Los Miedos

La complacencia de compañeros y compañeras en la ejecución de órdenes emanadas de políticos de bolsillos fáciles, con plena conciencia del daño que producen en otros trabajadores, en la sociedad y en la propia organización, lleva consigo un deterioro de las relaciones personales y un malestar generalizado. El miedo, maldito miedo; las prebendas; la envidia (sinónimo de culpabilidad) y otras oscuridades, a las cuales son propensas el ser humano, agravan la situación.

Especial mención al Miedo, sí, ese miedo que paulatinamente se ha ido implantando en muchos compañeros y Áreas que prestan servicio directo o indirecto al ciudadano. ¿Miedo? ¿A qué? ¿Por qué? Difícil respuesta. En una sociedad democrática, donde la existencia de fuerzas sindicales debería ser una garantía para velar por nuestros derechos y obligaciones como trabajadores, resulta un contrasentido el miedo, oculto la mayoría de las veces, pero existente. Se palpa en las miradas, en el ambiente, en el oscurantismo y la falta de información, en la mediocridad.

Las nuevas "leyes" por decreto de políticos marrulleros y zafios que implantan a su antojo el silencio y la mentira castigando, aislando y acosando a los "rebeldes" que siguen defendiendo la honestidad y objetividad de la función pública por encima de siglas y ataduras políticas.

Este miedo nos lleva a la apatía, al pesimismo y es tan contagioso como el virus más letal. La pirámide invertida hace que los que seguimos apostando por desterrar el miedo a las alcantarillas donde circula la cobardía, seamos los seres extraños, los culpables, los inadaptados. 

Solicito y exigo recuperar la normalidad, la libertad. Ganaremos todos, incluso ellos. Mientras, yo seguiré luchando ¿y tú?