Ambrose Bierce
LOS DOS POLÍTICOS
LOS DOS POLÍTICOS
Dos Políticos cambiaban ideas acerca de las recompensas por el servicio público.
-La recompensa que yo más deseo-dijo el Primer Político- es la gratitud de mis conciudadanos.
-Eso sería muy gratificante, sin duda -dijo el Segundo Político-, pero es una lástima que con el fin de obtenerla tenga uno que retirarse de la política.
Por un instante se miraron uno al otro, con inexpresable ternura; luego, el Primer Político murmuró:
-¡Que se haga la voluntad del Señor! Ya que no podemos esperar una recompensa, démonos por satisfechos con lo que tenemos.
Y sacando las manos por un momento del tesoro público, juraron darse por satisfechos.
DOS MÉDICOS
Un Viejo Inicuo, sintiéndose enfermo, envió por un médico, que le recetó unas medicinas y se fue. Entonces el Viejo Inicuo envió en busca de Otro Médico, al que no le dijo nada del anterior; este nuevo médico le prescribió un tratamiento completamente diferente. Esto continuó durante unas semanas: los médicos lo visitaban en días alternados y lo trataban por dos desórdenes distintos, con dosis de medicina en constante aumento y cuidados cada vez más rigurosos. Pero un día se encontraron accidentalmente junto a su lecho mientras él dormía, y al salir a luz la verdad, una violenta disputa se produjo.
-Mis buenos amigos -dijo el paciente, despierto por el ruido de la discusión, y adivinando su causa-, les ruego que sean más razonables. Si yo pude soportarlos a los dos a la vez durante semanas, ¿no pueden soportarse entre ustedes un ratito? Hace diez días que me siento bien, pero me he quedado en cama con la esperanza de obtener mediante el reposo las fuerzas que me harían falta para tomar sus medicinas. Hasta ahora no las he tocado.
EL CADI HONESTO
Un bandido que había despojado de mil piezas de oro a un mercader, fue llevado ante el Cadí, quien le preguntó si tenía algo que decir para salvarse de ser decapitado.
-Su Señoría -dijo el Salteador-. No podía hacer otra cosa que apoderarme del oro, porque Alá me hizo así.
-Tu defensa es ingeniosa y sólida -dijo el Cadí-, y debo exculparte de criminalidad. Infortunadamente, Alá también me hizo de modo tal que debo cortarte la cabeza, a menos a menos -añadió pensativo- que me ofrezcas la mitad del oro; porque El me hizo débil ante la tentación.
Por consiguiente, el Salteador puso quinientas piezas de oro en manos del Cadí.
-Bien -dijo el Cadí-. Te cortaré ahora sólo una mitad de la cabeza. Para mostrar mi confianza en tu discreción, dejaré intacta la mitad con la que hablas.
UN FACTOR NO TENIDO EN CUENTA
Un Hombre que poseía un hermoso Perro, y mediante una cuidadosa selección de sus parejas había criado una cantidad de animales apenas inferiores a los ángeles, se enamoró de su lavandera, se casó con ella y crió una familia de bobalicones.
-¡Qué lástima! -exclamó una vez, contemplando el melancólico resultado-. Si hubiera buscado mi pareja con la mitad del cuidado que puse para mi perro, sería ahora un padre orgulloso y feliz.
-No estoy tan seguro de eso -dijo el Perro, que acertó a escuchar el lamento-. Hay una diferencia, es verdad, entre tus cachorros y los míos, pero yo me halago pensando que no se debe completamente a las madres. Tú y yo no nos parecemos del todo.
Artículo reeditado: Originalmente publicado el 23 de Agosto de 2011.
Me encanta la forma de escribir de este tipo.
ResponderEliminarLa fábula de los dos políticos es genial. Retrata a esa clase innombrable de vividores del cuento.
ResponderEliminarAl menos nos entretenemos un poco los que aun no hemos podido coger las deseas vacaciones
ResponderEliminarNunca me cansaré de decir que ete autor es fantástico. Tiene una forma surrealista de exponer las fábulas que, a veces te deja descolocado. Muy bueno.
ResponderEliminarMuy gueno todas
ResponderEliminarEl surrealismo de Bierce se ve reflejado en la foto de portada. Yo diría que es una foto onírica, a lo Salvador Dalí.
ResponderEliminar¡Dáme la manita, Pepe Luí!.
ResponderEliminarBuena moraleja la que nos ofrece Ambrose con los dos políticos.
ResponderEliminarNo es de extañar que le declarasen maldito en EEUU.
Un ladrón entra de noche en un corral a robar patos. Se escucha un sonido: "cuá, cuá, cuá".
ResponderEliminar¡Tú mismo!.
La fábula del perro es genial.
ResponderEliminarEstos artículos de fábulas y cuentos de Ambrose Bierce son copiados literalmente. Aún así, dan gusto leerlos; nos hacen conocer a este extraño autor. Me parece una buena idea.
ResponderEliminarYo lo veo como un loco cuerdo.
ResponderEliminarSi se lee entre lineas todas las fábulas de a. Bierce tienen un fundamento y una lógica que es aplicable a cualquier época. En la actualidad si cabe mucho más. Considero que debeis seguir con la edición ya que es muy buena.
ResponderEliminarNo me entero de nada.
ResponderEliminarNadie dice nada sobre los quinquenios? Que raro....
ResponderEliminarSi el quinquenio es tiempo, y el tiempo es dinero, y el trienio es dinero, un trienio es un quinquenio.
ResponderEliminarMe dicen que soy un Don nadie, nadie es un quinquenio.
Luego yo soy un quinquenio.
Y no olvidemos nunca que un quinquenio es como un diamante, es para siempre.
Por una modica cantidad puedes comprar un quinquenio chapado en oro para lucirlo en el ojal.
ResponderEliminarAprovecha la oferta de agosto que incluye tres trienios de regalo mas un correquetecagas, una levita y una escupidera.
La vida es bella pero es cara, la hay menos bella pero es mas barata.