La Involución del Cerdo (Reedición)

LAS REGLAS DEL CERDO

Un cerdo no es un cisne. A lo largo de la vida, uno puede topar con unos cuantos cerdos de auténtica mala reputación y sentirse tentado a mostrarse amable con ellos al creer que, si se los trata bien, tal vez no sean tan cerdos y quizás incluso mejoren su actitud. (En este punto hay que reírse a mandíbula batiente.) Al igual que en la regla numero 3, es la clase de optimismo que debería ser considerado una especie de delito. Un cerdo siempre es un cerdo. En opinión del eminente Cerdólogo Romero-Carvajal un cerdo está totalmente formado a los tres años, en ocasiones incluso antes, y sin duda al crecer no va a convertirse en un ser virtuoso simplemente porque uno deposite en él sus esperanzas. A decir verdad, sólo uno de cada mil millones de cerdos es susceptible de mejora, así que ¿para qué molestarse? Incluso si te equivocaras en uno o dos casos, vivirás más tiempo, lo que, vuelvo a recordártelo, es tu objetivo.

A un cerdo se le conoce, precisamente, por ser un cerdo. Tal vez pienses que aunque tú reconoces a un cerdo por lo que es, otros no son capaces de hacerlo. Tal vez pienses, por lo tanto, que habrá personas que, cuando el cerdo te ponga de vuelta y media a tus espaldas, aceptarán tranquilamente su cochina opinión. Me temo que no. Todo el mundo conoce a los cerdos, por lo que son. Un cerdo no se ha hecho famoso por comportarse asquerosamente sólo contigo. Puedes volverle la espalda sin correr peligro.

Cuando un cerdo se comporta de manera zalamera. No te equivoques sigue siendo un cerdo.

Un cerdo es un cerdo en todo momento. Aunque quizá recuerdes que un cerdo no es un cisne, sí puedes olvidar que un cerdo no deja nunca de ser un cerdo. Tu fallo de memoria tal vez se deba a que no te esta haciendo guarradas a ti personalmente, o a que de momento ha olvidado su naturaleza cerduna y se conduce como un ser humano decente. Sabes perfectamente que un cerdo es un cerdo. Pero como en ese momento no hace nada malo, dejas que tu inteligencia se relaje. Puedes que estés tan engorilado que incluso le hagas un favor.

Cuando tengas semejante tentación, recuerda una historia que me contó en una ocasión mi abuela que, aunque no trata específicamente de cerdos, pertenece a las leyes de la coherencia humana. A un hombre que está de visita en un sanatorio mental se le acerca uno de los majaretas; éste, con mucha calma y educación, le pregunta al visitante si podría dedicarle unos minutos. Le explica entonces, con todo lujo de detalles, que su encierro en el sanatorio es fruto de un error burocrático: se ha cometido con el una terrible equivocación, pues está totalmente cuerdo y, por lo tanto, ha sido condenado a diez años sin motivo alguno. El visitante, que al principio solo deseaba verse libre de la presencia del majarón, empieza entonces a escucharle con atención. Finalmente, se dice que el hombre no está loco y que sin duda su caso es producto de un error.

Volveré el próximo martes con los papeles necesarios para sacarlo de aquí le dice al prenda.

Excelente contesta el hombre. Acompaña al visitante hasta la puerta y, después de enviarlo rodando escaleras abajo de una patada en el culo le grita: "No se olvide del próximo martes".

Moraleja:

"Si tratas con cerdos, majaras o caraduras colócate una armadura"