
Anoche, me dispuse a disfrutar del privilegio de contemplar las estrellas y otras luces que pululan por el infinito cielo, en esa oscuridad que predomina ya que la luna se halla en la fase de nueva.
Cada vez que me tumbo en la hamaca después de un día agitado, vale su peso en oro el poder disfrutar de ese privilegio, pero cuando te pones a pensar en todo lo que te rodea, todo lo que te acontece, todo lo que podrá pasar mientras una suave brisa acaricia tu rostro, es inimaginable.
Quiero pensar en vosotros, en lo que me he perdido, en lo que tengo, en lo que me guarda el destino, siempre quiero hacerlo en positivo, siempre quiero sonreír a lo que se me viene a la cabeza, sea malo o bueno, parece que siempre encuentro algo en lo que agarrarme para terminar esbozando una sonrisa, no me acobardo cuando me viene un bajón, aunque se que a otros no les sirve para nada, yo abro mi pecho para recibir de todo, y como una manteca que protege al acero mas fuerte me encuentro ante las adversidades de mis pensamientos, todos estáis en el, todos formáis parte de mi, y disfruto viviendo los momentos que fueron o podrían haber sido felices.
Quizás tenga razón para odiar la vida, quizás debería ser una persona amargada y no mirar a nadie siempre que no sea que me mueva el interés para obtener mi objetivo.
Yo también he buscado el odio, lo he utilizado y promovido, y he creído encontrar felicidad en ello,
pero es un espejismo, nadie odiando, podrá ser feliz jamás, sin embargo, debemos conocer el odio para saber que su utilización ira en detrimento nuestro, yo la comparo a una herramienta de carpintería, la lija, que a medidas que la usamos, desgasta, y desgasta hasta que destruye el material que queremos modelar, nosotros.
En esta oscura noche tan oscura como el mismo odio, siempre brillaran las estrellas y sus luces acompañaran a conciliar el sueño dulcemente.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 04 de Septiembre de 2010.