Ámsterdam, mediados del siglo XVI. Un joven se encamina
hacia de Iglesia Vieja para confesarse. Aun no ha despuntado el día, cuando por
las inmediaciones del templo se encuentran ya algunas de las prostitutas que
suelen regentar la zona.
Cuando entre ellas la ve, al muchacho le da un vuelco al
corazón. La deseaba, la quería con todo su alma desde la primera vez que la
vio. Ese sentimiento no parecía ser correspondido, puesto que ella lo
despreciaba en cuanto descubría que estaba siendo espiada.
Algo en el interior del chaval le decía que ella nunca
podría ser suya, que nunca podría poseerla. Es por ello por lo que quería
confesarse y limpiar de su conciencia todos estos pensamientos tan sucios e
impíos.
Para ello, se dirige directamente hacía el confesionario y
se arrodilla como buen penitente. Cuando escucha el típico “Ave María” desde el
otro lado de la rejilla, de su boca salen repentinamente tres palabras: “Padre,
he pecado”
El sacerdote fue muy convincente en sus palabras. Le dejó
muy claro que ese sentimiento de deseo carnal nunca desaparecería. Que en
cuanto saliera de la iglesia, ya estaría deseando de nuevo el cuerpo de su
ansiada amada. Que cuando se cansara de ella vendrían otras muchas a las que
desearía por igual. Que como bien dice la palabra de Dios, la mujer es la
maldad y que por ella comenzó el pecado.
Escuchando estas palabras, al joven le entra un pánico descomunal
al pensar que en su cuerpo mora el alma de un ser atroz. Suplica al párroco
perdón y absolución, y tras unos segundos de puro sufrimiento, finalmente el
sacerdote le hace una propuesta que no podría rechazar.
…
Tres noches después, en algún lugar del Mar del Norte, un
barco pesquero navega a la deriva. La tempestad de la noche anterior había sido
devastadora, aniquilando a su paso a casi toda la tripulación. Aun así, en la
embarcación todavía late el cuerpo con vida de un joven marinero holandés. De su
padre no había rastro.
El destino le tenía reservado un amargo final al chico,
puesto que era el primer periplo en alta mar para él junto a su papá. Era su
iniciación en el arte de la pesca del salmón y cuando regresaran a tierra firme
iba a recibir su primer salario.
Esta actividad no era considerada por su familia como una
mera profesión. Era una forma de vivir y de pensar. Una forma de mantener el
bienestar de los que están y de los que estuvieran por venir.
Paradójicamente, lo que en el pasado le había dado la
oportunidad de vivir a tantos de su estirpe, se había llevado de un plumazo la
vida de su padre y estaba ahora a punto de llevarse la suya propia.
Sabía que era el final, le quedaban escasos segundo de vida
y los sentimientos que taladraban su mente eran tan sólo dos: rabia y miedo.
Rabia, mucha rabia, porque tras su confesión, todo había quedado
pactado con el clérigo. En cuanto hubiera regresado a tierra firme habría
entregado su primer salario a cambio de poder yacer con su amada, además de
obtener la absolución de todos sus pecados.
Miedo, infinito miedo, puesto que el último viaje de su
corta vida le llevaba directo a las puertas del infierno, donde estaba
condenado a pasar el resto de la eternidad deseando el cuerpo de una mujer que
nunca pudo poseer.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 04 de Diciembre de 2011.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 04 de Diciembre de 2011.
Historia para una noche de cuentos de terror. Excelente artículo Bake Nodoyuna.
ResponderEliminarEl miedo trae consecuencias negativas y si va acompañado de la madre iglesia mucho más.
ResponderEliminarDefínete en tres palabras.
ResponderEliminarVago.
Bonita historia y muy bien estructurada.
ResponderEliminarEsto nos demuestra que no debes dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Muy bueno, Nodoyuna.
ResponderEliminarUn deseo no cambia nada, una decisión cambia todo.
ResponderEliminarYo opino que si te arrepientes de algo, que sea de algo que hayas hecho, no de algo que nunca te atreviste a hacer. La historia genial, Nodoyuna.
ResponderEliminarLa Iglesia siempre metiéndose donde no debe.
ResponderEliminarMe encanta todo lo que escribe este Bake. Es un crack.
ResponderEliminarYo creo que en ese pacto el que perdiste fuiste tú. Mira que fiarte de la Iglesia!!!!!
ResponderEliminarNo sé por qué la Iglesia critica tanto a las prostitutas, si la Iglesia es la mayor prostituta que hay: Dan amor a cambio de dinero.
ResponderEliminarEl Amor es ese gran invento para no pagar putas.
ResponderEliminarA las prostitutas no se les paga por sexo, se les paga por no tener que acordarse de ellas al día siguiente, se les paga por no enamorarse.
ResponderEliminarNo creo que sea aplicable. Es un comentario como muchos de este blog totalmente machista.
EliminarNodoyuna, me muero por pactar contigo...
ResponderEliminarViendo lo que pasa en la Agencia Tributaria ¿entendéis ya por qué al PP no le gustan los funcionarios?
ResponderEliminarUn pedazo de artículo larguirucho. Besos.
ResponderEliminarPara "no dar una", lo has clavao. ¡Genial!
ResponderEliminar¿Qué tendrán las mujeres que nos hacen perder la cabeza?
ResponderEliminarTu historia se parece a la Matias y sus sueños americanos.
ResponderEliminarHay pactos que no son bueno, ni siquiera en política.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarSi es usted jubilado y el Gobierno le dice:
ResponderEliminar- que le sube los impuestos,
- que tendrá que pagar por las consultas médicas,
- que ya no puede haber ayudas sociales o para la dependencia,
- que ya no hay una plaza en una Residencia pública para usted
¿Qué hacer? ¿No le llega su pensión? No se desespere.
Los jubilados tenemos un plan:
- Cada ciudadano de más de 65 años deberá comprar 1 pistola y 4 balas
- Se le permitirá disparar a 4 políticos
- No es necesario matarlos (aunque ya puestos no habría que desperdiciar munición)
Naturalmente, esta circunstancia le enviará a prisión, donde usted tendrá:
- Régimen de pensión completa: tres comidas al día, techo, calefacción central….
- Seguirá cobrando su pensión
- Derecho de vis a vis una vez a la semana (le visitarán sus familiares lo mismo que hasta ahora)
- Todos los cuidados y consultas médicas gratuitas que requiera
- ¿Dentadura nueva? Dicho y hecho, ¿Gafas? Genial, ¿Una cadera nueva, rodillas, lo que sea?. Sin problemas
- Gimnasio, sala de juegos e Internet gratis
- Todo cubierto. Sin costes, sin impuestos.
¿Y quién le pagará todo esto? El Gobierno. El mismo Gobierno que le dijo que:
- que le tenía que subir los impuestos,
- que tendría que pagar por las consultas médicas,
- que ya no podría haber ayudas sociales para usted
- que ya no podía ofrecerle una plaza en una Residencia pública para usted
Usted solo deberá preocuparse de invertir bien su pensión para cuando salga…..que según las leyes de nuestro país y como usted tan solo ha matado a alguien… será muy pronto.
Este país es genial….¿o no?
Parece que se te pegan las historias inglesas. Un abrazo.
ResponderEliminarPara pacto el que has hecho hoy con este espléndido artículo.
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