Este movimiento de tierra ha sacudido mi memoria, iluminándome con recuerdos que creía olvidados. Ahora lo veo todo claro. De poco sirve ser el habitante más vetusto de esta isla si los recuerdos me abandonaron hace tiempo. Pero, ¡Milagro! Todos ellos se agolpan en este instante buscando su espacio en el hipocampo de mi anciano cerebro. Y al mirar al cielo y ver estos inmensos ojos mirarme, todo termina por aclararse….
En el momento en el que la gran cabeza de cobre terminó de posarse sobre el cuerpo pétreo del coloso Helios, unas lágrimas cristalinas se desbordaron de mis ojos cual cataratas que desembocarían en el Mar Egeo. El recuerdo de mi abuelo Karsten me extasiaba. El mayor guerrero que la isla de Rodas ha visto estaba instalado en mi alma. A mi corta edad de seis años me sabía de memoria todas las historias y leyendas que mi padre me contó del gran Karsten. Pero siempre hay fábulas recurrentes por su carácter emocional. He aquí la más heroica.
Demetrio, “el conquistador de ciudades”, ya sabía que se toparía con un ejército dirigido por el más noble defensor de su tierra. Mi abuelo ya había dirigido el derrubio de las rocas que emergían desde los barcos de Demetrio un año atrás, y por ello el gran conquistador, se vio obligado a cambiar la estrategia. Optó por las “Helepolis”, las cuales estaban de moda entre el imperio macedonio, ya que consideraban que las grandes alturas que estas torres invasoras podían llegar a alcanzar eran la herramienta perfecta para asediar cualquier fortificación. Pero los macedonios no contaban con mi abuelo Karsten. Él sabía que la fuerza que en otras tantas ocasiones le había salvado la vida no lo serviría de nada en este nuevo envite. Demetrio no sólo quería las fértiles tierras de Rodas, también la cabeza de mi abuelo como recompensa por su descalabro anterior. Pero ignoraba que esa misma cabeza volvería a derrotarle. La experiencia adquirida y el ingenio que siempre le caracterizó, llevó a Karsten a liderar a su ejército con grandes barreños cargados de agua que sus soldados se dispusieron a lanzar sobre el terreno donde las “Helepolis” se levantaban. Estas torres que podían tocar el cielo resultaron ser hidrófobas y se derrumbaron sobre las murallas de la ciudad. Demetrio volvió a retirarse claudicando ante la inspiración de Karsten y juró que algún día conseguiría erigir sobre Roda la estrella de Vergina
Del recuerdo me rescataron esas mismas lágrimas que en mi niñez brotaban de mis ojos, yendo a parar a la tierra que ahora temblaba. Esa misma tierra que con sus sacudidas húmedas sabía que terminaría por derrumbar el mayor monumento al Dios del Sol que sobre la faz de La Tierra ha existido y existirá jamás.
En el momento en el que la gran cabeza de cobre terminó de posarse sobre el cuerpo pétreo del coloso Helios, unas lágrimas cristalinas se desbordaron de mis ojos cual cataratas que desembocarían en el Mar Egeo. El recuerdo de mi abuelo Karsten me extasiaba. El mayor guerrero que la isla de Rodas ha visto estaba instalado en mi alma. A mi corta edad de seis años me sabía de memoria todas las historias y leyendas que mi padre me contó del gran Karsten. Pero siempre hay fábulas recurrentes por su carácter emocional. He aquí la más heroica.
Demetrio, “el conquistador de ciudades”, ya sabía que se toparía con un ejército dirigido por el más noble defensor de su tierra. Mi abuelo ya había dirigido el derrubio de las rocas que emergían desde los barcos de Demetrio un año atrás, y por ello el gran conquistador, se vio obligado a cambiar la estrategia. Optó por las “Helepolis”, las cuales estaban de moda entre el imperio macedonio, ya que consideraban que las grandes alturas que estas torres invasoras podían llegar a alcanzar eran la herramienta perfecta para asediar cualquier fortificación. Pero los macedonios no contaban con mi abuelo Karsten. Él sabía que la fuerza que en otras tantas ocasiones le había salvado la vida no lo serviría de nada en este nuevo envite. Demetrio no sólo quería las fértiles tierras de Rodas, también la cabeza de mi abuelo como recompensa por su descalabro anterior. Pero ignoraba que esa misma cabeza volvería a derrotarle. La experiencia adquirida y el ingenio que siempre le caracterizó, llevó a Karsten a liderar a su ejército con grandes barreños cargados de agua que sus soldados se dispusieron a lanzar sobre el terreno donde las “Helepolis” se levantaban. Estas torres que podían tocar el cielo resultaron ser hidrófobas y se derrumbaron sobre las murallas de la ciudad. Demetrio volvió a retirarse claudicando ante la inspiración de Karsten y juró que algún día conseguiría erigir sobre Roda la estrella de Vergina
Del recuerdo me rescataron esas mismas lágrimas que en mi niñez brotaban de mis ojos, yendo a parar a la tierra que ahora temblaba. Esa misma tierra que con sus sacudidas húmedas sabía que terminaría por derrumbar el mayor monumento al Dios del Sol que sobre la faz de La Tierra ha existido y existirá jamás.
Artículo remitido por nuestro seguidor Bernardo, ya te conocíamos por tu participación en los comentarios, este es el primer artículo que nos remites, seguro que habrá más, muchas gracias...
Artículo reeditado: originalmente publicado el 17 de Octubre de 2010.
Buen artículo de este nuevo colaborador. Yo también tendría que animarme.
ResponderEliminarBienvenuti Bernardini totis muitis contentis de tus ccolaboracini, un besiti.
ResponderEliminarMe fascina la mitología y mucho más cuando la historia se cuenta como otra historia.
ResponderEliminarEntro los fines de semana al blog y he quedado sorprendida al ver que han desaparecido colaboradores habituales y además para mi son muy buenos escribiendo incluyendo a las chicas, Pearl y Bara.
ResponderEliminarHe leido creo todos los comentarios que se refieren al tema y con sinceridad no comprendo nada.
Si creo por el bien del blog y fundamentalmente por los seguidores que se hace necesario una explicación mas concreta que la que realiza Gibran y algunos seguidores.
La verdad siempre nos hará más fuerte y si no se da la explicación el blog decaerá ya que lo que nos atrae a seguidoras como a mi es la buena piña que hasta ahora estaba formada.
De vosotros depende.
Un saludo
Me ha gustado, te animo a que sigas colaborando.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Tengo un perro San Bernardo y ya por eso me gusta que colabores.
ResponderEliminarFuera de bromas me ha gustado tu artículo,
Buena colaboración Bernardo, seguro que vendrán más...
ResponderEliminarGrandioso artículo, amigo Bernardo. Como ya han comentado, queda perfecta la mitología contada como historia.
ResponderEliminarAparte de darte las gracias por tu participación, he de decirte que el artículo me ha encantado. Sólamente nos quedará esperar un poco (que sea poco) para que vuelvas a deleitarnos. Un saludo.
Excelente,a nimo nuevo colaborador.
ResponderEliminarTu si que eres un coloso y un fenomenal jugador de baloncesto. Como persona no digo nada, solo que eres especial. Un fuerte abrazo. Te quiero.
ResponderEliminarBostezo con las conquista y me despierto en los brazos de Aquiles, mi guerrero.
ResponderEliminarVuelvo a comentar que todas estas historias estan muy bien pero que la historia de España tiene mucho que decir, no olvidemos la diversas épocas gloriosas de nuestra historia.
ResponderEliminarCoincido con el comentario anterior.
ResponderEliminarNo es necesario salir de nuestras fronteras para hablar de la épica española y si me apura de la de Latinoamerica.
Bien, coño, bien Bernardo el mejor.
ResponderEliminarTu si que eres un coloso de buena gente. Besos.
ResponderEliminarUn artículo de aventuras muy bueno.
ResponderEliminarEste colaborador ha mejorado mucho pero ya apuntaba en este su primer artículo muy buenas maneras. Me gusta su estílo.
ResponderEliminarMuy original la forma de engarzar la mitología. Buen artículo.
ResponderEliminarY el gran movimiento de tierra sacudió el serrín de la cabeza bucéfala de mi Maná-Maná, que no tiene ni hipocampo, ni hipotálamo, ni na, sólo el hipo de "jarto" de comer jamón.
ResponderEliminarY fue el hipocampo el que transportó al bandolero hasta aposentarle en el humilde butacón a ritmo de bolero.
El canalla cambia de música y coloca el "Réquiem" de Mozart, que le inspira para, con su pluma dorada, comenzar sus clásicas sentencias, mientras "por debajo de la mesa acarician sus rodillas".
No quiere que nadie le hable de Demetrio Poliorcetes, ni de Karsten, ni del programa de pago a proveedores, ni de aprobar los presupuestos del 2.014, sólo de piscinas morenas, de las noticias que le deben llegar de sus emisarios, los sindicalistas liberaos, de elecciones sindicales, del cuento de la buena pipa, de Decretos, ver llegar a su "lacayo mayor" y preguntarle: ¿qué traes, hermano?. El gran acosador (dicen que es de carne y huesos) en su salsa.
¡VAYA PENDÓN!
Muy bueno.
EliminarGenial....como siempre.
EliminarBake Nodoyuna, gran colaborador, demostrando en sus inicios su incuestionable originalidad.
ResponderEliminarLa mitología griega nos enseña episodios entretenidos y divertidos. Merece la pena conocerla más a fondo.
ResponderEliminarRegeneracionismo en el PP?????????????
ResponderEliminarSe avecina un largo fin de semana para los andaluces, que lo disfrurtéis.
ResponderEliminarBuen artículo, Bernardo.
ResponderEliminarTras la victoria de Karsten y los rodios, decidieron erigir el Coloso de Rodas, una de las siete maravillas del Mundo Antiguo, estatua dedicada a Helios, Dios del sol.
ResponderEliminarEres un crack!!
ResponderEliminarYo quisiera ser como Zeus, que se cepillaba a todas, ninfas y diosas.
ResponderEliminarNo me gusta mucho la mitología pero bueno, esta tiene un aire distinto.
ResponderEliminarColosos con pié de barro como los políticos.
ResponderEliminarPosiblemente el espíritu se hay ido con tu cuerpo charran.
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