Mary era una gran mujer, había tenido mala suerte en la vida,
siendo niña su madre abandonó su casa, se fue con un vendedor de maquinaria agrícola
y dejó a la pequeña con su padre y un hermano menor que entonces apenas era un
bebé.
Desde entonces, Mary, con apenas 12 años fue la mujer de la casa
en la granja familiar, dejó de ir al colegio y se dedicó a criar a su hermano
pequeño y a las tareas domésticas del hogar; lo malo fue que su padre, hombre
solitario y taciturno, se dio al alcohol y obligaba a la pequeña a ejercer de “mujer
de la casa” en todos los sentidos, forzándola a ocupar el lugar de su madre en
el lecho conyugal.
Cuando Mary cumplió los 17 años, no aguantó más la situación y
decidió huir de aquel hombre, su padre, que la forzaba sexualmente. Una soleada
mañana de primavera, hizo una pequeña maleta con sus pocas pertenencias y cogió
un autobús hasta la gran ciudad, con la ilusión de encontrar una vida mejor. El
recuerdo a ese olor repulsivo, mezcla de sudor del trabajo del granjero con el whiskey,
y el sonido del llanto de su hermano pequeño cuando la vio partir, le acompañaron
y atormentaron toda la vida.
Cuando llegó a Chicago, en plena depresión y después de deambular
muchos días sin nada que llevarse a la boca, ni un techo en el que cobijarse,
empezó a prostituirse en las calles.
No tardó en ser “apadrinada” por un profesional de la materia y
volvieron las palizas y las violaciones. Mary, no pudo aguantar esa situación
de nuevo e intentó suicidarse… sin éxito.
Fue entonces, cuando estuvo en el hospital, cuando conoció a
Madame Claude.
Madame Claude era la propietaria de un prostíbulo en el South Side, el “Estrella del Sur”, de ella se
decía que había nacido en un prostíbulo y se había criado entre mujeres de la
profesión; como quiera que fuera, era una mujer de carácter, a la que le
gustaba ganar dinero, pero trataba a sus chicas con justicia y cariño, y lo que
es mas importante, las protegía de todas las “hienas” que habitaban en las
bajos fondos; en su casa las chicas estaban seguras, limpias, comidas y atendidas.
Al salir del hospital, Mary se fue al “Estrella del Sur”.
Ya os conté que en un principio, cuando conocí a Mary, nuestra
relación solo fue “profesional” y que nunca mostró ningún sentimiento hacia mi,
pero con el paso de los años se produjeron algunos cambios, yo no era el
delincuente que ella había conocido, había pagado mis errores y ahora era un
hombre honrado con un trabajo honrado, ella ya no era tan joven, ni tan bella y
la vida la había enseñado a ser mas conformista y a no esperar a un “príncipe
azul”.
El Estrella del sur, empezó a ser uno de mis locales favoritos y
casi todas las noches era mi última parada. En algunas ocasiones, Madame Claude,
que conocía mi etapa como profesional del boxeo, me pedía que le ayudara a “desalojar”
a algún Cliente pasado de copas que armaba demasiado jaleo o que estaba al
borde del coma etílico, de esa forma me convertí en una especie de personal de
seguridad del local y como recompensa podía quedarme a dormir en la habitación
de la chica que no trabajaba esa semana, ya sabéis las cuestiones fisiológicas
de las mujeres.
Cuando me tocó “dormir” con Mary, descubrí a una mujer dulce y con
unas enormes ganas de amar y ser amada, además era muy ardiente, ya era experta
y su boca y su lengua eran capaces de llevarte al paraíso del éxtasis.
Desde entonces ya no compartí habitación con ninguna otra.
Continuará…
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 03 de Noviembre de 2014.
La serie es muy original.
ResponderEliminarA mi también me parece original y buena esta serie. Esperamos los siguientes capitulos
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