¡Y hoy que toca!. Ni con pastillas consigo dormir más de cuatro horas, no se ni como suena mi despertador, puesto siempre puntual a las 6:20 de la mañana, siempre me despierto antes.
Cabreado por no poder dormir más, pero feliz por el nuevo día, quizás sea diferente a los anteriores, me lavo y me visto rápido para escapar lo más pronto posible de esta situación en la que yo mismo y por voluntad propia me he metido y en la que además debo seguir.
En el bar donde tomo café antes de ir a mi trabajo, paso un rato agradable escuchando y comentando “chascarrillos” entre todos los que nos agarramos a la barra, quizás para que ésta no se caiga.
¡A trabajar!, me olvido de todo, me centro en tareas que personalmente ni me van ni me vienen, para pasar una jornada sin otra preocupación que la de realizar algo que es necesario para poder subsistir en este mundo y que a fin de mes me paguen la ansiada nómina.
Y ahora a volver a casa. A ver que me encuentro. Cara alegre (¡por fin!), rostro amargado (¡como casi siempre!), pero bueno, es mi pareja, es nuestra casa, es nuestra vida y sobre todo es algo inevitable, su enfermedad le impide controlar ni su estado de ánimo ni sus dolores.
Almorzamos agradablemente (¡por fin!), charlamos, recogemos la mesa, dormimos la siesta y pasamos una tarde/noche haciendo cosas y proyectando ideas hasta la hora de acostarnos, bueno acostarme, ya que mi pareja por sus limitaciones, sigue haciendo tareas hasta que la vence el sueño y cae en los brazos de Morfeo en el lugar donde se encuentre en ese momento. Yo no me entero de nada porque ya llevo un tiempo dormido.
Pero ¿y mañana?
Cabreado por no poder dormir más, pero feliz por el nuevo día, quizás sea diferente a los anteriores, me lavo y me visto rápido para escapar lo más pronto posible de esta situación en la que yo mismo y por voluntad propia me he metido y en la que además debo seguir.
En el bar donde tomo café antes de ir a mi trabajo, paso un rato agradable escuchando y comentando “chascarrillos” entre todos los que nos agarramos a la barra, quizás para que ésta no se caiga.
¡A trabajar!, me olvido de todo, me centro en tareas que personalmente ni me van ni me vienen, para pasar una jornada sin otra preocupación que la de realizar algo que es necesario para poder subsistir en este mundo y que a fin de mes me paguen la ansiada nómina.
Y ahora a volver a casa. A ver que me encuentro. Cara alegre (¡por fin!), rostro amargado (¡como casi siempre!), pero bueno, es mi pareja, es nuestra casa, es nuestra vida y sobre todo es algo inevitable, su enfermedad le impide controlar ni su estado de ánimo ni sus dolores.
Almorzamos agradablemente (¡por fin!), charlamos, recogemos la mesa, dormimos la siesta y pasamos una tarde/noche haciendo cosas y proyectando ideas hasta la hora de acostarnos, bueno acostarme, ya que mi pareja por sus limitaciones, sigue haciendo tareas hasta que la vence el sueño y cae en los brazos de Morfeo en el lugar donde se encuentre en ese momento. Yo no me entero de nada porque ya llevo un tiempo dormido.
Pero ¿y mañana?
Artículo remitido por nuestro buen amigo y colaborador Robin Hood. Gracias.
Haz siempre el bien, no te hagas daño ni a tí ni a nadie, busca a ese niño que un día fuiste y quiérete, y verás como duermes relajado y feliz, y tu familia siempre, siempre, por encima de todo. El mañana al despertar será distinto... El sol brillará para tí y para todos los que estén cerca o un poco más lejos de tí.
ResponderEliminarMañana será otro día... Buenas noches y buena suerte.
ResponderEliminarAyúdala todo lo que puedas. Ella lo necesita y te lo agracederá. Eso es el amor.
ResponderEliminarBuenos días blog.
ResponderEliminarcreo amigo Robin que tu historia es una historia cotidiana, todos los que estamos emparejados después de una primera etapa entramos en una soñolencia que es normal
ResponderEliminardel trabajo ni te hablo, basura. solo basura
Y si echais un buen polvo de vez en cuando, podría ser una solución.
ResponderEliminarDeberíais compaginar vustros sueños y vuestro despertar
ResponderEliminarAyudarla, ayudarla, ayudarla.
ResponderEliminarVisita mi pagina los desesperados y veras la lista de suicidios que ya tenemos.,
ResponderEliminarYa escribiste un artículo análogo y de buena acogida por todos los seguidores; considero que lo importante es buscar soluciones.; no vale que os quedeis estancados y solo el lamento suene en la red
ResponderEliminarQue mala terminación le veo a mi amigo del alma, mi amigo.
ResponderEliminarChicos tirar hacia adelante, es la solución no final pero quizás intermedia.
ResponderEliminarDespertaros cojones. La vida es un LUCHA Y AMOR. El lamento es para los fantasmas, los hipocritas, los que ya han tirado la toalla-
ResponderEliminarLevantate y anda Lazaro y Lazara.
El Luki te debería dar algún consejo al respecto. Es un artista en estos temas.
ResponderEliminarSolo escribir es valentia, reconocer lo que esta pasando es el comienzo de la solucion.
ResponderEliminarEstoy totalmente deacuerdo con lo de echar unpolvo a menudo, puede hacermilagros.
ResponderEliminarLa amistad puede ser una buena formula para ayudaros. Yo os pregunto ¿tenéis amigos de verdad?
ResponderEliminarQuizás deberías ser más sinceros.
ResponderEliminarConozco el problema y se que es real pero tenéis que cambiar y no jugar en todos los foros.
La apertura, la sinceridad, la amistad, el amor os ayudará, lo otro es una inexistencia en soledad.
Ya has comentado que se trata de una situación que has querido y que debes estar.
ResponderEliminarMe parece que es un punto de partida para que la actitud gire a la línea positiva; los dos lo agradeceréis.
Siempre podrás hablar con algunos amigos, que te aseguro que os podrán ayudar. ÁNIMO.
La vida no es un día como titula el artículo, la vida es una continuidad de días que hay buenos y malos. Adelante con toda mi fuerza y la de otros componentes del blog.
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