No debe estar llevando demasiado bien estos días el viril gobierno
griego eso de tenérsela que envainar como ya hicieran otros en su día.
Y mira que los griegos se han puesto duros hasta en la pose, más
que a la foto de un gobierno, casi recuerdan al póster de alguno de esos
ochenteros grupos de rock duro. No suelo tener nada en contra de los gobiernos
de izquierdas, salvo cuando, claro, les da por excluir descaradamente a las
mujeres. Los Syriza no han tenido que guardar las formas, ni siquiera han
dejado hueco para la vocalista, sustituida en este caso por el nuevo sex symbol
de las finanzas, Yanis Varoufakis.
Y es que, parece que en ciertos asuntos como la política y la
economía, siguen sin caber las medias tintas. Tampoco en esta, nuestra querida
España, donde asistimos a un panorama no mucho más alentador.
Como se pasa del blanco al negro, como pasamos en tan sólo semanas
del abrigo al bañador, así, la arena nacional, donde solían batirse el cobre
los viejos y laureados dioses de la política, pasa estos días a estar tomada
por una nueva generación de intocables titanes. Se trata de -como quiera que se
les llame- plazas, círculos o espacios, tan agresivos y violentos que resulta
difícil que nosotras encajemos en ellos, si no es en un papel de bella y
raptada víctima o de frágil florero.
La cuenta atrás ha comenzado, efectivamente, suena un nuevo tic
tac (otro más) y la carrera está a punto de empezar sin nosotras. En la meta, a
nuestros jóvenes y apuestos chicos de la nouvelle politique les
espera el poder con mayúsculas en forma de ansiado trofeo, quizás, entonces sí,
éste les sea entregado por alguna chica sexy que hasta los haya votado.
Lo de la violencia machista, la brecha salarial, el techo de
cristal, la corresponsabilidad... Eso ya lo iremos viendo cada 25 de noviembre,
cada 22 de febrero y cada 8 de marzo. Porque esas cosas, es decir, el hecho de
que la mitad de la población haya pagado con más de 50 asesinatos un sólo año
de machismo (2014), que el trabajo esa misma mitad de la población se valore un
24% a la baja (en euros contantes y sonantes) y que tampoco se pueda mirar al
horizonte con una cierta proyección profesional, sin pensar que las cargas
familiares y las tareas del espacio privado a nosotras nos pesan el doble...
Esto no parece haber alcanzado el rango de problema, ni económico, ni social.
Toca ir a lo urgente, salvar la patria. Oigámosles cacarear los
datos de la discriminación por orden, en cada una de las fechas y, mientras,
desde las gradas, aplaudamos a nuestros valientes y testoterónicos
guerreros de la política nacional.
Ana Pérez Luna
www.eldiario.es
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