranza.
ResponderEliminarTeleco, no sería como la de la foto?
ResponderEliminarUna historia muy bonita, propia de una película de FranÇois Truffaut.
ResponderEliminarMe apunto ahora mismo a vivir una aventura de esas!!!!!!!!
ResponderEliminar¡Qué fuerte la chica! No se cortaba un pelo.
ResponderEliminarUNA AVENTURA ES MAS DIVERTIDA SI HUELE A PELIGRO...
ResponderEliminarMe encanta la historia. Es súper original.
ResponderEliminarGracias por compartir esa historia con todos nosotros, así nos ponemos un poco más calentitos.
ResponderEliminarHay mujeres que tienen más "huevos" que muchos hombres. Ésta era de "armas tomar".
ResponderEliminarMe gustan las situaciones límite como la del ascensor. ¡¡¡¡¡¡Es buenísima!!!!!
ResponderEliminarNo es el beso, es quien te lo da. No es el mensaje, es quien te lo envía. No es la canción, es a quien te recuerda.
ResponderEliminarSi en tu juventud te negaste a hacer locuras, de mayor no tendrás buenos recuerdos...
ResponderEliminarSiempre hay recuerdos que nunca se borrarán y personas que nunca se olvidarán.
ResponderEliminar¡Qué buenos recuerdos!
ResponderEliminarRajoy,no contento con callar a los periodistas en las ruedas de prensa,ahora manda callar al líder de la oposición. Silencio: gobierna el PP.
ResponderEliminar¿Y quién es Rajoy para hacer callar a nadie? Si salimos de la crisis será en mucho peores condiciones gracias a ustedes señor Rajoy.
EliminarA veces pienso que Rajoy y los suyos viven en un país distinto. No veo por ningún lado que miro esa mejora imaginaria
EliminarLa fotografía genial, el artículo muy divertido. Me ha gustado.
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