4 de julio de 2016

Danzando

Las sombras de la tarde morían, resbalaba implacables sobre la ciudad, vislumbraba solamente la silueta de un hombre.

Mi deseo despertó, desinhibido como siempre, lo seguí, su aroma me atraía, asomaba ya la luna, un suspiro lubrico se me escapó del pecho, le adelanté, me paré frente a él y dejé caer mi vestido, le ofrecí mi cuerpo desnudo, radiante, blanco, suave ...

Cómo una hetaira me mostré, él avanzó su mano hacia mi pecho, y con una delicada caricia logró que todo mi cuerpo vibrara, no quise ver su rostro, adivinaba su virilidad, su hombría ...

Nos enlazamos en un ardiente abrazo, arrulle sus ganas en el vaivén de mis caderas, mi grupa encabritada absorbía su deseo, y al compás del brillo de las estrella, bajo un vértigo febril e incitante, nos amamos una y otra vez, lascivos...en lasciva danza.

Ilya

Ilya nos narra un encuentro casual, con el sello característico de la autora. GRACIAS.

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