25 de junio de 2011

Hora de despertar (1)


Antonio Muñoz Molina

20/05/2011

He pensado desde hace muchos años, y lo he escrito de vez en cuando, que España vivía en un estado de irrealidad parcial, incluso de delirio, sobre todo en la esfera pública, pero no solo en ella. Un delirio inducido por la clase política, alimentado por los medios, consentido por la ciudadanía, que aceptaba sin mucha dificultad la irrelevancia a cambio del halago, casi siempre de tipo identitario o festivo, o una mezcla de los dos. La broma empezó en los ochenta, cuando de la noche a la mañana nos hicimos modernos y amnésicos y el gobierno nos decía que España estaba de moda en el mundo, y Tierno Galván -¡Tierno Galván!- empezó la demagogia del político campechano y majete proclamando en las fiestas de San Isidro de Madrid aquello de “¡El que no esté colocao que se coloque, y al loro!” Tierno Galván, que miró sonriente para otro lado, siendo alcalde, cuando un concejal le trajo pruebas de los primeros indicios de la infección que no ha dejado de agravarse con los años, la corrupción municipal que volvía cómplices a empresarios y a políticos.

Por un azar de la vida me encontré en la Expo de Sevilla en 1992 la noche de su clausura: en una terraza de no sé qué pabellón, entre una multitud de políticos y prebostes de diversa índole que comían gratis jamón de pata negra mientras estallaban en el horizonte los fuegos artificiales de la clausura. Era un símbolo tan demasiado evidente que ni siquiera servía para hacer literatura. Era la época de los grandes acontecimientos y no de los pequeños logros diarios, del despliegue obsceno de lujo y no de administración austera y rigurosa, de entusiasmo obligatorio. Llevar la contraria te convertía en algo peor que un reaccionario: en un malasombra. En esos años yo escribía una columna semanal en El País de Andalucía, cuando lo dirigía mi querida Soledad Gallego, a quien tuve la alegría grande de encontrar en Buenos Aires la semana pasada. Escribía denunciando el folklorismo obligatorio, el narcisismo de la identidad, el abandono de la enseñanza pública, el disparate de una televisión pagada con el dinero de todos en la que aparecían con frecuencia adivinos y brujas, la manía de los grandes gestos, las inauguraciones, las conmemoraciones, el despilfarro en lo superfluo y la mezquindad en lo necesario. Recuerdo un artículo en el que ironizaba sobre un curso de espíritu rociero para maestros que organizó ese año la Junta de Andalucía: hubo quien escribió al periódico llamándome traidor a mi tierra; hubo una carta colectiva de no sé cuantos ofendidos por mi artículo, entre ellos, por cierto, un obispo. Recuerdo un concejal que me acusaba de “criminalizar a los jóvenes” por sugerir que tal vez el fomento del alcoholismo colectivo no debiera estar entre las prioridades de una institución pública, después de una fiesta de la Cruz en Granada que duró más de una semana y que dejó media ciudad anegada en basuras.

El orgullo vacuo del ser ha dejado en segundo plano la dificultad y la satisfacción del hacer. Es algo que viene de antiguo, concretamente de la época de la Contrarreforma, cuando lo importante en la España inquisitorial consistía en mostrar que se era algo, a machamartillo, sin mezcla, sin sombra de duda; mostrar, sobre todo, que no se era: que no se era judío, o morisco, o hereje. Que esa obcecación en la pureza de sangre convertida en identidad colectiva haya sido la base de una gran parte de los discursos políticos ha sido para mí una de las grandes sorpresas de la democracia en España. Ser andaluz, ser vasco, ser canario, ser de donde sea, ser lo que sea, de nacimiento, para siempre, sin fisuras: ser de izquierdas, ser de derechas, ser católico, ser del Madrid, ser gay, ser de la cofradía de la Macarena, ser machote, ser joven. La omipresencia del ser cortocircuita de antemano cualquier debate: me critican no porque soy corrupto, sino porque soy valenciano; si dices algo en contra de mí no es porque tengas argumentos, sino porque eres de izquierdas, o porque eres de derechas, o porque eres de fuera; quien denuncia el maltrato de un animal en una fiesta bárbara está ofendiendo a los extremeños, o a los de Zamora, o de donde sea; si te parece mal que el gobierno de Galicia gaste no sé cuántos miles de millones de euros en un edificio faraónico es que eres un rojo; si te escandalizas de que España gaste más de 20 millones de euros en la célebre cúpula de Barceló en Ginebra es que eres de derechas, o que estás en contra del arte moderno; si te alarman los informes reiterados sobre el fracaso escolar en España es que tiene nostalgia de la educación franquista.

Damián López, nos remite este artículo del escritor y académico español, Antonio Muñoz Molina, por su extensión lo hemos dividido en 2 partes que se publicarán en días correlativos. GRACIAS.

12 comentarios:

  1. Compadre la fuesta es como a cada uno le va, depende de la historia habrá partidarios y otros que no lo son. Es la única explicación que le encuentro.

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  2. Un tipo terriblemente arrepentido se confiesa con un cura en la iglesia:
    - "Padre, he pecado. Ayer estaba solo en la casa con la niñera y, usted sabe..., los dos solos, la casa sola, las cosas se dieron...."
    - "Pero hijo mío, que terrible...


    - "No padre, eso no es todo. Después que se fue la niñera y llegó una amiga de mi hermana, pero como mi hermana no estaba, usted sabe... los dos solos, la casa sola, las cosas se dieron...."
    - "Pero hijo mío, como puede ser posible!!!! "


    - "Pero eso no termina ahí padre. Luego sefue la amiga, llegó mi novia y, usted sabe.. los dos solos, la casa sola las cosas se dieron..." "Padre, padre...? Donde está padre...?" El tipo mira adentro del confesionario y no ve a nadie. El cura esta arriba del campanario, y le grita:
    - "Padre! Padre! Qué hace allá arriba? Baje que no he terminado...."
    - "Tas loco ..!! los dos solos, la iglesia sola......"

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  3. Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 10 de enero de 1956) es un escritor español y académico de número de la Real Academia Española (1996), donde ocupa el sillón u. Actualmente reside entre Madrid y Nueva York, donde dirigió el Instituto Cervantes hasta mediados del 2006.

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  4. Igual pasa en otros países, quizás aquí lo extremizamos más si cabe.
    Si estoy de acuerdo que en algunos temas la utilización de las palabras derecha o izquierda limitan o extralimitan las consecuencias del hecho.

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  5. Me he despertado ahora y he visto el artículo. No dice nada que los revolucionarios no sepamos.

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  6. Me encanta Antonio Muñoz Molina. Gracias por haceros eco de sus escritos.

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  7. Valiente guerrero del asfalto que con pesadillas nos devuelve a la realidad.

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  8. Podría colaborar este señor

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  9. ¡¡Ay,estos gallegos jajaja!!!

    EL GATO Y EL GALLEGO

    En un pueblo de una pequeña comarca gallega, un campesino llega al almacén del pueblo en un crudo día de invierno, con una tremenda helada, y un frio que te podrías reír de Siberia.

    - Manuel, le dice al dueño, quiero que me vendas una de esas bolsas de goma que se le pone agua caliente adentro para calentar la cama y tener los pies calientes.
    - Coño, Ramón, que mala suerte la tuya; justamente esta mañana levendí la ultima a María, la de la casa de Cosío.
    - Ramón, puteando; que hago yo ahora con el frio que hace por la noche?
    - No te preocupes hombre, yo te prestaré mi gato.
    - ¿Tu gato?
    - Mi gato es gordito, te lo colocas en los pies dentro de la cama y verás que calorcito que te da toda la noche.
    - El martes volveré a tener bolsas así que vienes por una y me lo devuelves.
    - Bueno, gracias Manuel.
    Ramón toma el gato y se dirige a su casa.
    Al día siguiente se aparece Ramón en la tienda de Manuel, con la cara
    desfigurada por los rasguños.
    - Manuel, vengo a devolverte este gato de mierda y te lo puedes meter por el culo. Mira como me dejó el malparido...!
    - Pero Ramón, ¿qué pasó? si es lo más manso que hay...
    - ¿Manso?......la madre que lo parió!!!; el embudo en el culo lo aguantó, pero cuando empecé a echarle el agua hirviendo, se puso como loco!!

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  10. Por si os interesa el blog de Antgonio Muñoz tiene la siguiente dirección: http://mlvcosas.blogspot.com/2011/03/blog-de-antonio-munoz-molina.html

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  11. La Monja y el Cura
    - Pepito: ¿Qué era tu papá antes de casarse?
    - Era Cura, señorita.
    - Y tu mamá?
    - Era monja, señorita.
    - Entonces colgaron los hábitos?
    - No señorita, sólo se los subieron un poco.

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