Éste es el cúmulo abierto estelar (M45 Mag. 1,2)
más famoso de todos. Está situado al noroeste de Aldebarán, en el omoplato de
poderoso toro. Es, además, un buen indicador de la posición del trópico de Cáncer, porque se
le acerca hasta un grado de distancia.
A pesar de que estas estrellas se conocen universalmente como las siete
hermanas, en realidad existen entre seis y ocho estrellas o quizá nueve que se
pueden observar a simple vista. La más brillante y luminosa que encabeza el
grupo es Alcyone.
Unos prismáticos revelan que hay varias docenas de estrellas en éste cúmulo
o estelar, situado a 410 años luz y formado por cientos de ellas; una nebulosa
más grande, aproximadamente del tamaño de tres lunas llenas, las envuelve. Sus
estrellas se han ido formando a partir de una nube de polvo estelar a lo largo
de los últimos 50 millones de años.
Las pléyades han despertado el interés de los observadores desde la
antigüedad y en ocasiones han recibido el tratamiento de una constelación por
derecho propio. Para los hindúes constituían una llama dedicada al dios del
fuego Agni y algunas veces una navaja de afeitar con mango corto. A menudo se
ha visto en ellas un grupo de pájaros y
en Europa medieval las llamaban la clueca y sus pollitos. En cuanto se refiere
a la relación entre Taurus y Baco, el dios del vino y la juerga, las pléyades
también han sido un racimo de uvas.
Sin embargo, la tradición más duradera y extendida es la que ha visto en
ellas a siete muchachas o hermanas. Para los griegos eran las hijas de Atlas y
de Pléyone que forman parte del grupo como octava y novena estrella. Si
listamos las siete estrellas por orden de luminosidad e incluimos a los padres,
obtendremos la siguiente secuencia: Alcyone, Atlas, Electra, Maia, Merope,
Taygeta, Pléyone, Celaeno y Sterope. Una interesante prueba de observación es
comprobar hasta que posición de listado puede llegar un observador ver a
Alcyone (magnitud 2.9) es una tarea fácil; Sterope (magnitud 5.8) suele estar
más allá de las posibilidades del ojo humano.
De acuerdo con la tradición, las Pléyades eran vírgenes que servían a la
diosa Artemisa. Cuando fueron perseguidas por el cazador Orión, los dioses
oyeron sus gritos y las pusieron a salvo en el cielo como si fueran palomas.
Como las Híades, las Pléyades también lloran todo el tiempo. Existen muchas y
diferentes razones que explican su desazón, dejando aparte la persecución a que
las sometía Orión. Una explicación sugiere que las hermanas lloran por una
compañera perdida; ésta podría ser Sterope, cuya luz es tan débil que es fácil
perderla.
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