Miré aquel póster de la pared, era un paisaje, una foto de un lugar idílico, donde predominaba el verde de los árboles que bordeaban la ribera de un río donde el agua corría cristalina. No lo pude evitar y mi mente voló al lugar donde transcurrió mi infancia y mi primera juventud, era un lugar parecido, también había un río donde la chavalería nos refrescábamos en verano.
Fue allí donde la conocí, fue la primera que ocupó mi corazón y con la que aprendí a amar y a ser amado. Éramos unos críos, casi inocentes y por eso nuestro sentimiento era puro, sin límites ni concesiones. Mi mente viajó en el tiempo y cerrando los ojos, recordé tu cara, tus ojos claros, tu pelo largo y dorado… es curioso lo de la memoria, te recuerdo perfectamente, pero no soy capaz de recordar tu nombre, sin embargo recuerdo cada centímetro de tu piel, esa piel de tez clara y tersa que recorrí con mis dedos ese verano.
Recuerdo tu sabor dulce, tus pechos pequeños y redondeados que, desafiando a la ley de la gravedad terminaban en unos pezones rosados de tacto suave, de tamaño pequeño y que respondían a los estímulos de mis manos y mi lengua, entonces se endurecían y parecía que tomaran una actitud desafiante.
Ahora recuerdo aquella tarde en la que por primera vez mis manos recorrieron tu cuerpo, fueron bajando poco a poco hasta tus caderas, de curvas suaves, lentamente te despojé de toda la ropa y pude ver tu pubis, casi infantil, con un bello rubio claro que dejaba ver la sonrosada vulva carnosa y entreabierta. Mis manos jugaron con tu clítoris mientras nos fundimos en un apasionado beso.
Te abriste como los pétalos de una flor, y enseguida sentí la humedad de tu sexo, oí tus jadeos y gemidos, vi tu cara angelical, tus ojos cerrados y de las caricias, pasaste a que tus uñas se clavaran en mi espalda. Lejos de dolerme, la verdad, es que lo que sentí fue la mayor erección que recuerdo haber tenido, mi miembro apenas era capaz de contener la sangre dentro de las venas y la dureza y rigidez que alcanzó eran las propias de mi desbocado deseo y de mi juventud.
Quizás fuera la gran rigidez de mi miembro o lo extremadamente húmedo de tu sexo, lo que hizo que, a pesar de nuestra inexperiencia ya que era la primera vez para los dos, la penetración fuera bastante fácil, tan solo ese primer freno de tu himen, pero inmediatamente después tu sexo devoró y absorbió con avidez la totalidad de mi pene.
Entramos en un frenesí de movimientos que empezaban con una cadencia lenta, cimbreando despacio, muy despacio, las caderas y aumentábamos la velocidad poco a poco hasta llegar casi a la agresión, para volver a bajar el ritmo y volver a empezar de nuevo. Así hasta que se produjo aquella explosión de sensaciones…
El ruido metálico del cerrojo de mi celda al abrirse, me sacó de mis recuerdos y la voz del alcaide, definitivamente me hizo regresar a la realidad:
- Es la hora, no ha llamado el Gobernador para el indulto, la sentencia se tiene que cumplir. Lo siento.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 22 de Junio de 2014.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 22 de Junio de 2014.
Muy bello.
ResponderEliminarQue toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.
ResponderEliminarBonitos recuerdos, Bake Teleco.
ResponderEliminarQué calentón he cogido en un momento.
ResponderEliminarUn relato de fantasia y sensualidad que aplaca los sentimientos del maldito lunes
ResponderEliminarMe suena este artículo, creo que está basado en un hecho real. Muy bueno.
ResponderEliminarTe extraño cariño.
ResponderEliminarLa historia de hoy es fuerte pero muy bien contada y como dice un comentario sera verdad o quizas no.
ResponderEliminarSiempre molestan en el momento más inoportuno.
ResponderEliminarTeleco, este artículo se parece un poco al que escribiste sobre una aventura en un ascensor, también muy bueno.
ResponderEliminarMis felicitaciones al Córdoba por conseguir el ascenso a primera.
ResponderEliminarHoy no es un lunes cualquiera, es lunes 23 de junio, lunes de preparación de hogueras tradicionales.
ResponderEliminarLa guinda a este lunes se la pone Bake Teleco con este buen artículo, con su particular "hoguera".
Bellos y excitantes recuerdos.
ResponderEliminarRecuerdos inolvidables de una infancia tan bonita.
ResponderEliminarJolines, te despertaron en lo mejor del sueño¡¡¡¡¡
ResponderEliminar¡Qué buena historia! Me gustó mucho.
ResponderEliminarElla era mayor que yo, yo doce y ella 14 vivía en la playa, nos escondimos y ella tomo mi mano y se la llevo a su vagina para que la acariciara, después se bajo su pantalón, me bajo el short y me empezó a agarrar mi pene, y una vez que se me paro ella misma me acostó y se sentó sobre mi pene, yo sentí su calor y así se empezó a mover hasta que me vine, me dio un beso y se fue....
ResponderEliminarBonito, muy bonito!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMe has puesto a cien.
ResponderEliminarDicen que cuando no puedes dormir es porque alguien esta pensando en ti, pues no sé si para bien o para mal, pero quien sea que piense en mí que lo haga un poco menos, porque esto de no poder dormir, me esta matando.
ResponderEliminarTeleco, ¿quieres perderte conmigo?
ResponderEliminarEl erotismo, es el "arte" más intimo y sinvergüenza que existe...
ResponderEliminarLas fantasías son los mejores afrodisíacos. Siempre son ideales para aumentar el deseo. Tus fantasías me han puesto a tono.
ResponderEliminarQué bueno que haya sido con alguien a quien amabas. Debe ser lindo ese momento y lo bueno es que tú lo escogiste y lo hiciste por amor aunque suene raro.
ResponderEliminar2 de cada 10 hombres sienten culpa por no haber sido más intrépidos sexualmente cuando eran más joven. Seguro que tú no eres uno de esos dos.
ResponderEliminarTítulo, imagen y texto forman un todo precioso.
ResponderEliminarMe parece que esto está mojado, muy mojado...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn condenado a muerte está pasando su última noche en capilla. Recibe la visita del alcaide, quien se pone a dialogar amablemente con él.
ResponderEliminar-Bueno, ya sabes que a los condenados a muerte se les concede un último deseo. ¿Quieres alcohol?
-No, gracias.
-¿Cigarrillos quizá?.
-Tampoco.
-Bueno, di qué es lo que deseas.
-Me gustaría aprender el chino por correspondencia.
Unos recuerdos perversos pero muy ricos alcaide.
ResponderEliminarNo conocía esta faceta de Teleco. Muy erótico, sí señor.
ResponderEliminarNo sé, que raro que Bake Teleco sea tan sublimemente erótico.
EliminarNo es teleco ....creo...
EliminarEl erotismo, tan necesario como la poesía.
ResponderEliminarEn mi primera experiencia de amor me porté como un campeón y la mujer no me supo aprovechar.¡Qué lástima!
ResponderEliminarLa primera experiencia: amor, placer, miedo y dolor
ResponderEliminarDicen que "El primer amor nunca se olvida", una frase muy cierta porque independientemente de cómo haya sido esa experiencia, indudablemente se queda en nuestros recuerdos.
ResponderEliminarUna experiencia de estas características no se puede olvidar en la vida.
EliminarA esta edad todo se vive con mucha pasión, amamos y sufrimos mucho, y eso está bueno, aunque a veces es todo demasiado fuerte…
ResponderEliminarHay sueños tan reales y maravillosos de los cuales
ResponderEliminarno se quisiera uno despertar nunca. Éste es uno de ellos...
Me parece haber leído este artículo en alguna parte, no recuerdo dónde.
ResponderEliminarCon esa edad, ese amor, la primera vez, los mitos... no me hubiese dado tiempo a tanta fantasía, me hubiese ido de vareta inmediatamente.
ResponderEliminarUna situación erótica y excitante, descrita con unos detalles de fantasía sexual.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho su exposición.
Me suena lo de Orlando, tu eres bise
EliminarYo soy maricón, coño.
EliminarQue le quiten lo soñado.............
ResponderEliminarTodo es posible en el interior de un clítoris.
ResponderEliminarun relato apasionado, lástima que no sea en la mayoria de los casos verdad
ResponderEliminarMás vale meterla que no sacarla sin haberla metido.
ResponderEliminarTodo lo que entra sale.
EliminarMe encantas , me seduces , me llevas de ése póster a tu relato, de tu relato al cielo y endulzas mi día. Gracias
ResponderEliminarPor dios, la meada...
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