2 de septiembre de 2016

Tus dedos


Me masajeaste. Tus finos dedos recorrían mis omoplatos con la suavidad de la mantequilla que se derrite en la ardiente tostada que en esos momentos era mi espalda. Y sabes, comencé a apreciarte. Tu pubis descansaba sobre mi trasero y tus manos engarzaban el baile más frenético sobre mis rendidas vértebras. Curioso, tanto masaje para al final sucumbir no a tus ojos, ni a tus labios, ni tan siquiera a tu sexo. Me he rendido a tus dedos, tus finos dedos.

Artículo reeditado: Originalmente publicado el 15 de Septiembre de 2009.

1 comentario:

  1. Yo me rindo después de leer artículos como este. Tio eres formidable y lastima que nadie se percate. Yo de ti me promocionaria.

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