El de Panamá

Tengo un compañero que ha equivocado la profesión. Pongamos que hablo del Custodio. Él es un humanista, hombre con conocimientos muy amplios y en el fondo con una filosofía que probablemente no corresponda con la etapa que le ha tocado vivir, o quizás con el lugar y el cargo que le ha correspondido ejercer.

Él pertenece al mundo corporativo de las grandes mentiras y en este paisaje no sólo se gobierna a golpe de decretazo, sino que también con mentiras. Mentiras siempre han existido a lo largo de la historia: el ultimátum de Napoleón III a Alemania manipulado por Bismarck, en 1870, que dio lugar a la guerra francoprusiana; la destrucción del Maine en la bahía de La Habana, en 1898, para apoderarse de Cuba y de Filipinas; el rearme al que forzaron a John F. Kennedy con falsa información, facilitada por la CIA, en 1960, asegurando que la URSS incrementaba su poder militar; el falso ataque por los norvietnamitas a dos torpederos de EEUU en el golfo de Tonkín, en 1964, que llevó al paroxismo la guerra de Vietnam; la urgencia nacional decretada por Reagan a causa de la “amenaza nicaragüense”, en 1985; las falsedades utilizadas en la Guerra del Golfo, en 1991, para asegurarse de que iba a haber una guerra que necesitaba EEUU; hasta el más increíble proyecto de crear en EEUU un Departamento destinado a la desinformación....

Él por su cargo estás inundado de mentiras, de aduladores, y nuestro humanista que tiene una cultura de cátedra, sabe perfectamente que a los dictadores de la historia los exterminaron sus propias guardias pretorianas y los vendieron sus grandes aduladores. La Historia siempre se repite.

Me encantaría que cuando te retires de tu dilatada carrera profesional y te dediques a pasear con tu sombrero de Panamá, (que como tú bien sabes es un producto de Ecuador que se empezó a producir en 1630 por maestros artesanos y tejedores que pueden tardar hasta 8 meses en realizar un único sombrero), nos tomemos un cafetito (con churros) y podamos comentar que el mundo va mejor. Tú, compañero, tienes en tus manos y en tu mente la fórmula para colaborar a que la convivencia mejore y ese humanismo que demuestras en conversaciones privadas lo eleves a estos políticos de carácter y actitudes prepotentes. Pero claro, eso supone un pequeño o gran sacrificio, según se mire, y no es otro que bajar a la arena, echarle valor y los valores no existen sin un sustrato que los mantenga. La capacidad intelectual del Homo Sapiens ha de servirle para descubrir por qué una cosa es buena. Pero este descubrimiento sólo es posible a quién contempla el mundo de forma positiva, a quien previamente ha comprendido que todo lo que nos rodea tiene una finalidad, un sentido, una razón de ser y que es buena. Intelectual compañero, valor es todo aquello que hace a las cosas buenas. Valor con unas dosis de objetividad, que según Popper esta cualidad se da en el hombre que formula una conjetura y no acude a toda serie de argumentos para defender su propuesta (o la de otros).

Los que aún creemos (pobre utopía), que esta sociedad puede cambiar no podemos disculparnos basándonos en que los malos son los otros; a veces actuamos en sentido contrario, es decir dando cobertura a la injusticia y a la penuria tecnócrata que se está implantando en ésta nuestra lúgubre mansión llamada trabajo (también la tuya).

Manuel Antonio Noriega fue un líder militar panameño y si no recuerdo mal, después de la invasión de los E.U., fue juzgado y condenado, al parecer, por estar relacionado con el cártel de Medellín.